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Una Nave De Sexo Y Ficciones
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por María Ángela Guzmán
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El amor no es siempre trágico, no siempre está acompañado de dolor, no es como lo pintan en las telenovelas. El amor, y el sexo, son más prosaicos, más sujetos a la casualidad, más humorísticos incluso. En la vida real es posible que nuestros amores se vean marcados no tanto por la desgracia, sino por el equívoco, la confusión, el miedo a hablar, a acercarse a una mujer, el miedo que acompaña al que intuye ser correspondido pero no lo sabe con certeza. Y ésa es la clase de amor que retrata Esther Aparicio Hernández en su obra UNA NAVE DE SEXO Y FICCIONES, un libro de maravillosos relatos que baja al amor de su pedestal, rompe con los mitos que lo han rodeado siempre y crea a su vez nuevos mitos, plasmados en palabras.
Son los mitos que se encuentran en lo profundo del corazón de cada persona en nuestro diario vivir, de la mujer que ha descubierto por fin que el caballero de la brillante armadura es una mentira que leyó en los cuentos de hadas, y que su nuevo caballero tiene defectos, que puede no corresponder a ese cariño como lo esperaríamos o puede incluso dejarla sola y no volver a llamar justo después de una ardiente noche de sexo. Y cuyo único vestigio y prueba de existencia es un calcetín viejo, abandonado bajo una cama.
Es un retrato, al final, de lo que es en realidad el amor, de cómo lo concebimos en la actualidad y cómo nos acomodamos a relaciones que están muy alejadas del ideal de fantasía pero no por ello dejan de tener cierto secreto encanto. |
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