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Antonia J. Corrales
 por Francisco J. Vázquez

portada Corrales
La dÉcima clave es una novela de ficción, pero... ¿hasta qué punto?
Los personajes y hechos históricos son reales. También lo es el proyecto tecnológico que envuelve la trama. LA DÉCIMA CLAVE tiene más de realidad que de ficción. Que la realidad narrada en sus páginas bajo una prosa “ficticia” pueda acontecer, y me refiero al proyecto tecnológico, o esté aconteciendo, es algo que tarde o temprano sabremos… ¡si nos dejan!


Es también una obra con multitud de personajes, situaciones y lugares. ¿por qué has elaborado una estructura tan compleja?
Tu pregunta me ha evocado una que me hicieron hace mucho tiempo. Me preguntaban cómo describiría a un escritor de suspense, a lo que yo respondí que los escritores de suspense somos arquitectos de la imaginación. Construimos estructuras en donde el lector entra y sale por cientos de laberintos, con cientos de ventanas y puertas. Creo que en ello está el arte de la literatura de suspense, en la cantidad de situaciones y personajes que el escritor va introduciendo en la trama. El suspense no reside en la historia, sino en cómo está contada.

Como tú bien apuntas, es su complejidad y al tiempo su simplicidad lo que le da ese toque especial y diferente del resto de géneros. Ya sabes: el escritor no es escritor por lo que escribe sino por cómo lo hace. Esta premisa es independiente al género que se trabaje. Sin embargo, el suspense, la intriga, para mí, exige complejidad. La historia debe asemejarse a un puzzle en el que hay muchas piezas por engarzar que poco a poco tienen que unirse hasta formar la imagen al completo. En el último párrafo el lector debe tener toda la historia en su retina. Debe tenerla porque tú le has llevado a la salida del laberinto. Y, ¿no crees que recorrer un laberinto es tan divertido como complejo?


Resulta curioso, pero pese a la complejidad de la estructura, la trama es sencilla de seguir. ¿cómo has conseguido ese resultado?
El lector en todo momento tiene que entender lo que dices, cómo y por qué lo dices. No debe perderse en la historia, en ninguna de sus partes ni de sus personajes, ni tan siquiera en sus nombres. Si se pierde o le supone un esfuerzo excesivo, la historia no está bien narrada. Esto es algo que siempre tengo presente cuando escribo. Creo que la clave está en leer lo escrito una y otra vez, pero hacerlo desde el punto de vista del lector. Hay que separarse de la historia, tener presente que tú sabes lo que acontecerá pero el lector no tiene ni idea. Debes enseñarle el camino a seguir, pero nunca andarlo por él y menos hacer que se pierda en el recorrido o que simplemente se aburra. Suelo releer mucho. Cuando, releyendo, bostezo pienso que el lector ya lleva dormido un buen rato. Creo que ése es el truco, ponerte en la piel del otro, empatizar.


Imagino que, entre ese crisol de personajes, alguno ha debido de erigirse como tu favorito. ¿cuál y por qué?
Es evidente que el protagonista, Enrique Fonseca hijo. Al estar escrita en primera persona el personaje pasa a formar parte de ti en muchos aspectos. Además, Enrique es un personaje muy especial, fuera de estereotipos, de cánones establecidos, y eso me gusta. Son rasgos que me atraen en la ficción y en la realidad. Pero Daniel también goza de un puesto privilegiado para mí. Su obsesión por las matemáticas, su inteligencia, su maestría y, sobre todo, su persistencia me encantan. Es tenaz, algo que considero básico en la vida.


Y hablando de personajes, muchos (por no decir la inmensa mayoría) son reales. ¿qué trabajo de investigación has llevado sobre ellos?
Bastante exhaustivo y pausado. He ido poco a poco, con muchos recesos. Fui investigando a los personajes uno por uno y después en conjunto, enlazando hechos históricos de diferentes siglos. Cotejé la posibilidad de que entre ellos hubiera nexos de unión desconocidos o no comprobados lo suficiente como para ser contados en los libros de historia.

