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El Refugio
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por Ángela Núñez
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Elizabeth George cruzó el umbral de la fama hace ya casi diez años con un par de novelas policíacas; también de larga extensión, como la actual.
Sin embargo, en aquellas dos primeras obras que la auparon a la categoría de estrella había un importante condimento que echo de menos en El Refugio; me refiero al formato thriller con el que unía las delicias de una novela negra clásica, con un argumento también trepidante, lleno de acción y quizá una excesiva violencia.
En principio parece que esta afirmación no hace más que reseñar un hecho; es un modo de analizar esta novela comparándola con otras que también tuvieron gran éxito. Pero no es así. A mi juicio, la presente obra es excesivamente larga para una novela del corte negro más clásico (como así es). El rellenar páginas y páginas de pesquisas e investigaciones policiales aburre un poco. Pero hay algo más. Elizabeth George ha emprendido la ingente tarea de zambullirse en diversos retratos psicológicos, profusión de ambientes –actuales y de un pasado lejano: la guerra– cargados de tensión, y una reata de malas inclinaciones, comenzando por el odio y la envidia.
Pues bien, según mi opinión, este ambicioso proyecto literario no le ha salido bien; la novela está sobrecargada y la marcha de la trama se eterniza en aras de un minucioso afán descriptivo hasta llegar al extremo de convertir la obra en una novela coral. No es que esto sea malo, es que no sabe hacerlo. O, dicho sea en su descargo, la autora ha contado con pocos mimbres para hacer un cesto tan grande, tan ambicioso.
Se podría resumir diciendo que a El Refugio le falta belleza. Se puede esconder las carencias personales en una trama llena de acción y violencia, pero lucirse en una novela de cortes psicológicos profundos, y coral, no lo hace cualquiera.
También me planteo que esta opinión mía no sea compartida por muchos lectores. Quizá sean los incondicionales que todo autor tiene, y los fervorosos aficionados a la novela negra. También puedo estar equivocado.
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