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El Maestro De Esgrima
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por Silvia Rodríguez
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Jaime Astarloa es un veterano profesor de esgrima que se gana la vida honestamente dando clases a miembros de la alta sociedad de la España convulsa de fines del siglo XIX; las guerras carlistas, las intrigas palaciegas de unos monarcas peculiares y polémicos, los intereses políticos de las clases más altas, el declive y corrupción de la mismas, representarán el marco perfecto para situar esta novela. Una misteriosa dama y la vil muerte de uno de sus mejores amigos harán que el protagonista salga de su mundo idealizado y se enfrente a una realidad bastante más cruel y ambiciosa.
Astarloa no se mete en problemas ni opina de asuntos políticos en la variopinta tertulia a la que acude cada tarde con sus amigos. Es un individuo solitario, introvertido, con una vida sencilla y sin sobresaltos, hasta que acude a él una alumna bastante peculiar; una joven y bella viuda requerirá parte de sus conocimientos en tal arte defensivo, pero su actitud agresiva, ambiciosa y poco femenina llamará poderosamente la atención del maestro. ¿Por qué tendrá tanto interés doña Adela de Otero en aprender la mortal “estocada de los doscientos escudos”?... estocada que sólo conoce don Jaime.
El enamoramiento llevará al maestro al desengaño, la férrea amistad a la decepción, sin olvidar el riesgo que correrá su vida... los valores más galantes caballerosos, nobles y sinceros acabarán cayendo a medida que se va complicando la trama. Nada parece lo que es, y así, de buenas a primeras los asesinatos, intrigas y corrupciones políticas harán que afloren sus instintos más bajos y una valentía desconocida.
Se pueden extraer similitudes tanto del naturalismo de la obra de Benito Pérez Galdós, en su magistral recreación del Madrid más castizo, y a la misma vez, decadente, como de los libros de caballería, en la exaltación de valores ya caducos, como la lucha por el honor y la defensa de los valores más nobles del individuo. “El Maestro De Esgrima” parece haber sido escrito en la época en la que transcurre la trama, lo que supone mayor dificultad a la hora de recrear unos tiempos no vividos; sin embargo, desde la primera página, el lector se ve trasladado al siglo diecinueve tanto por el lenguaje, como en la recreación de “personajes”, lugares y costumbres, en un alarde de genial utilización por parte de Pérez-Reverte de nuestra ilustre lengua.
Sin descuidar el tono cínico y el humor negro que caracteriza a la obra del autor; llama la atención el carácter inocente, romántico del protagonista, en contraposición a unos personajes más rudos, bruscos y “revolucionarios”, y de trasfondo una realidad no menos caótica.
Aún así, este libro es un disfrute de principio a fin; tanto en la forma, como en el fondo. De esos que enganchan y no se abandonan con facilidad. |
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