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Rafael Muñoz Zayas
 por Ignacio Segurado

Una adolescente desarraigada, insatisfecha, de incontenibles impulsos asesinos, intravertida... ¿no cree que la vida de cualquier chica de 17 años tiene mucho menos?
Espero que no, sinceramente. Pensar que no habitan estas emociones e impulsos en una adolescente descubre cierta ingenuidad ante la realidad que nos rodea porque no son más que una parcela de los matices de la personalidad que todos portamos y que de una manera y otra afloran durante nuestra vida.
Oscar wilde decía que existen dos tipos de tragedia, una es no conseguir lo que quieres, la otra es conseguirlo. ¿es ese el desencanto más visible que deja la adolescencia?
Este desencanto del que me habláis tiene más que ver con la vida en cualquiera de sus etapas que con la adolescencia en concreto. La adolescencia puede ser un tiempo hermoso para vivir, pero sea así o no, termina, y esta finitud tiene que ver con la esencia de lo que somos como seres. En palabras de Heidegger, "el hombre es un ser para la muerte, y este horizonte final lo condiciona todo". Con esto os quiero decir que el desencanto es vital, no ceñido a una etapa de la vida.
La modernidad del escritor es un osado compromiso por revelar la esencia de lo contemporáneo. ¿cuánto de moderno, en el sentido estricto, hay en esta novela?
Dudo que esté capacitado para discernir cuánto de moderno hay en Malestar, pero sí, la novela tiene ciertos aspectos que la sitúan en el interior de nuestra modernidad occidental, tanto por la elección de temas como por el desarrollo estructural de la obra. También es innegable la serie de deudas literarias y cinéfilas que arrastra y que anclan a esta novela en interior de la tradición cultural del siglo pasado y que llega hasta nuestros días.
Malestar destila justicia poética. ¿es justo?
Es necesario, no justo. Permitir que una obra de arte, es un sentido general, se rija por una justicia de distinto alcance de la poética es justificar todo lo que seguramente, desde otros principios vitales nos incomoda, asusta o indigna. Creo que era Quincey el que decía algo así como que "la justicia más poderosa se da cuando trata no con los elementos de la vida terrestre sino con los elementos de la creación propia, y dentro de esta creación cuando se amolda a la ideas preconcebidas por el autor". Traduciendo, que en una obra literaria tenemos la oportunidad de crear un mundo gobernado por sus propias leyes y que esta capacidad no debe desaprovecharse sino emplearse.
En su novela las conversaciones de chat juegan un papel ambiguo entre el impulso natural de comunicarse, y el gusto casi obsceno por conservar la impunidad del anonimato. ¿representan estas nuevas formas de comunicación el triunfo definitivo de lo privado en nuestra sociedad?
Pensar que en nuestra sociedad estemos asistiendo a un triunfo definitivo de lo privado es pretender que vivimos en una democracia real o en una sociedad igualitaria y libre. Pero bueno, a lo que vamos, el Chat como juego donde escondemos la propia identidad es más bien la ilusión de no ser lo que somos durante una breve fracción de tiempo en un espacio irreal. Y esta ficción que pasa normalmente de lo fingimos ser a lo que somos se rompe no es más que otra de las formas que adopta la nueva sociedad de la información para permitir a sus integrantes seguir con los milenarios ritos de la seducción.
¿Por qué decidió dar el salto de la poesía a la narrativa? ¿qué puede contar una novela que no cuente un poema? ¿no será un atajo?
El impulso de la escritura en prosa o en verso es el mismo. Prosa y poesía conviven en mi obra desde hace bastantes años, casi crecieron simultáneamente, sin duda con mayor profundidad y potencia en el verbo poético. Pero prosa y poesía responden a diferentes niveles de comunicación y a diferentes impulsos creativos. E, indudablemente, una novela ofrece una serie de herramientas y una extensión de la que carece el poema, y como consecuencia de ello, nos permite en un sentido estricto contar muchísimas más cosas que empleando un texto poético, aunque sea a niveles distintos, como ya os he comentado y bien sabéis.
En los últimos tiempos, el foco mediático se ha apagado para los casos de violencia de género y encendido para lo que ya ha sido etiquetado como violencia escolar. como novelista interesado en estos temas, ¿cómo interpreta que hasta ahora los medios apenas hubieran dado relevancia a estos casos?
Particularmente pienso que la violencia escolar siempre ha existido y que tiene mucho que ver con la crueldad que muestran los niños con sus congéneres. El ruido mediático ha venido cuando se ha normalizado esa violencia física que antes era casi exclusiva del mundo infantil masculino y que ahora afecta indistintamente a ambos sexos.
¿Qué proyectos tiene ahora entre manos? ¿seguirá por el camino de la novela o regresará de nuevo a la poesía?
Simultaneo poesía y prosa, trato de terminar una novela que sigue investigando las relaciones del azar con la vida, que era uno de los pilares sobre los que se construye Malestar, y trato de cerrar un libro de poesía que ya ha aparecido fragmentariamente en varias antologías, en fin, lo normal.
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