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Motín En La Bounty
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por Juan Carlos Eizaguirre
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John Boyne ha vuelto a acertar. Después del éxito de EL NIÑO CON EL PIJAMA DE RAYAS (éxito que todavía dura) este escritor nos sorprende con un enfoque novedoso de tratar el tema, tristemente célebre, de la fragata La Bounty. En vez de las tediosas novelas e incluso películas sobre el tema: todas alrededor de un consejo de guerra, Boyne se ha servido de la bibliografía al respecto y de las transcripciones de los distintos juicios que se celebraron, para confeccionar una historia de aventuras con las vicisitudes que el mencionado barco padeció entre los años 1787 y 1788, intentando cumplir con las órdenes del Almirantazgo Británico que le llevaban a Tahití.
Obviamente las venturas y desventuras que describe son ciertas; no así la mayoría de los personajes a los que pone nombres y apellidos. Es un modo habitual de las novelas históricas: fabular un entorno de personajes y escenarios de ficción donde sustentar la verdadera historia. Podríamos decir que se trata de una licencia literaria.
Estamos ante un trabajo donde lo que más cabe destacar, a mi entender, es la capacidad narrativa de Boyne: con su gran capacidad para recrear ambientes y caracteres psicológicos; la habilidad para originar tensión constante en el argumento a la par que misterio y angustia. Tal parece que sea un escritor experimentado, cuando en realidad es un hombre joven, con muy pocas obras en su haber.
Por eso no me cansaré de mencionar esas cualidades, que hacen que el lector se introduzca de pleno en La Bounty, en las intrigas de las playas de Tahití, o en el pequeño bote con que el Capitán Bligh y los marineros no amotinados llegan, en una verdadera Odisea, a Timor y después a Inglaterra.
La obra está narrada en primero persona; son las memorias del joven criado del Capitán Bligh, John Jacob Turnstile, que se ve impelido a embarcarse en la famosa fragata huyendo de la justicia, pues con sus quince años era ya un experimentado ratero. El viaje cambiará por completo su vida.
Quizá pueda chocar al lector la utilización (en muchas ocasiones) de un lenguaje soez, incluso frases procaces. Pienso que Boyne ha juzgado oportuno escribir a veces así por, digámoslo de esta manera, necesidades del guión: para hacer más conciente al lector que los marineros y oficiales de La Bounty lo pasaron canutas intentando cumplir su especial misión en Oceanía.
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