|
Los Atormentados
|
por Juan Carlos Eizaguirre
|
|
Connolly ha sacado de su chistera literaria una novela negra de las de antes, de las buenas, quiero decir; hoy en día es mucho el “material” que se pregona como novela policíaca, cuando en realidad no son más que novelas de aventuras, con más o menos acción, con más o menos violencia…
Sin embargo LOS ATORMENTADOS está escrita con una fuerza y un vigor, que nos transporta a las novelas negras de la primera mitad de siglo veinte, en que los policías son, casi en su totalidad, los malos, mientras que un pobre detective privado lleva el peso de una investigación encargada por un dudoso cliente; investigación que le llevará en ocasiones a trabajar fuera de la ley, aunque finalmente todo se resuelva bien, aunque con cierto regusto amargo de: “la vida sigue”.
En el libro que nos ocupa, el detective privado Parker es contratado por una mujer que le encarga protegerla del acoso de un individuo que pregunta por el padre de ella, fallecido hace cuatro años, pero que el acosador sospecha que vive y que se ha escondido. Toda la trama gira entorno a los abusos sexuales a menores, pero Conoly ha tenido el acierto, la delicadeza, el sentido común (como no podía ser de otra manera), de no incurrir en defectos formales describiendo esas atrocidades. Pasa como de puntillas por los graves hechos ahora mencionados; de esta manera el argumento no pierde ni un ápice de fuerza. Fuerza que se encuentra en primer lugar en el propio detective Parker, protagonista principal; una especie de antihéroe, con problemas familiares, pero duro y certero en su trabajo, al que no se le hurtarán peligros sin cuento, incluso el de su propia vida.
Connolly, que es un gran narrador, que describe caracteres y personajes, junto con sus comportamientos, excepcionalmente bien; posee también la capacidad de fabular, y organizar una trama compleja pero sencillamente explicada y resuelta. El lector no tiene más que dejarse llevar, y verá cómo toda la maraña de intriga se va empatando hasta formar un tapiz luminoso.
Y un último aspecto a reseñar, y que el autor se saca de la manga, consiguiendo sorprende al lector; me refiero al mundo esotérico, al mundo de los fantasmas de las personas asesinadas que acosan a sus ejecutores y tratan de advertir al detective. Es algo que Conoly deja como apuntado, sin profundizar en ello, pero que contribuye a tensionar más la intriga. |
|