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Los Años Del Miedo
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por Pedro M. Valenzuela
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La Guerra Civil Española se acabó en 1939 pero con la Victoria también llegó la cruel posguerra marcada por la venganza y la represión sobre los vencidos, fueron los años del hambre o ‘LOS AÑOS DEL MIEDO’. Con la promulgación de leyes como la ‘Ley de Responsabilidades Políticas’ o la ‘Ley de Represión del Comunismo y la Masonería’, se dejaba muy claro cuál debía ser la ideología oficial de la población que quedó en España si no querían enfrentarse a ‘juicios militares’ o ‘juicios civiles’, con sentencias que iban desde la confiscación de bienes o prisión hasta pena de muerte, un panorama nada alentador para la mitad de españoles que habían perdido la guerra y que tuvieron que convertirse al nuevo sistema para no significarse más de la cuenta acarreando fatales consecuencias para sí y los suyos.
Con esta nueva historia novelada Juan Eslava Galán retoma el estilo que tan bien le ha servido en las geniales ‘HISTORIA DE ESPAÑA CONTADA PARA ESCÉPTICOS’ y ‘UNA HISTORIA DE LA GUERRA CIVIL QUE NO VA A GUSTAR A NADIE’, donde logra la combinación perfecta entre las más variadas y reconocidas fuentes para armar la historia ‘de enciclopedia’ con los testimonios y relatos más curiosos, creando una historia oficial adornada con el costumbrismo más particular. Sin complejos, un escritor que no se casa con nadie ni da nada por sentado, reescribir el pasado sin prejuicios, analizando y criticando todas las fuentes; además, debido a la gran experiencia didáctica del autor, es de agradecer que estos libros de ‘historia alternativa’ (por lo de sin prejuicios) sean tan válidos para el no iniciado que quiera acercarse por primera vez a esta oscura época, por lo fácil de su lenguaje y exposición de argumentos, como para quien quiera profundizar en ciertos aspectos, que Eslava Galán se encarga de desarrollar ampliamente apoyado en una envidiable bibliografía que abarca desde los clásicos hasta la revista Interviú.
En estos años la propaganda para igualar el culto al Caudillo a la exaltación de el Duce de Italia o el Fürer de Alemania funcionó fenomenal, y gracias al apoyo de la Iglesia (Pío XII proclamaba que ‘España es la nación elegida por Dios’) y del Ejército se determina no sólo el estilo político si no de vida de España, con el catolicismo como base para regenerar al país y librarlo de las tentaciones liberales auspiciadas por la República, con la vida social (la oficial, claro) centrada en las prácticas religiosas, que tampoco es gran novedad donde todavía se calcula el tiempo de cocción de los huevos y pasteles por padrenuestros y credos. La economía ofrece todavía peores perspectivas con una balanza de pagos deficitaria, por lo que Franco adoptará una doctrina a salvo de los vaivenes de la economía internacional: la autarquía, que suprime las importaciones (agudizando el ingenio de los españoles que crean sucedáneos de casi todos los productos) y cierra las fronteras a las democracias liberales, lo que resulta una utopía irrealizable al carecer de numerosos productos y materias primas, hecho al que hay que sumar el rechazo de líneas de crédito ofrecidas por Inglaterra y Estados Unidos en 1939, además de desafortunadas estrategias como medidas de cambio en el mercado de divisas. Una situación de hambre, piojos, frío, restricciones eléctricas, falta de medicamentos, etc. que se prolongará hasta bien pasada la II Guerra Mundial, donde el consuelo de los pobres era tener la paz que a otros pueblos le faltaba.
Dos personajes contrapuestos servirán para ir viendo la evolución de la sociedad en estos años, un joven hijo de un preso republicano que irá pasando por distintas penurias y trabajos que le permitirán malvivir aguantando estoicamente entre cartillas de racionamiento y cutres habitaciones, y un perfecto medrador que prospera a la sombra del régimen gracias al estraperlo y a las adecuadas amistades, llegando al culmen de organizar una montería para Franco. Con los comentarios propios de una barbería tendremos las opiniones de la época sobre la política de no intervención de España en la II Guerra Mundial, Gibraltar, las nuevas Cortes españolas… pero también sobre la visita de Evita, el gol de Zarra, o el éxito de la película Gilda (con el impagable boicot de curas y obispos). Toda una recomendable experiencia la de recorrer de la manera más agradable e instructiva estos tristes años (1939-1952), tan cercanos y tan lejanos a la vez, que marcaron la vida de varias generaciones y todo un país. |
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