|
Soñando La Guerra
|
por Antonio Ruiz Vega
|
|
En la nota inicial el autor cita a su vez a la comediante Hermione Gingold: Se diría que lo he probado todo, menos el incesto y el baile folklórico (debe ser el equivalente yanky a nuestro “menos montar en globo y tomar por culo”). En cuanto al autor, bueno… por lo menos confiesa que lo que no había escrito eran panfletos…
Y aquí lo hace genialmente.
Y resulta ser un argumentador temible, no deja pie con bolo.
En estos tiempos de furia antiyanky uno se desgañita explicando que la verdadera tradición norteamericana es aislacionista, pacífica y, porqué no decirlo, bastante libertaria.
Gore pertenece a esta tradición que se remonta a los fundadores de la república y no es de extrañar que se reclame como uno de los últimos “republicanos” en el sentido etimológico, no en el del Partido Republicano, claro está.
Pero hay un tema en el que no quiere o puede entrar a fondo y que es la clave de todo este proceso perverso que ha convertido la república norteamericana, aislacionista y con vocación de introspección, en el actual Imperio. La influencia, por decirlo suavemente, del sionismo internacional en la toma de decisiones de esta gran nación. Algo que, lejos de ser cosa del pasado, se está agravando por momentos.
Y en cuanto al actual presidente, Vidal no deja lugar a la duda respecto a lo espurio de su victoria electoral y consiguiente investidura. No es ya que el sistema esté viciado desde sus cimientos, que lo está, sino que ni siquiera esta legislación torticera se cumple. Todos recordaremos el bochornoso episodio del recuento de votos del distrito de Florida, que le dio la “victoria”… Gore Vidal se limita a constatar que, sencillamente, Bush no ganó las elecciones y gobierna por lo tanto ilegalmente, aupado por triquiñuelas legales.
Hasta el 12 de diciembre disfrutamos de una serie de elecciones calladamente corruptas, ocultadas con decoro a la opinión pública. Pero el Supremo actual, a la buena de Dios, ha levantado todas las liebres…
Bush, con fuertes intereses en el sector petrolero (la empresa familiar castellanizó en el pasado su apellido convirtiéndose en “Arbusto” aunque posteriormente se volvió al apellido inglés), es un peon que se mueve siguiendo las directrices directas de las que alguien denominó “7 hermanas”, las grandes compañías petroleras.
Un vez revelado el esquema real del poder en los USA lo sucedido después del 11 de septiembre alcanza todo su sentido. El temor de las compañías que gestionaban los oleoductos y gasoductos que atraviesan Afganistan provocó una intervención que estaba programada y preparada mucho antes del atentado de las Torres Gemelas, y la incipiente escasez de los yacimientos texanos es lo que ha provocado el gambito de caballo de la conquista de Irak…
Desde los tiempos felices en los que los europeos nos permitíamos desembarcar en los EE.UU y meterle fuego a la Casa Blanca (Rule, Britannia, la última vez fue el 24 de agosto de 1814, habrá que escribir esta fecha con letras de oro en la historia, y la Norteamérica fiel a la Corona –Canadá– resistió nada menos que dos intentos de invasión), los norteamericanos, en aplicación de la famosa doctrina del Destino Manifiesto se han convertido en el Hermano Mayor y en el Gendarme del Mundo. Momentos cruciales de este ascenso a Potencia Unica, fue la famosa reunión entre Churchill y Roosevelt en el Atlántico Norte, en plena guerra mundial, cuando el premier británico le “traspasó” el Imperio. Y luego está, claro, la caída del bloque soviético, sin olvidar una fecha intermedia, la crisis de Suez, cuando los EEUU “ponen las pilas” a Francia y el Reino Unido y les impide limpiar el patio trasero de Europa, que ahora es “su” patio…
Muchas de las cosas que tan bien explica aquí Gore Vidal son ya bien sabidas, como la provocación tácita que llevó al atentado del World Trade Center (el séptimo acto de una serie que comenzó con la voladura del Maine. En cuanto a Pearl Harbour, el famoso día de la infamia, Vidal escribe: En realidad, buscábamos una guerra con Japón desde principio de siglo), la impunidad con la que se movieron los terroristas en la preparación de sus planes, los numerosos interrogantes que nadie ha conseguido explicar razonablemente, etc.
Y me temo que Gore Vidal idealiza la libertad de prensa europea (que loa varias veces en este libro). La diferencia va siendo mínima, porque está claro que el modelo que seguimos, de primar la audiencia y demás, sigue muy de cerca el estilo norteamericano.
Lo que sabe muy poca gente (y supongo que los que menos los propios norteamericanos) es hasta qué punto EE.UU. son un gigante con los pies de barro, hasta qué punto su ruinosa economía les está abocando a una huida hacia delante.
Y es que la concentración de periódicos y emisoras en manos de muy pocas empresas, está convirtiendo a la democracia norteamericana en una parodia de sí misma. Más o menos lo mismo que está pasando en España actualmente…
Aquel que más dinero consiga recaudar para comprar espacios televisivos puede ser elegido presidente por la mitad del electorado que se toma la molestia de votar. |
|