|
| La princesa de hielo
|
| por David Yagüe
|
|
Que la literatura de género (negro y criminal principalmente) está de moda es algo obvio tras el desembarco de Stieg Larsson y siguientes. En este comentario os voy a hablar de probablemente una autora, y un libro, que han contribuido a este buen momento de los autores suecos en nuestro país: Camilla Läckberg y su serie de intrigas criminales. Probablemente en España, y a la espera de ver los resultados de todas las novelas editadas a rebufo de Stieg Larsson y su serie Millennium, Läckberg es la reina de este movimiento, considerando a Larrson y Henning Mankell (por calidad y ventas) los reyes.
Läckberg inicia su serie centrada en la pareja formada por la escritora Erica y el policía Patrick con esta La princesa de hielo, recorriendo unos derroteros diferentes a los otros dos autores mencionados. No es thriller, como es Larsson, ni es novela negra, como Mankell, es una historia criminal donde los investigadores, por medio de interrogatorios deben resolver un crimen ya ocurrido. Una pura novela de intriga con dos protagonistas muy definidos y empáticos (en lo que son bastantes normales, muy humanos y reconocibles) y en un marco tan trivial como lleno de posibilidades: un pequeño pueblo sueco.
La historia criminal que se presenta en esta novela está muy relacionada con los protagonistas y ya marca, desde el principio, las intenciones de la autora: la intriga se centra en descubrir el embrollo tras el crimen y el suspense (saber qué va a pasar ahora) se centra en ver qué va a pasar con las vidas de los protagonistas, que tiene tanto peso como la historia criminal. Y en eso, hay que reconocer que la autora sabe manejarse. El detalle y la verosimilitud de las existencias de Patrick y Erica, hace que sea muy fácil para el lector acercarse a ellos y a su manera de enfrentarse a lo extraño, a lo violento, a lo criminal.
Un novela, por tanto artesanal, que sin ser original sabe jugar sus bazas e identifica y engancha rápidamente al lector. Buena historia criminal, aunque bastante poblada de lugares comunes (como el del falso culpable) y alguna trampa mal disimulada, que funciona y está bien resuelta. Entretiene sin los habituales espectaculares fuegos de artificio a los que recurren muchas novelas de este género, sabiendo lo que es y sin pretender ser algo más. De seguir así en las siguientes novelas, estaremos ante una serie interesante para los amantes del género más clásico y para los que busquen lecturas de puro entretenimiento.
|
|
