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Iván Martínez Hulin
 por Francisco J. Vázquez

portada Martínez Hulin
Acaba de aparecer el vuelo del cisne, tu segunda novela, pero ésta es muy diferente a tu anterior trabajo, diario de un cazador. linaje. ¿eres un autor de muchos géneros?
Sí, podríamos decirlo así. Como ya he comentado en más de una ocasión, llevo unos cuántos años escribiendo, lo que me ha permitido contar con cierto fondo literario. Digamos que mientras otros autores escriben un año para sacar el libro al siguiente, yo cuento con alguna que otra bala más en la recámara (risas). Además, nunca me he puesto barreras como lector, por tanto me parecería verdadera estrechez mental hacerlo como autor. Intento escribir siempre sobre lo que me apetece.


Viendo que tienes material acumulado, cuéntanos, ¿de dónde te viene esta afición por las letras?
Nací, crecí y me eduqué rodeado de libros. Mi familia siempre ha tenido tradición literaria y podríamos decir que vine al mundo con tinta en las venas (risas). Cuando fui creciendo, me interesé también por el mundo del cómic, algo que pareció preocupar seriamente en casa. Sobre todo cuando veían que iban pasando los años y no dejaba la afición (risas de nuevo). Muchas personas tienden a despreciar la literatura de los cómics porque van acompañados de dibujos y eso parece convertirlos en algo exclusivamente infantil. Sin embargo, mi pasión por las viñetas no hizo sino aumentar mi deseo de leer cada vez más, desde las obras de autores clásicos, hasta los contemporáneos. Mi mala salud adolescente, también ayudó a que permaneciera en casa con un libro en las manos. A este respecto hay que señalar que teníamos menos tentaciones que los jóvenes de hoy en día.


¿Puedes contarnos algo sobre esas novelas que aguardan el momento de ser publicadas?
Jamás hablo de las obras que aún no han visto la luz. Tampoco sobre los proyectos que tengo en cartera. Es una pequeña manía personal, así que tendrás que disculparme si te digo que no.


¿Te costó mucho trabajo caminar por la senda literaria? ¿cuáles fueron tus comienzos?
Realmente sí. Más que por caminar por la senda literaria (sonríe y me dice que le ha gustado la frase) por el duro tormento que supone encontrar editorial. Para mí, escribir es algo natural, por tanto, a pesar de que conlleva mucho trabajo, no es lo más sufrido. Lo peor, sin duda alguna, es intentar que alguien lea tus obras y, todavía más, que se arriesgue a publicarlas. Eso sí es un reto.


Y sobre los comienzos, ¿qué puedes decirme?
Perdona, me he saltado esa parte. Mis comienzos a nivel profesional podrían situarse más o menos a los dieciocho años. O así lo siento yo. A esa edad, terminé mi primera novela y tenía claro que quería dedicarme a ello. Aunque tengo que confesarte que hubo un intento muchos años antes.


¿Cómo fue eso?
Con once o doce años ya intenté elaborar una. Afortunadamente, me di por vencido antes de terminarla (risas).


Volviendo a el vuelo del cisne, en el libro afloran los sentimientos. ¿has basado la historia en un caso real de tu entorno?
No, no está basado ni por asomo en nada real. Al menos, no en un caso en concreto. Siempre digo que todo cuanto rodea a un escritor, ya sean personas, lugares o cosas, son susceptibles de convertirse en parte de un libro. Es un pequeño riesgo que tienen aquellos que forman parte de nuestra cotidianidad (risas). Pero a algunos les gusta vivir con ese peligro. No obstante, aunque la historia que se narra en El Vuelo podría ser real, tengo que confesar que salio enteramente de mi imaginación.


Muchos escritores tienen manías a la hora de realizar su trabajo, ¿tienes alguna confesable?
No, lo cierto es que no. No soy una persona especialmente maniática.


Salvo en lo relativo a hablar de los proyectos...
(Risas). Sí, salvo eso.


¿Cuánto tiempo tardas en escribir una novela?
Depende del tipo de historia. Lo cierto es que no puedo darte una aproximación. Hay novelas que me han llevado varios meses, entre nueve y diez, y otras que se escriben mucho más rápido. Imagino que ello está relacionado con la investigación, la documentación o la complejidad de la temática.


"No se puede escribir sin tener una cierta soltura con el lenguaje. No te confundas, esto no quiere decir que sea un académico, ni mucho menos. Pero sí hay que tener cierto dominio de la herramienta con la que trabajamos..."
portada Martínez Hulin



El vuelo del cisne es un drama, ¿el resto de tu repertorio también contiene tintes dramáticos?
No, siento contradecirte, pero El Vuelo del Cisne no es un drama. Al menos, esa no era mi intención al escribirlo. Es cierto que hay situaciones que inspiran tristeza, pero creo que la lectura final es positiva. Es una celebración de la vida y la profunda alegría que supone compartir ésta con los demás. Con respecto al resto de mis libros, yo no diría que son necesariamente dramáticos. La vida tiene momentos alegres y momentos menos luminosos, por tanto los libros que hablan de la experiencia vital, deben contener ambos elementos.


