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| Tentación
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| por Ángela Núñez
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Temperance O´Neill vive en el Nueva York de 1909. Es una mujer adelantada a su época. Participa activamente con políticos, el alcalde y demás gente importante de la ciudad para ayudar a las mujeres desfavorecidas de la sociedad: viudas, prostitutas, etc. Y en sus campañas les consigue sitios donde poder vivir. Su sello identificativo son los sombreros tan llamativos que utiliza. Todo su tiempo lo dedica a este menester y naturalmente ha rechazado numerosas proposiciones de matrimonio. Con lo que no contaba es que su madre, a la que no veía de hacía tres meses porque estaba de viaje vuelve a casa, y tras llevar viuda 15 años viene casada con el escocés Angus McCairn.
Él se lo deja muy claro a Temperance: tiene que irse con ellos a vivir a Edimburgo. Tiene que hacerlo o no tendrá el dinero de la herencia de su padre. La ley entonces estaba de su parte, es decir, al casarse su madre, él tiene potestad sobre ese dinero, o bien que Temperance se case y el dinero lo administraría su marido. Naturalmente ella tiene que acceder. Tras un tiempo allí con ellos, ella no se iba quedar tal cual, y mantiene una desenfrenada agenda de fiestas de beneficencia, entrada en la sociedad, etc... que hace que gaste el dinero a mansalva y que siempre la casa esté ocupada de personas. Angus, no pudiéndolo soportar más, llega a un acuerdo con ella: su sobrino James es el jefe del clan McCairn, tiene que conseguirle esposa y si lo hace en el plazo de seis meses ella obtendría cierta libertad sobre su dinero y podría volver a Nueva York. James McCairn no está interesado en casarse, y como más de una vez su tío ha intentado casarlo, ella iría allí en calidad de ama de llaves para que él no sospechara.
Esperando encontrarse con un castillo, donde llega es a una casa medio derruida. Sea como fuere tendrá que trabajar con sus propias manos en la casa mientras le busca novia al McCairn.
Naturalmente es de presuponer que ellos dos terminarán juntos, como suele ocurrir en esta clase de historias. Pero el integrarse con el pueblo y sus habitantes, el volver a hacer habitable esa casa y la relación con él, como va avanzando, hace que la historia resulte entretenida. Sobre todo porque hay un oscuro secreto de familia, y mientras la escritora nos va contando lo que les va ocurriendo a estas gentes de las Highlands, nos va ofreciendo pistas de ese enigma y, poco a poco, se va desenmarañando el misterio de porqué la abuela de James se suicidó. ¿O no lo hizo y la mató su marido? ¿Porqué Angus tiene tanto interés en que su sobrino se case? Si ocultó la abuela de James un tesoro oculto en la casona, ¿dónde está?
Conforme va llegando el final del libro esos secretos van viendo la luz al mismo tiempo que los acontecimientos se precipitan para diferentes posibles resoluciones de la historia; no es hasta el final del todo cuando nos enteramos de ciertas cosas y se solucionan de un modo satisfactorio.
A destacar es cómo esta chica estirada de Nueva York y algo snob, se vuelve más cercana al mezclarse con los vecinos y ayudarlos de una manera más involucrada, terminando por reconocer que la vida en este lugar también puede ser rica en cuanto a sus gentes y el modo de vida en sí mismo.
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