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La Sanguijuela de mi Niña
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por Lucía Gil
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Cuando La sanguijuela de mi niña llegó a mis manos, lo primero que hice fue sorprenderme tanto por el título como por su portada. Así que, como no sabía nada del argumento de este libro de Christopher Moore, me fui directa a leer su contraportada. Es entonces cuando me di cuenta de que esta, a pesar de ser una novela sobre una joven que de pronto se convierte en vampiro, no es la típica historia de muertos vivientes. La primera diferencia, y la más importante, es que este es un relato de humor que llega a ser hilarante en algunos puntos de la novela.
Para empezar, Moore nos presenta a una joven pelirroja y soltera, Jody, ciudadana de San Francisco y que un día de buenas a primeras, se despierta bajo un contenedor con numerosas quemaduras, una fuerza sobrehumana y una sed insaciable de sangre fresca. Entonces recuerda que fue atacada por un vampiro, y como consecuencia... ella se ha convertido en uno.
Es entonces cuando se da cuenta de lo complicado que va a ser continuar con su vida como hasta ahora. Tiene que averiguar ahora cómo conseguir sangre para satisfacer sus necesidades y cómo mantener el tipo ante su madre.
Mientras consigue adaptarse a esta nueva situación se cruza en su vida un escritor frustrado, Thomas Flood y Jody ve una clara oportunidad y comienzan juntos una vida juntos. En esta nueva andadura Tommy tiene que descubrir cómo vivir con la mujer a la que ama, aunque esta sea un vampiro en prácticas.
Además, a lo largo del relato, Jody y Tommy descubren que están sucediéndose unos extraños asesinatos y que estos pueden estar vinculados al vampiro que atacó a nuestra protagonista. Acompañados de los compañeros de trabajo de Tommy y de un vagabundo, intentan llegar al fondo del asunto.
Para todos los que quieran encontrarse con una historia de vampiros diferente, en La sanguijuela de mi niña, es la mejor opción. U en el caso de que quieran seguir conociendo las historias de la joven Jody, pueden hacerlo con su secuela, ¡Chúpate esa!
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