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Sólo De Vez En Cuando
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por Ramón Tejada Holguín
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Hay quienes gustan poner etiqueta a diestra y siniestra y sostienen que saben qué es bueno y qué no lo es, pero al final del día la literatura se revela y el tiempo, que es el mejor de los críticos, dirá lo que debe decir: las etiquetas enmohecidas se desprenderán del cuerpo literario y quedará sólo la obra para defenderse. No sé a quien se le ocurrió decir que René Rodríguez Soriano, escritor forjado en Santo Domingo y Constanza que llegó a Miami con voz y talante propios, pertenece a la diáspora. Cuando Salió de aquí sus temas estaban ya definidos, así como su estilo y la mayoría de sus cuentos ya habían sido escritos. Es pues que él es un escritor nacido en Dominicana que vive en Miami, sin etiqueta. Precisamente acaba de publicar una selección de sus cuentos, o relatos como diría nuestro amigo García Romero. “Sólo De Vez En Cuando” se llama el libro. Es una colección de lo que Eduardo González Viaña y el propio René entienden es lo mejor de lo mejor.
En este libro, hay ocasiones en que René se ve influenciado por la brevedad de la poesía, es poeta el muchacho, y sus textos nos dicen que la literatura es un juego y su legitimidad le viene dada por el hedonismo de las palabras. Pero, no digo que sea un escritor ligero o superficial. Digo que asume seriamente la idea de que la literatura es una realidad paralela que se construye para que lectores, lectoras y escritor paseen sus respectivos yo por realidades alternas que nos permiten sobrellevar un poco menos tensos la “realidad real”.
René echa mano de su entorno para convertirlo en algo contable, no en sentido de entrada y salida de dinero, que de eso no sabe nada el pobrecito, digo contable en el sentido de narrable, y también en el sentido de enumerar, clasificar lo que ve y siente. Los referentes, las influencias diría un “cítrico” literario, de René no son sólo literarios. Provienen de otras artes: la música, el cine, la plástica. Leer, por ejemplo, “Alguien vuelve a llenar la tarde de palomas” es escuchar un sólo de saxofón parado en una esquina de Milano que se parece mucho a una esquina de la Zona Colonial y quedar aturdido sin saber dónde se está. Hay cuentos que se leen como una pieza de jazz de estío mediterráneo, otros son boleros tristes y hay baladas nostálgicas. Lo que nunca he encontrado en René es un cuento que sea música caribeña de la bailable.
La mujer en los textos de René es la protagonista indudable e incuestionable. Hay un enorme faro de teatro que la alumbra en el centro del escenario, y ellas no lo saben, o lo saben y se sonríen con gran picardía. ¿Notaron el cambio del singular al plural? Todas las mujeres de René son "una sola mujer": una mujer resbaladiza incapaz de ser aprisionada por la cotidianidad de la vida de un escritor. Todas son una sola: esa que se le escapa por una rendija de la realidad real. Hay tristeza. Melancolía. Nostalgia. Saudade. Aunque parezca mentira, así es como yo, que no soy crítico literario –Dios me libre- lo percibo. Qué nadie diga que juego con ventaja porque lo conozco… somos enemigos cordiales.
¿Qué decir del cine? La mezcla de todas las artes es el cine y René ha querido hacer cine en la Literatura. La voz en off, el manejo de planos paralelos, el uso de la disolvencia para pasar de una escena a otra, cambios de escenas vertiginosos como despiste para el lector que tarda en darse cuenta que la escena ha cambiado. Y sus personajes femeninos son todos una diva del cine italiano de antaño. No, nada que ver con la Anita de la "Dolce Vita" y esa fuente… Es BB la mujer que lo atormenta y se le escapa rauda y veloz en cada narración. El desencuentro con ella es grande, y lo atestigua "Alguien mueve los hilos del azar esta mañana". Esos ojos de la Brigitte Bardot me asesinan. Pero, René es loco con los hoyuelos de Julia, las piernas de Marlene Dietrich y la voz de Blanca Rosa Gil. ¿Construye René su mujer ideal en noviembre, leyendo estos papeles y con Julia de testigo? ¿Será la novia del monstruo del doctor Frankeinstein pero en clave hermosa?
En la primera parte del libro, la saga Julia, hay una sinfonía silenciosa. Julia es una mujer orquesta. Es, además, la BB, mohín hoyuelos y esos blancos dientes. ¿Qué? ¿No menciona los dientes el René? Bueno, Julia ya no le pertenece, es nuestra, es mía como lector, y a mí me gustan sus dientes. Los textos de este escritor no tienen una sola lectura, ya dije que son plurisignificantes. Cada quien aporta algo a la historia, al texto, a los personajes. No es de esos escritores que te llevan del punto A al B y dices, guao que historia, no. Si te asomas al libro de René correrás el riesgo de ser parte activa de las historias, la podrás construir y reconstruir a tu antojo, perseguirás a Julia o a Rita o a Laura por las canaletas que separan ficción y realidad. Bucearás sin escafandras por las cañerías de la ciudad sin nombre y sin límite. Hay también su poco de ballet en la última parte, pienso en Laura no sólo por los zapatos, sino por la forma de caminar, de nadar, de volar de ella. ¿Cómo hacen el amor las ballerinas?
Ya sé que ustedes se preguntan si está presente la realidad real y pedestre en este libro. Hay pinceladas, o quizás esa es la realidad real de él o quizás la realidad es una mujer que se ha transformado en estrella fugaz. La verdad es que no me aventuro a decir nada más, simplemente creo que ese señor vive en mundos paralelos al nuestro y sus narraciones son "un algo" que soñó mañana.
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