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Padres Brillantes, Maestros Fascinantes
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por Francisco J. Vázquez
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Vivimos en una sociedad en la que muchas veces parece que hemos perdido la batalla por la educación, que no es sólo lo que muchos piensan que equivale a modales, sino a fórmulas de ciudadanía, de tolerancia, de entendimiento, de armonía para con los demás y los que nos rodean.
Raro es el día en el que los medios de comunicación no nos sorprenden con una noticia en la que los actos de críos que apenas han entrado en la adolescencia nos sobrecogen por su crueldad y temeridad. Es como si algunos se rigiesen por la ley del más fuerte, independientemente de que se enfrenten con sus iguales o con adultos. Los hay tan retorcidos que, amparados en leyes que han pretendido protegerlos, se han servido de las mismas para cometer tropelías y fechorías siendo conscientes de las consecuencias y de los posibles castigos, midiendo como el que más los pros y contras de aquello que iban a realizar, poniendo así en jaque a los que desde la Administración pretenden ayudarles, y a la Justicia que, lejos de castigar, intenta corregir y salvaguardar un futuro que, para muchos, se antoja incierto.
Sin embargo no todo está perdido, ya que es posible solucionarlo partiendo desde la base del problema. De hecho, como afirma Augusto Cury, no existen jóvenes difíciles, sino una educación inadecuada. La educación es la clave de todo, y algunas pautas para conseguir aquella que sea la más adecuada sin duda la encontrarán en PADRES BRILLANTES, MAESTROS FASCINANTES.
Esta obra es un libro revolucionario, un camino hacia las leyes más elementales del civismo que se inicia desde la propia familia tanto o más como desde la escuela. Y es que es un error pensar que los niños tienen bastante con unas horas de clase al día. El colegio no es una panacea, es simplemente un apoyo. El saber se debe unir a lo que aprenden de su entorno familiar, que será lo que exterioricen después con aquellos con los que interaccionan.
Hay elementos en el libro que lo hacen no solamente interesante sino, a la vez, útil a ojos de los educadores. Se extraen enseñanzas que parecen simples, pero que contienen una sabiduría que quizá se nos haya pasado por creer que lo complejo es más efectivo. Así, nos encontramos con algunas ideas geniales que deberían hacernos reflexionar:
- Los buenos padres son los que corrigen; los padres brillantes son aquellos que enseñan a pensar.
- Los buenos padres preparan a los hijos para los aplausos; los padres brillantes preparan a los hijos para los fracasos.
- Los buenos padres dan oportunidades; los padres brillantes nunca desisten.
- Los buenos maestros educan la inteligencia lógica; los maestros fascinantes educan la emoción.
- Los buenos maestros son temporales; los maestros fascinantes son inolvidables.
Está en nuestra mano enseñar. Está en nuestra mano cambiar las cosas a mejor, con un poco de esfuerzo y muchas ganas. Puede que el camino no sea fácil, pero no por ello debe ser irrealizable. Si además contamos con libros como los de Augusto Cury, entonces sólo hay que extrapolar. Puede que nos sorprendamos a nosotros mismos, y que nos ayudemos más de lo que pensamos si ponemos en práctica iniciativas encaminadas a ser mejores personas. Si hay quien puede, nosotros también. |
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