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No Existe Tal Lugar
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por Antonio Ruiz Vega
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Este es, hasta ahora, el último libro de Ostiz y el que le ha traído un definitivo reconocimiento de la crítica. No diremos, como reza la contraportada, que es el mejor libro de Ostiz, pues este honor, a pesar de los pesares, lo reservaremos para el ominoso "Las Pirañas", por muchas y variadas razones.
Si la aparición de "Las Pirañas" supuso una verdadera conmoción en el discurso literario de Ostiz, un corte brutal no sólo en la temática, sino en el tono (descarnado, más desilusionado y escéptico que nunca) y hasta en la sintaxis (esas páginas enteras sin un solo punto, ese resuello entrecortado, ese eco de sala de máquinas), el tono vital comenzó a enderezarse (hacia el humor, aunque fuere negro) en su impagable "Un Infierno En El Jardín" (que tenía, aunque inopinado y hasta inverosímil, un "happy end") y alcanza de nuevo alturas pretéritas en este "No existe tal lugar" donde el autor vuelve a buscar el ambiente del que fue su primera obra, "Los Papeles Del Ilusionista" y donde hasta el tono narrativo nos recuerda mucho al de sus primeros tiempos, con algunas irrupciones coloquiales que bien podrían proceder de "Las Pirañas" o al menos de "Un Infierno En El Jardín".
La vieja casona familiar, que en "Los Papeles Del Ilusionista" se llamaba Reniega es ahora Chimunea. No olvidemos que el propio título de este libro -"No Existe Tal Lugar"- es cita literal de "Los Papeles Del ilusionista". |
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