|
| La Danza De La Muerte
|
| por Enrique García
|
|
La colaboración de ambos escritores vuelva a dar como resultado un thriller de los que enganchan debido a una trama que sorprende con continuos giros. Y lo que desde un principio parece ser el hilo argumental que se irá desgranando página a página hasta su final, da un vuelco total en un determinado momento que puede dejar al lector bastante sorprendido. Esta novela es la historia de un señuelo perfectamente engranado para captar la atención de los principales protagonistas, el teniente Vince D’Agosta y su inseparable compañero y colega Pendergast del FBI. Los que sean aficionados a las novelas de Lincon & Child reconocerán a ambos personajes así como a toda la pléyade de secundarios: Margo Green, Will Smithback, la capitán de policía Hayward entre otros. Todos ellos han aparecido en títulos como El Ídolo Perdido, El Relicario o Los Asesinatos De Manhattan, entre otras. Y es curioso el hecho de que en esta novela se hagan algunas menciones a estas por parte de uno de sus personajes, el periodista del New York Times, Will Smithback autor de algunas de ellas.
El tema principal podíamos delimitarlo haciendo alusión al enfrentamiento entre hermanos. El mito bíblico de Caín y Abel está presente a lo largo de la novela. Diógenes Pendergast quiere vengarse de su hermano Aloysius por ser como es. Por lo que ha logrado en su vida, por lo que le ha hecho, que precisamente en ningún momento de la novela queda claro. Hay alguna parte de la vida de ambos en la supuestamente Aloysius ha cometido algún error con su hermano, y éste no se lo perdona. De ahí sus ansias de hacerle daño constantemente. Pero al mismo tiempo Diógenes necesita que su hermano siga vivo para continuar volcando en él toda la rabia y toda la ira que lleva dentro acumulada durante años. No quiere matarlo pues entonces ya nada tendría sentido. Es por ello que idea el plan de acabar con sus amigos, familiares o personas de estrecha relación con él. Plantea un juego macabro en el que el agente del FBI Pendergast se ve involucrado. Y es a partir de ahí cuando comienza un frenética carrera en pos de salvar la vida de todos aquellos personajes cercanos a él. Pero Diógenes es más listo de lo que se imagina su hermano, y no duda en darle pistas falsas. Siempre va un paso por delante suyo. No contento con ello logra adaptar y dotar todos los escenarios del crimen para involucrar a su hermano. Logra desviar la atención de los agentes de policía de Nueva York para que capturen a su hermano. Sólo Vince D’Agosta se mantendrá fiel a su amigo, lo que le llevará a romper su relación con la capitana Hayward, o a pasarse al otro lado de la ley. El objetivo de la trama es clara: el crimen perfecto. Y para ello ambos autores no dudan en dar un vuelco inesperado en la dirección de los acontecimientos. Y lo que en un principio era lo lógico se convierte en algo sin sentido provocando como señalaba anteriormente cierta sorpresa en el lector.
Pero además de la venganza entre hermanos, hay diversos temas que merece la pena ser considerados.
La amistad y lealtad de D’Agosta hacia Pendergast es intachable hasta el punto de poner en peligro su propia vida, su trabajo como teniente de la policía de Nueva York, o incluso su relación personal y amorosa con la capitana Hayward. En todo momento confía en él y está dispuesto a ayudarle a un a costa de arruinarse su vida.
El cinismo del director del museo de Historia Natural en lo referente a la exposición de las máscaras de la Gran Kiva de los indios Tano. Si en un principio estaba dispuesto a rechazarlos, debido a su manifestación a las puertas del museo el mismo día en que se inaugura la exposición, su opinión cambia radicalmente cuando la prensa y la televisión hacen acto de presencia en dicho lugar. Es entonces cuando las protestas de rechazo se convierten en palabras de alabanza por la presencia de los propios indios. Y como las amenazas se transforman en gesto de buena voluntad.
Para concluir merece la pena destacar el guiño de ambos autores al célebre personaje de la literatura universal creado por Arthur Conan–Doyle: Sherlock Holmes. Este hecho no pasa desapercibido para alguien que conozca los métodos y recursos del célebre detective. Sus afición a disfrazarse para ocultar su verdadera identidad aparece reflejado aquí en la figura del agente Pendergast. Cambia continuamente de identidad. Portero del edificio donde vive D’Agosta, taxista, mendigo, gemólogo, guarda de seguridad son algunos de sus disfraces, que al igual que Holmes, le permiten salir airoso de todas sus percances.
A título personal y como conclusión La danza de la muerte es un buen thriller en la línea de estos dos autores que combinan la novela policía con el arte. El museo de Historia Natural de Nueva York es el lugar donde se desarrollan algunas de sus más prestigiosas novelas. El único inconveniente que puedo achacarle es que el final queda abierto para una más que posible secuela.
|
|
