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Nuevas Practicas Politicas Insumisas En Argentina: Aprendizaje Para Latinoamerica
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por Jorge Alonso
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Los gobiernos argentinos de finales del siglo XX, habiendo sido fieles seguidores de las políticas diseñadas por el neoliberalismo, condujeron a su país a lamentables desastres sociales y políticos. Sin embargo, el pueblo argentino supo construir innovadoras respuestas para delinear futuros. Resultaba indispensable que investigadores en ciencias sociales realizaran el estudio de estos aleccionadores fenómenos. Afortunadamente el emprendedor Robinson Salazar impulsó una publicación tanto en papel como en forma virtual que contiene las conclusiones de varias investigaciones al respecto. Se trata del libro colectivo de Robinson Salazar (dir.), Paula Lenguita y Guido Galafassi (coords.) titulado 'Nuevas Prácticas Políticas Insumisas En Argentina: Aprendizaje Para Latinoamérica' (Libros en Red, Buenos Aires, 2004, 478 páginas). Este libro, el número 12 de la colección Insumisos Latinoamericanos, reunió a 25 autores (historiadores, antropólogos, sociólogos, comunicólogos y politólogos), la mayoría de ellos jóvenes intelectuales, todos comprometidos con los movimientos emergentes, y por lo tanto muy cercanos a los procesos que describen puntualmente y analizan con imaginación sociológica y rigor científico.
El libro nos coloca ante la grave crisis de la democracia formal que en lugar de representar a los ciudadanos los somete a los dictados de poderes explotadores y expoliadores. El neoliberalismo, en su búsqueda del equilibrio macroeconómico, profundizó la desigualdad y la exclusión social. La polarización social se ha ido haciendo insoportable. Los autores demuestran que hubo una ruptura con la expectativa del ascenso social intergeneracional. Hacen ver lo devastador de la violencia del capital. La exclusión se convirtió en la remercantilización del trabajo en el afán por disminuir los costos laborales. Aparecieron los programas de contención de la pobreza que sólo reproducen una situación muy precaria. El neoliberalismo recreó tecnologías de dominación tanto materiales como simbólicas. Se fue privilegiando una ciudadanía individualizada.
Esa dinámica ha ido desprestigiando a la democracia formal. Se cuestiona esa tramposa representación que sirve de fachada a situaciones de acumulación capitalista despiadada y salvaje. Hay severas críticas a las limitaciones y al mismo modelo de la democracia reducida sólo a lo procedimental. Se examinan las incursiones de actores sociales en formas de democracia directa, inclusiva y participativa. No se tira la democracia por la borda. Se hacen distinciones y se revalora una democracia integral con expresiones colectivas. Se critica a la política como posición institucional y se busca una nueva dimensión emancipada de las relaciones de poder.
En ese proceso se ubican los grupos sociales que, habiendo quedado excluidos por la implacable lógica del neoliberalismo, aciertan a encontrar formas de organización y de protesta. Se indagan los movimientos de desocupados, las asambleas barriales que integran sobre todo capas medias urbanas y las nuevas expresiones de los movimientos agrarios. El libro profundiza en lo que implicó y significó aquel grito inicial contra los políticos que pedía que se fueran todos. Hace ver que en un principio se creía erróneamente que los causantes de todos los males eran esos políticos supeditados a los lineamientos del neoliberalismo. Pero después, los movimientos supieron descubrir el verdadero poder fáctico detrás de los sitiales electorales: el poder económico tanto local como global. Los movimientos civiles fueron plantándose la urgente necesidad de indagar el modelo de país deseado. Se destacan las nuevas formas de organización social y políticas. Se entra en el conglomerado de fenómenos heterogéneos. Hay una valoración puntual del protagonismo exiguo pero intenso de las asambleas populares. Se ve la irrupción de un pujante movimiento desde abajo que, a la postre, no logra trascender las situaciones extremas de protesta y que queda a merced de nuevo de los desprestigiados partidos con sus métodos de cooptación. Una mayoría regresa a su exilio interno. No obstante, de lo nuevo van quedando minorías activas que reformulando demandas se van diversificando. Se va captando que no es suficiente protestar y resistir a las crisis (por medio de los cortes de ruta, tomas de edificios públicos, negociaciones con funcionarios, mantenimiento de comedores barriales, apertura de centros de salud comunitarios, etc.), sino que hay que