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| México: El Cinismo Institucionalizado
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| por Francisco J. Vázquez
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En el año 1972 los esfuerzos de Estados Unidos y Francia se centraban en intentar desarticular por completo la llegada de opio y heroína procedente de Turquía y su entorno a Estados Unidos. Sin embargo, al "cerrarse ese grifo" de entrada de opiáceos a dicho país anglosajón los consumidores estadounidenses se ven desabastecidos, y fijan sus ojos en el país vecino: México, un país próximo y fronterizo con un montón de ventajas respecto a este tema. Ventajas derivadas de la proximidad cercana, la amplitud de zona fronteriza compartida y difícil de vigilar, los diversos métodos de entrada de la droga (desde los más ingeniosos y sutiles a los más desproporcionados, usando maquinaria pesada como aviones o camiones de gran tonelaje), y cómo no, la cantidad tan desproporcionada de miembros de las fuerzas de seguridad y gubernamentales que hacían la vista gorda a cambio de sustanciosas ventajas, casi siempre económicas. Especialmente del país azteca, aunque también se da en el lado yanqui.
Se crean auténticas organizaciones interconectadas entre sí, y muy difíciles de desarticular. Primero por las relaciones de parentesco que se daba entre ellas, y segundo por las de amistad y "buena voluntad" con las que unas se ayudaban a otras. Y todo ello sin olvidar, por supuesto, el "buen hacer y el empeño" que en esta temática ponían multitud de funcionarios que previamente habían sido tentados convenientemente por los narcotraficantes.
Por su parte, los agentes de la DEA se sienten impotentes para poder atajar el cada vez más creciente problema de entrada de droga en Estados Unidos. Así, desde chivos expiatorios en sus filas a intereses políticos y económicos que frenan sus iniciativas, pasando por bancos que blanquean impunemente el dinero generado por los narcos y cuyas actividades no se pueden investigar debido a las múltiples trabas que los gobernantes mexicanos imponen a criterio propio, hacen poco menos que imposible que este grupo pueda actuar con eficacia.
Esto y mucho más es lo que el lector podrá encontrar en este libro, un informe político impresionante elaborado por Eduardo Valera-Cid, que pone de manifiesto las ramificaciones tan arraigadas y poderosas que los cárteles de la droga mexicana elaboraron a partir de comienzos de los años setenta, aprovechando una situación que tanto estratégicamente como económicamente les era sumamente favorable.
Lo que más sorprende al lector que se adentre en este informe es la cantidad de nombres y apellidos, fechas, lugares y acciones que concurren en la trama, algo que no es muy habitual por lo cercano en el tiempo de los sucesos, y porque aún hoy día, pese a que lo que en el libro se cuenta ha cambiado de manera sustancial a mejor (se lucha contra el narcotráfico muy activamente), es más que probable suponer que muchos de esos nombres sigan ocupando puestos privilegiados en algunas organizaciones dedicadas al tráfico de estupefacientes, o a su "apoyo logístico".
Sin lugar a dudas adentrarse en las páginas de "México. El Cinismo Institucionalizado" puede suponerle al lector encontrarse con datos que a buen seguro le sorprenderán. Leerá acerca de lugares íntimamente relacionados con los cárteles mexicanos (como es el caso del "Triángulo de Oro Mexicano", compuesto por las ciudades de Chihuahua, Culiacán y Guadalajara), de operaciones de agencias gubernamentales en pos de la erradicación del narcotráfico (como por ejemplo, la `Operación Cóndor´ o la `Operación Cargo´), se verá inmerso en un aluvión de datos relacionados con asesinatos, personas que intervienen en las operaciones de uno y otro bando, testigos, chivatos, ajustes de cuentas... en definitiva, una auténtica odisea por el oscuro mundo de los Cárteles Mexicanos.
"México. El Cinismo Institucionalizado" es algo más que un libro. Es un informe que a todas luces creará sorpresa en el lector, pero que pondrá de manifiesto el hecho de que el poder y el dinero son capaces de corromper no sólo conciencias, sino incluso sociedades. Si se tiene la oportunidad de leerlo, no debe dejarla pasar. Cien por cien recomendable.
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