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Al Faro
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por Silvia Rodríguez
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Tal y como viene siendo habitual en la obra de Virginia Woolf, en “Al Faro” no se descubre nada nuevo para los incondicionales de la autora. Tanto en el argumento como en la técnica narrativa se pueden encontrar elementos comunes: personajes atormentados e insatisfechos consigo mismos y con la realidad que les ha tocado vivir; paisajes agrestes y desfavorables para la convivencia y habitabilidad humana; y la novedosa utilización de la tercera persona y del reproducción de los pensamientos de los protagonistas.
Este hecho puede dificultar la lectura a los no duchos en la materia, lo que no le quita un ápice a la tensión narrativa, al contrario, quizás se deba prestar más atención y leer con más tranquilidad. Apenas hay separación entre los participantes de un diálogo, sino que se reproducen literalmente lo que se les pasa por la cabeza; puede dar la sensación de que no hay contacto físico entre los individuos, lo que lleva al desconcierto y a darle a la incomunicación una importancia aún mayor.
La señora Ramsay planea hacer una excursión a un faro con sus ocho hijos y algunos amigos, pero el mal tiempo y la autoridad de un marido prepotente hará que sus planes se deshagan, lo que supone un enfrentamiento entre los miembros de la familia contra el señor Ramsay. La excursión podría interpretarse como una viaje “iniciático”, una válvula de escape ante la opresión, una huida en busca de la verdad por una mismo.
En cuanto a los personajes suelen repetirse los mismos roles que tanto obsesiona a la autora: la mujer, “realizada” como madre de familia numerosa, pero frustrada a nivel intelectual por la sociedad machista de la época victoriana; la estigmatización de la solterona, “obligada” a elegir entre la búsqueda de su felicidad, materializada en su cultivo profesional, pero casi siempre abandonada por “el qué dirán”; la figura del hombre, que aparece como una figura paternalista, “ejecutor” del carácter más rebelde y sublime de la mujer. Y, en cuanto los fenómenos atmosféricos, el mar, las tempestades, el viento... todos aliados en la eterna lucha de sexos, en la incompatibilidad, en la incomunicación...
Esposas rebeldes de pensamiento pero no de acción; mujeres que luchan por defender su valía, no sólo en el campo de la maternidad; individuos que oprimen, otros que son oprimidos...Todo tejido en todo a la complejidad del carácter de Virginia Wolf, que, o desconcierta y engancha, o harta.
Pero que, sobre todo, no pasa desapercibida.... |
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