encontrar salidas políticas de nuevo tipo. No obstante, como en toda efervescencia social, no hay un solo proyecto. Hay quienes ensayan traducir las potencialidades del movimiento social en la construcción de una sociedad paralela. Si unos sólo rechazan las expresiones extremas del neoliberalismo, hay quienes plantean la necesidad de expresar la autonomía y la independencia no para ocupar los puestos públicos del poder tradicional, sino para tratar de cambiar desde abajo y de raíz al sistema imperante. En esta forma el libro va apuntando y profundizando en las expresiones de contrapoder, de reconstrucción de lazos sociales y de desarrollo de relaciones sociales que aspiran a ser alternativas a las dominantes. Se busca no sólo el trabajo, sino que sea digno, igualitario, solidario, libre y compartido. En esta forma hay planteamientos de un socialismo que se erija no sobre la base de un trabajo asalariado, sino sobre el abanico de reivindicaciones de clases subalternas tratando de traducir la potencia humana de una manera más integral y no circunscrita sólo al ámbito productivo. Se intenta que haya una autonomía respecto del Estado y de los partidos que conduzca a un cambio social de otra naturaleza. La experiencia concreta sirve de base para ser examinada y potenciada. Se intenta que la transformación de la vida cotidiana de los sujetos oprimidos en una participación horizontal. Pero los investigadores que realizan el libro, no sólo constatan los proyectos, sino que ven las dificultades en sus traducción concreta. También evalúan los cómos y los porqués de las divisiones de lo que fue un gran movimiento alternativo. Se realizan varios estudios que profundizan en su debilidad y en su fragmentación. La riqueza del libro consiste en que describiendo y analizando alcanza a dar cuenta de todas las expresiones concretas, de los planes, programas, alcances inmediatos y posibilidades mediatas.
En la investigación sobre los nuevos sujetos destacan las organizaciones de desocupados. Hay miradas tanto desde la perspectiva económica como política de la lucha de los desocupados. Las resistencias hicieron aparecer situaciones impredecibles en las modalidades de defensa que crearon muchos núcleos de excluidos. Cuando los desocupados organizados adquieren visibilidad social se convierten en una amenaza para el orden neoliberal. Se incursiona en la intervención represiva por parte del poder y en la criminalización de la protesta. Los estudios fueron privilegiando las formas orgánicas autogestionarias y la reconceptualización del trabajo comunitario. Las primeras demandas de comida y reapertura de fábricas desataron una gran potencialidad social antes contenida. Se hace un pormenorizado estudio del llamado movimiento piquetero, y de sus nexos con otros sectores sociales. El movimiento de los desocupados se enfrentó al desafío de la mejora de las condiciones de vida de quienes no podían acceder al mercado de trabajo formal. Vio que no podía encontrar una real salida sino con la participación y articulación con otros sectores de la sociedad que desde sus particularidades también estaban repudiando los efectos devastadores de la reestructuración capitalista.
Los investigadores se adentran en lo que significa la acción colectiva y la identidad en el ámbito relacionado con el trabajo, en la importancia del posicionamiento político de grupos de trabajadores desocupados e informales. Los piqueteros lograron percibir que por medio de sus acciones podían influir en la dirección de un cambio deseado. También se estudian los diversos procesos de recuperación de fábricas como defensa de las fuentes de empleo (empresas que habían sido quebradas fraudulentamente y vaciadas por sus dueños, empresas cerradas por enfrentamientos gremiales, establecimientos simplemente abandonados por la crisis). Se destaca en este movimiento el énfasis en lo autogestivo y en la horizontalidad. Otro caso investigado es el de una empresa estatal petrolera que en la obediencia neoliberal fue privatizada y rompió la coherencia social del lugar e implicó un desempleo masivo y el grave deterioro de la mayoría de las familias. Muchas medianas y pequeñas empresas que proveían de insumos a la empresa también quebraron. Para paliar la crisis el Estado ofreció un programa de empleo transitorio y diversas políticas asistencialistas. El libro analiza el sentido real y el escaso alcance de dichos programas. Ubica las estrategias de las familias como creación de endebles autoempleos, envío de otros miembros de la familia al precario mercado de trabajo. En el conjunto del libro se hace ver el papel fundamental que obtiene la lucha por la dignidad. Se aprecia que el trabajo es una condición de la vida digna.
