|
Cuentos Del Lejano Oeste
|
por Antonio Ruiz Vega
|
|
La verdad es que, tras la lectura de los anteriores libros de Egido (novelas), sobre todo su monumental saga "La Piel Del Tiempo", este libro desmerece bastante.
No creo que el tranco corto sea donde mejor se mueve Egido. Hay pequeñas disfunciones, perceptibles caídas de tono o desfallecimientos de estilo que en una novela se le perdonan pero que aquí son mucho más evidentes. Para mí que ha bajado la guardia o, esperemos que no, este libro pueda ser una forma de cumplir con la editorial de cualquier modo, sacando del cajón el material disponible.
La primera parte, donde quiere, al parecer, emular a Monterroso, es quizá la peor. Son los famosos “cuentos” de una línea, donde a menudo la cita proemial es más larga que el “cuento en sí”. Por ejemplo, “Yo, era” es un cuento, “Ser y no ser” es otro, y así hay decenas. Bueno, esto quedará muy genialoide pero no creo que el lector de a pie haga nada por molestarse en entenderlo. Lo va a considerar una “boutade” y va a pasar de página, algo mosqueado. Eso, al menos, me ha pasado a mí.
Suponemos que voluntariamente, los cuentos van “engordando” paulatinamente hasta ocupar primero una página y luego ya varias, hasta cuentos largos.
El mayor problema de estos cuentos es que los argumentos son lineales, pedestres, que uno acaba y se queda como esperando algo… que no ha llegado. Por ejemplo “Tecnología” (pág 91), todo para explicar que dos aldeanos llegan a las manos por unos lindes y se destazan a azadonazos y que, en consecuencia, hubiera sido mejor que dispusieran de escopetas, la muerte hubiera sido más limpia. Pero esto, pelado y mondado, menuda parábola de andar por casa… O el “Diálogo” de la página 105, que viene a ser una pretenciosa transposición entre el mito de Caín y Abel y una “saca” o “paseo” de la guerra civil. Nada entre dos platos.
El resto son de ese tenor, lo que es una pena.
Y lo digo porque, hasta ahora, he disfrutado, y mucho, con sus otros libros, desde el primero hasta su genial "La Piel Del Tiempo" que le premiamos el año pasado con el de la Crítica de Castilla y León. Por cierto que el título de estos cuentos no puede ser más equívoco, aunque le celebro ese juego de palabras, quizá porque Salamanca, al fin y al cabo, es el Lejano Oeste de las Españas, y tiene algo de Far West, incluso, con sus dehesas ganaderas y hasta su campo se llama charro como el mexicano…
Egido se apunta en este libro a esa visión que parece ya inamovible de la Guerra Civil (tema que está lejos de ser olvidado, por cierto) de insistir en la tesis del golpe militar contra el gobierno legalmente instituido. Ya sé que esto no tiene nada que ver con la literatura, pero me subleva. Hay que ir asumiendo que fue un encontronazo entre la Revolución y la Reacción y que aunque probablemente ninguna tenía razón, ambas tenían “razones” y en ambos bandos hubo idealistas, canallas, etc. Esto no justifica, claro, los cuarenta años de franquismo, como quiere Moa… |
|