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| La Marca Del Cuadrante
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| por Antonio Ruiz Vega
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El navarro Miguel Sánchez-Ostiz reúne en "La Marca Del Cuadrante" su poesía escrita desde 1979, es decir, su poesía prácticamente completa. Premio Herralde con "La Gran Ilusión" (1989) y premio nacional de la Crítica por "No Existe Tal Lugar", la dimensión poética de Sánchez-Ostiz es bastante menos conocida que su vertiente narrativa y de prosa miscelánea. Hay, sin embargo, una evidente conexión entre los mundos narrativos y poéticos de este autor. Si leemos su primer poemario, "Pórtico De La Fuga", veremos que muchas de las pistas y hasta de los argumentos, por no hablar de eso tan deletéreo como son los ambientes, de muchas de sus próximas novelas (entonces todavía no escritas) estaban allí. Esto permite hablar de una voz única, de un proyecto literario común. También si nos referimos a esos libros tan abundantes en su obra que podríamos definir como "de varia lección", donde se mezclan recuerdos, críticas, lecturas, y que tenemos en un aprecio bastante alto, mucho más que, por ejemplo, los de su compañero de generación Andrés Trapiello, bastante insulsos e inanes y que creemos supervalorados por la crítica. El problema de Sánchez-Ostiz, dicen todos los que lo conocen, es de carácter personal más que de calidad, y parece que es ese déficit de "public relations", su desgana para estar en la pomada, lo que le ha traído este –relativo– ninguneo, o la tardanza en un éxito más que merecido.
Los lectores habituados al mundo de Sánchez-Ostiz encontrarán, por lo tanto, muchas claves, comenzando por el suculento prólogo o introducción MEMORIAL DE UNA DERIVA que es ya de por sí un documento inapreciable para comprender el torturado magín de nuestro hombre. En este Memorial se describe con bastante minuciosidad los avatares durante los cuales fue produciéndose la obra poética y vuelve a sacar el tema, ya apuntado en algunas novelas (creo que en "Las Pirañas", sino fue en "Un Infierno En El Jardín") de las circunstancias que rodearon la publicación de ese auroral "Pórtico De La Fuga":
"El libro fue editado en unas condiciones que tenían más que ver con el entramado de las leyes penales relativas a la estafa ("En toda estafa hay un tonto y un sinvergüenza" decía el viejo y detestado magistrado) que con la poesía, pero que a mí me sirvieron para tener mi primer libro en la calle. Démoslo por tanto por bueno y no contribuyamos a la historia menuda de la indignidad humana, y olvidemos, por tanto, en estas páginas al menos, al jebo calvoroto que se hizo pasar por editor y que me citó en Barcelona para fastidiarme". (Pág 13).
Aquí están los reflejos y las sombras de autores como Poe, Stevenson, Cendrars, Mac Orlan o Cunqueiro y las preocupaciones –por no decir obsesiones– del autor: el desarraigo, las Leyes de la Tribu, la lucha por encontrar un lugar en el mundo y, sobre todo, la falta de sentido de la vida, o lo que es lo mismo –o casi– la búsqueda de este sentido.
"La Marca Del Cuadrante" recoge veinte años de poesía (desde el antecitado "Pórtico De La Fuga" al inédito "Aquí De Detienen") y es un capítulo más en el gran libro de uno de los mayores y más ciertos escritores de este tiempo confuso y desnortado.
Lo que atrae, lo que sorprende, en Sánchez-Ostiz es su autenticidad, su capacidad crítica que comienza ¡ay! consigo mismo. Frente a tanto dandismo, tanta exquisitez, tanto ego dolorido e insaciable de notoriedad, tanto –en fin– enano mental con ínfulas como pulula por el infecto mundillo de los libros y los intelectuales (¡ojo con los poetas!, se aconseja coger piedras y poner la cartera a recaudo), que un señor como este se confiese acoquinado por el devenir y la llegada de la Pelona o te plantee sus dudas fundadas sobre qué hacer mañana, hay que verlo como un ejercicio de probidad mental tan insólito como plausible... |
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