El libro nos coloca también ante otros movimientos como el urbano popular que se dio contra una amenazante contaminación industrial. En las áreas rurales también han aparecido nuevos movimientos que son investigados. Uno de ellos, surgió primero en la parte social de la iglesia católica; después fue emancipándose de la tutela eclesial. Se conformó como sujeto colectivo con identidad propia. Los autores indagan hasta dónde puede ser válida la categoría de oportunidad política como algo central para entender la posibilidad de que un movimiento social emerja, se sustente y consolide. Concluyen que ese concepto es insuficiente par entender el movimiento campesino provincial que investigaron. Hacen ver el gran repertorio de acción colectiva en la lucha por la tierra. En dicho movimiento social evalúan que, más allá de una relación medios fines, existe un aprendizaje cultural. Combina la lucha y defensa jurídica frente a desalojos con peregrinaciones religiosas, uso de medios de comunicación y vigilias en espacios simbólicos. Otro caso estudiado es el de la crisis de economías regionales basadas en la monoproducción de cultivos industriales como la Yerba Mate. Se fue dando un proceso de concentración monopólica en los molinos y en la comercialización. Esta crisis propició que surgieran nuevos dirigentes yerbateros que sobrepasaron las formas organizativas tradicionales que habían sido cooptadas por el poder político provincial. Se formó un pujante movimiento social fincado en alianzas. Las reivindicaciones regionales supieron contrarrestar la dureza del gobierno. Finalmente se investiga la articulación entre agrupaciones indígenas del pueblo Mapuche con movimientos campesinos. Se destacan esas alianzas pluriétnicas que, traduciendo reivindicaciones, encuentran en factores aglutinantes (como el que tiene que ver con el territorio) la multiplicidad de identidades con potencialidades de coincidir en la definición y expresión de nuevas formas de acción.
El conjunto de estudios presentados en este libro permiten a sus organizadores plantear el alcance de las nuevas prácticas políticas en América Latina. La ampliación de las fronteras imperialistas en la producción, servicios, educación, salud y jubilación que han ido mercantilizado y degradando viejas conquistas de los trabajadores ha repercutido en desempleo, pobreza y hambrunas. El imperialismo tiene en la mira el control de la escasa agua potable, maniobra ante el agotamiento de las reservas petroleras y vorazmente está depredando la biodiversidad. Pero esto no acontece sin reacciones desde abajo que renuevan sus luchas y encuentran e hibridizan sus formas de lucha. Se está reformulando la lucha de nuevas clases sociales. El aprendizaje popular va comunicando y dinamizando capacidades hacia la alternativa. Hay una importante fuerza que ha aprendido a traducir su acción colectiva en algo visible en esta época informacional. Se percibe que, frente a la gran fermentación social y la paradójica endeble organicidad actual, existe una solución en la búsqueda de convergencias, temática en la que ha sido un lúcido experto quien dirige esta publicación. Resulta evidente que los actores sociales populares actuando por sí solos no pueden enfrentar poderes tan concentrados. Hay necesidad de un fructífero diálogo y del tejido de redes, y de redes de redes. No hay ingenuidad de parte de los responsables de esta publicación. Saben que el poder tratará de impedir y de romper estas redes. No obstante, el que ante graves crisis sociedades concretas los actores populares hayan sido capaces de innovar formas como la recuperación del trabajo, los comedores populares, las escuelas comunitarias, la vigilancia popular ante la inseguridad social, etc., y todo esto al margen de los partidos, está mostrando que hay una gran vitalidad desde abajo que puede traducirse en la configuración de vías alternas que muestran su viabilidad. Los autores han comprobado que dentro de cada conflictividad hay una esperanza. En el reclamo de los derechos negados hay nuevos imaginarios y nuevos sujetos en estructuración. El libro es exitoso en analizar cómo surgen y cómo actúan estos nuevos actores sociales, hábiles innovadores de formas de luchas. El libro es muy acertado en visualizar cómo las movilizaciones multiactorales crean una política de nuevo tipo desde la vida cotidiana que relaciona lo que sucede al interior de las casas con la intemperie de las calles. Evidentemente estamos ante la emergencia de un amplio sujeto, que todavía tiene poca consistencia orgánica, que abunda en expresiones fragmentadas, pero con capacidades de construcción de convergencias que acrecienten la conciencia y capacidad de ese sujeto insumiso capaz de convertirse en el sujeto transformador. |
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