Muchos de los datos que recopilé no están en la novela, hubiera sido demasiado extensa, pero no por ello dejan de ser muy interesantes y curiosos. He consultado material de bibliotecas; archivos oficiales, planos de la Ciudad Condal de hace siglos, material sobre la Cábala, la Biblia, los Jesuitas, incluso tratados de matemáticas y astronomía. He leído hipótesis sobre la relación entre el padre Ignacio de Loyola y Cervantes, más de 1000 páginas, de las cuales extracté apenas un folio para la obra. Todo lo que leí y visioné me llevó a pensar que, tal vez, el famoso Avellaneda que escribió aquella segunda parte apócrifa del Quijote fuese un miembro del clero y no un escritor que quiso plagiar o ridiculizar a Cervantes. Motivos y medios no le faltaban a la Iglesia para hacerlo, ¿o no? El trabajo de investigación fue arduo pero gratificante, tan enriquecedor y divertido en muchos momentos que volvería a repetirlo.


Una cuestión al respecto, ¿crees que es a causa de esa investigación el que los personajes casen tan bien unos con otros? ¿quizá porque has llegado a conocerlos muy bien?
Por supuesto. En cualquier disciplina o profesión es necesario dominar los materiales con los que se trabaja. Es evidente que el resultado no habría sido el mismo si no hubiera hecho el trabajo de investigación. Habría partes de la novela que ni tan siquiera existirían. Personajes que, si no hubiese investigado sobre ellos, como tú bien señalas, no tendrían alma. La obra estaría coja y los personajes renquearían por la historia.


Decimos lo de trabajo de investigación porque, es evidente, todo lo que sale en la obra tiene una base real. ¿no ha sido mucho más complicado partir de supuestos reales a la hora de elaborar la historia a contar?
Sí, así ha sido. El trabajo de adaptación es más complejo que en una obra enteramente de ficción. La verosimilitud de la parte irreal tiene que ser, si cabe, más creíble. Apenas tienes licencias como escritor. No sé si me entiendes… Me refiero a que en una entelequia puedes tomarte muchas más libertades, incluir algún que otro desbarre, consciente o inconscientemente, para salir de una situación determinada sin tener que sacudirte el polvo de los hombros. Sin embargo, en una obra como LA DÉCIMA CLAVE, las licencias, en ese punto, son casi nulas. Digo casi porque yo me he tomado alguna.


Suele ser una pregunta típica, pero... ¿qué es lo que más satisfacción te ha generado una vez tuviste concluida la novela?
Imagínate, después de tres largos años de trabajo, el sentimiento que me produjo ponerle el punto y final fue increíble. La mayor satisfacción fue ver el trabajo concluido, saber que había dado todo lo que podía y que el resultado era justo lo que había ido buscando día tras día, corrección tras corrección, lectura tras lectura.

Precisamente eso, tener la historia acabada en mis manos y comprobar que el resultado final era el esperado fue la mayor satisfacción. Luego, por supuesto, vino el dictamen de mi agente, Antonia Kerrigan, su valoración es para mí decisiva, no por las connotaciones de contratación, sino porque su opinión siempre es certera y ante todo franca, algo que tiene un valor incalculable. Después fue el dictamen de mi editora, Carmen Fernández de Blas, y más tarde el de Olga García de la Rosa, con la que trabajé codo con codo.

Esos tres puntos han sido los más satisfactorios después de la conclusión de la obra, en el orden en el que te los he citado, porque la novela no concluye cuando le pones el punto y final, lo hace cuando entra en las rotativas. Durante ese proceso hay un trabajo apasionante y duro que el lector desconoce. Para mí fue y está siendo muy gratificante porque tengo la suerte de estar en Martínez Roca, donde me han hecho sentir en mi casa.


"El lector en todo momento tiene que entender lo que dices, cómo y por qué lo dices. No debe perderse en la historia, en ninguna de sus partes ni de sus personajes, ni tan siquiera en sus nombres. Si se pierde o le supone un esfuerzo excesivo, la historia no está bien narrada."



Análogamente, ¿qué ha sido lo más complicado, lo más difícil?
Lo más complicado fue sintetizar toda la información que había ido recopilando y lo más difícil engarzar esa información dentro de la trama si que hubiera un exceso de tecnicismo ni una carencia de información. Hacer que la lectura fuese rápida sin que esto convirtiese la obra en un texto banal.


