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| Magos Y Reyes
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| por Francisco J. Vázquez
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La pasión por lo desconocido es algo innato en el ser humano. Somos curiosos por naturaleza, y el hecho de tener ante nosotros cosas que no tenemos constancia de porqué o cómo ocurren, qué las rige o, en su defecto, cuáles son sus principales y reales cualidades, hace que dicha curiosidad aflore y nos inquiete.
La referencia a "lo desconocido" no es un concepto nuevo o de acuñe reciente. Antaño ya se usaban otras acepciones que venían a significar lo mismo: ocultismo, esoterismo... No debe sorprendernos, por tanto, que nuestros antepasados, al igual que ocurre hoy día con nosotros, sintiesen predilección por estas cuestiones. Y es que la simple idea vinculada al conocimiento de un mundo y prácticas misteriosas a través de las cuales se pudiesen dominar los secretos de la naturaleza ya era, de por sí, más que una idea, una meta de proporciones insospechadas.
Sin embargo dicha "meta" no estaba al alcance de todos los mortales. Aquellos que se dedicaban a utilizar conceptos y sustancias obtenidos de la naturaleza eran denominados magos o sacerdotes, personas que dejaban traslucir un halo no sólo de poder, sino también de cierto misterio, ya que solían tener a su cargo unos pocos seguidores (discípulos) a los que transmitían sus conocimientos. Este hermetismo, unido al sentido espiritual de muchos de sus rituales y ceremonias, los envolvían en un extraño y a veces amenazador entorno que derivó, con el afianzamiento de la religión católica en la Europa occidental, en ir relegando y asociando estas prácticas "no ortodoxas a la doctrina de la Iglesia" con prácticas perversas, alejadas de la doctrina de Dios. Si ya de por sí antes tenían el canon de herméticas, ahora eran, además, heréticas.
Pero lo prohibido, lo desconocido, siempre atrae. Y cuanto más se lucha con según que artes poco claras contra algo ya de por sí oscuro, más aflora la atracción. Esto le ocurrió al denominado ahora "mundo de lo desconocido", que se afianzó ante la mezcla de prohibitivo, curioso y hereje en diversos estratos de la sociedad, siendo perseguidos y repudiados en unos casos (estratos bajos), y protegidos en otros (estratos altos, como en las cortes de los monarcas).
Y de eso trata precisamente "Magos Y Reyes". En palabras de la propia Mar Rey Bueno, "el objetivo de este libro es hacer un recorrido por diversas cortes europeas y conocer cuáles fueron los intereses ocultistas de sus gobernantes".
¿Sabían, por ejemplo, que Alfonso X El Sabio, Rey de Castilla y León desde 1252 a 1284, y uno de los reyes más importantes del medievo en Europa, fue un gran apasionado de la adivinación, la magia y la astrología? ¿Y que pese al recelo de muchos los textos que existían en estas materias fueron traducidos desde las más singulares lenguas gracias a sus profusos esfuerzos? ¿O que en la España de Felipe II, denominado "El Rey Prudente" por lo mucho que sopesaba todas y cada una de sus decisiones, la superstición y los aspectos mágicos estuvieron muy presente en muchas de las decisiones políticas que se tomaron en su reinado?
Muchas son las sorpresas que dará este libro cara al lector, mostrándonos un aspecto de la Historia para nada conocido y sumamente interesante que dejará patente que nuestras inquietudes actuales sobre determinados temas esotéricos son, como quien dice, una prolongación de las inquietudes que desde siempre, han acompañado al ser humano. Merece la pena perderse en sus páginas.
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