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El Pie De Mi Padre
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por Antonio Ruiz Vega
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Novela desgarrada, escatológica en la descripción de detalles inmundos, pero también tierna y sensible, en un curioso contraste. Comienza por ser intimista y termina en forma de fuerte alegato político social..
Una niña que no conoce a su padre está obsesionada por encontrarlo y para ello interroga, en primer lugar, a su madre. Una de las pistas que le da es que sus pies son idénticos y la niña estará siempre obsesionada con los pies de los hombres, tratando de encontrar al padre perdido, lo que finalmente conseguirá.
Alma Desamparada, la niñita huérfana, sufre un sofocón cuando tiene que hablar en clase de sus padres y de sus ocupaciones. Ni corta ni perezosa dice que su padre es astronauta –ruso– y que está en Marte investigando y que su madre es bailarina y está de gira por París. La maestra no debía de ser muy lista porque la creyó. Hasta que un día se la encontró con su madre por la calle...
Cuenta luego lo del Concurso de la Mentira más Grande, al que asistieron un americano, un francés, un ruso y un cubano. Todos mentían como bellacos sobre sus propios países. El cubano, o la cubana, porque era la propia Alma Desamparada, sólo pudo comenzar: "Yo pienso que..." los aplausos fueron atronadores y ganó el certamen...
Alma Desamparada tuvo un novio que se llamaba Radamés (¿) y al que quiso verle los pies, pero él le contestó "Vé a que te empalen", que debe ser la manera cubana de mandarle a uno a tomar por culo.
En general los episodios de la infancia son totalmente oníricos, y luego el tono, cuando llega a la edad adulta, cambia completamente y lo que cuenta es ya perfectamente creíble y más o menos coherente. El cambio es brusco e intencionado. Pero antes de llegar a la edad de la razón hay capítulos tan tronchantes como el titulado LA VERBORREA INTERMINABLE, el discurso que pronunció el orador Orate y que duró cuarenta y tantos años (Fidel).
Así que la niña recordaba el poema que le enseñó su abuela:
Niño cubano, ¿qué piensas hacer? /Coger un cuchillo y matar a Fidel.
Y luego está la obsesión por el hambre, que hace que la niña piense en prostituirse, pero lo descarta. Conoce a un hombre mayor, que la quiere con locura y con el que hace el amor. Él la idealiza, pero ella tiene otras obsesiones:
No me toques, yo no necesito la lástima de nadie. Yo lo que quiero es un bisté, bien gordo y grande, quiero comer, cojones, lo que sea, pero comer...
Tras la comida y el sexo, él le confiesa un amor tan rendido que dice sentirse capaz de compartirla: "Yo te amo tanto que puedo compartirte con otro con tal de no perderte. Esa fue la respuesta fatal". Eso era precisamente lo que ella no quería oír. No quería ser compartida, quería un amor de otros tiempos... y la relación se diluyó poco a poco hasta terminar.
Impresionante su fuga de Cuba, embarazada, y el discurso final que dirige a su hija recién nacida y que es un verdadero alegato contra la dictadura castrista y expresión de fe en el ser humano y en el futuro de Cuba. Imposible condensar aquí episodios tan emotivos como el de su retorno a la religión o la relación de amistad que mantiene con una pareja de disidentes enfermos de SIDA... Hay que leerla. |
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