Tu novela es difícil de clasificar. tiene una amalgama de características entre la novela negra, la histórica, la de aventuras y el thriller. ¿es algo premeditado o surgió sin pensar?
No es premeditado. Es mi estilo. En todas mis obras, tanto en novela como en relato breve o en un artículo de opinión hay ese toque que algunos han definido como distinto. De todas formas la literatura de suspense roza todos los géneros que citas. Una obra de suspense puede contener una parte histórica sin ser novela histórica, una parte de aventuras sin ser una novela de aventuras y puede tener la rapidez y las connotaciones de un thriller. El tema, creo, no es que la novela enclave muchos géneros sino que el género de intriga puede englobar muchos géneros y convertirlos en subgéneros dentro de una trama concreta. Tenemos que acostumbrarnos a un cambio de registro en cuanto a la literatura, dejar de clasificar por norma. Pienso que una novela puede desarrollar un tema histórico, una intriga, una historia personal llena de emociones, sentimientos y al tiempo ser de fácil lectura sin dejar de lado la buena narrativa; la prosa rica en recursos lingüísticos.


Normalmente los autores suelen vestir a sus actores con las características propias o de conocidos. ¿cuánto hay de antonia j. corrales en sus personajes?
La metafísica. Algunas de las reflexiones que hacen los personajes en cuanto a Dios, la Ciencia, la vida y su sentido. También las reivindicaciones sociales y, sobre todo, la tolerancia. Soy una persona tolerante. Parto de la base que la verdad única no existe. Hay muchas verdades, las nuestras y las de los que nos rodean y eso está en la obra desde sus comienzos hasta su conclusión.


¿Qué es, a ojos de la propia autora, lo que más va a llamar la atención del lector?
Posiblemente descubrir que lo que parece ficción es real. También, quizás, el destino de Enrique Fonseca. Su evolución dentro de la historia. Aunque a muchos les impresionará la estructura que, como tu apuntabas antes, tiene un entramado criptográfico pero al tiempo es sencillo de desencriptar. Sí, tal vez eso, el ir resolviendo criptogramas que a su vez encierran otros puede ser lo que más llame la atención del lector a medida que avanza por la historia. Descubrir que la novela es como el diámetro de la circunferencia, en ella, el comienzo y el fin coinciden.


¿Por qué alguien debería comprar tu libro?
Porque estoy segura que le hará hacerse más de una pregunta, dudar de muchas cosas. Aparte, claro está, de pasar horas agradables, llenas de intrigas, misterios, sentimientos y buena narrativa. Al menos eso es lo que yo he pretendido.


Y por último, ¿algo que decir sobre los nuevos proyectos en los que ya trabajes?
Estoy documentándome para la tercera que ya está empezada. En ella entrelazaré tres temas muy interesantes que creo darán mucho que hablar por la polémica que les rodea y que, según mi hipótesis, se acrecentará después de que la escriba. Nada sucede por casualidad, esa es una premisa de mi vida y, como en LA DÉCIMA CLAVE, en mi tercera obra el destino escrito me llevó hasta el núcleo de la trama que estoy desarrollando. A modo de avance puedo comentarte que comienza en Roma en el siglo XIV, para luego saltar a la época actual en donde se desarrolla la mayor parte de la historia. Ese es mi proyecto prioritario. Su comienzo es éste:

"El efebo parecía acecharlo, casi oculto, sepultado por el gentío que se arremolinaba alrededor del espectáculo y que formaba un círculo cada vez más dilatado. El suelo de la Piazza de S. Pietro rezumaba humedad. Los cantos mojados, hacían que las plantas de sus pies, a pesar de estar encallecidas y encostradas, resbalaran sobre ellos una y otra vez, mientras que el joven desarrapado intentaba mantener el equilibrio sujetando sus rodillas con ambas manos. La posición del mancebo, en cuclillas frente al anciano, con la barbilla levantada, y la mirada fija en la zamarra del viejo, que oscilaba mugrienta de izquierda a derecha…".






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