Es un libro evocador que inspira mucha humanidad. incluso diario de un cazador – linaje contiene tintes de narrativa humanista, ¿convergen todas tus obras hacia este punto?
No me considero ningún experto como para adornar mi nombre con la palabra humanista, pero sí tengo cierta tendencia a preocuparme por el mundo que me rodea y por aquellos que lo disfrutan, por tanto es probable que mi curiosidad por el ser humano se vea reflejada de alguna manera en mi obra


El pueblo que aparece en el libro no es una villa común, ¿te has basado en algún pueblo real para escribir la historia?
Si digo que sí, malo (risas), y si digo que no, también (más risas). No, no se trata de un pueblo real. Sí es cierto que he tomado pequeñas porciones de lugares existentes, detalles más que otra cosa, pero el pueblo, que es un personaje más del libro, no existe ni ha existido nunca… al menos, que yo sepa.


¿Qué te ha empujado a situar la acción de la novela en málaga? ¿es porque conoces bien la ciudad?
Tengo que confesar que, normalmente, no menciono los lugares en los que transcurre la acción. Creo que hay una doble vertiente para entender esto. Por una parte, hay lectores que prefieren situarse geográficamente a la hora de leer un libro, mientras que otros disfrutan dejándolo a la imaginación. Por eso, en mis comienzos, intentaba no aportar detalles exactos de las ciudades que empleaba para la narración. Creo que fue al leer La Sombra del Viento, que me di cuenta de que era una oda constante a Barcelona y me hizo replantearme que quizá no estaría mal que los foráneos pudieran tener una información parecida sobre Málaga. Imagino que puede calificarse de ataque de “patriotismo chico” (risas).


¿Crees que los lectores pueden identificarse con la protagonista?
Dicen que una de mis habilidades más destacables como narrador es, precisamente, la de construir buenos personajes, creíbles y realistas. Por tanto, no me corresponde a mí decir si los lectores pueden o no identificarse con ellos, aunque creo que resulta posible. Yo lo hice (risas).


Para alguien de tu edad que no ha vivido la época hippie, debe haber resultado complicado introducir el legado de este movimiento como base de la obra, ¿a qué fuentes has recurrido para documentarte?
Yo nací en la década de los setenta, por tanto era demasiado pequeño como para percatarme de nada pero, bien es cierto, que el movimiento de la paz y el amor libre no desapareció de un día para otro. Los ochenta fueron dignos herederos de esta locura adorable, pero transitoria, que envolvió todo el mundo y yo pasé mi niñez en los ochenta, así que imagino que podríamos decir que yo mismo soy heredero de aquellos maravillosos años. De cualquier modo, he visto algunos reportajes que me han ayudado a documentarme para ambientar correctamente la novela.


Algo que me ha llamado la atención al leer el libro es la riqueza de vocabulario que despliegas. ¿a qué se debe esto? ¿tienes un diccionario al lado cuando escribes?
Gracias, me lo tomaré como un cumplido. No se puede escribir sin tener una cierta soltura con el lenguaje. No te confundas, esto no quiere decir que sea un académico, ni mucho menos. Pero sí hay que tener cierto dominio de la herramienta con la que trabajamos que, en este caso, es el lenguaje. Supongo que también me habrá influido la lectura, esencial a la hora de aprender nuevo vocabulario de una manera natural. Siempre digo que leo, por lo menos, el triple de lo que escribo, aunque en realidad es mucho más (risas). Y en cuanto al diccionario, no suelo tener uno al lado cuando escribo, pero sí recurro a él de cuando en cuando, especialmente al de sinónimos y antónimos que conservo como un tesoro.


Además del vocabulario, has demostrado poseer una gran imaginación, recreando la ciudad de nueva york o de boston en diario de un cazador y sacándote todo un pueblo de la manga en el caso de el vuelo del cisne. ¿siempre has tenido tanta imaginación?
La verdad es que sí. No sé si eso lo convierte en un caso clínico (risas), pero siempre he vivido a medio camino entre la realidad y mis muchas ficciones. Y tengo que confesar una vez más, que es mucho más divertido.


Con respecto a diario de un cazador – linaje, has alcanzado la segunda edición, ¿cómo te hace sentir esto?
Muy contento. Imagina, saber que tu obra ha llegado a tantas personas y ha despertado interés. Es una experiencia muy hermosa, porque los escritores no nos dedicamos a esto por la fama, la gloria o el dinero, sino que lo hacemos para poder ser leídos cuanto más, mejor.






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