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El Libro Del Hambre
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por Lorena Jiménez
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Franz Kafka fue un autor checo que vivió a caballo entre el siglo XIX y el XX y que es bien conocido por novelas como “La Metamorfosis” o “El Proceso”. Pero también aportó su granito de arena al campo del relato corto escribiendo una serie de cuentos de los que se ha hecho una selección en este libro de la Colección Benteveo, editada por la Editorial Sirpus.
Esta serie de cuentos reunidos bajo el título de “El Libro Del Hambre” constituyen una buena manera de adentrarse por primera vez en la literatura de Kakfa para aquellos que tengan interés en hacerlo o, simplemente, para conocer algo más de la producción de este autor checo. En este libro se reúnen diez cuentos, todos con el denominador común de poseer esa marca kafkiana consistente en “no tener ni pies ni cabeza”, una marca quizás reflejo de una sociedad turbulenta que asistía al cambio de siglo, o simplemente reflejo de la propia desorganización interior de la personalidad de Kafka, conocido por ser un depresivo crónico y por haber tenido una vida marcada por su padre.
Se tratan de unos cuentos marcados por lo absurdo del tema acerca del que tratan: un personaje cuyo trabajo es ayunar para el disfrute de los demás, un simio que explica en una carta cómo se produjo su transformación en ser humano, un hombre que espera sentado ante la puerta de la ley que no podrá atravesar jamás… Seguramente encierran algún significado profundo. Además llama la atención que son cuentos diáfanos, sin diálogos apenas, y que parecen escritos por una persona deseosa de verter sobre un papel la angustiosa situación de su interior.
La extensión de estos pequeños relatos es variable: lo mismo ocupan la cara de una página que se extienden durante veinte hojas, pero que son igualmente catárticas y que, a pesar de tener esa extensión variable, transmiten desazón en la misma medida, y no dejarán indiferentes al que lo lea.
En referencia al propio soporte en el que están publicados estos cuentos, merece la pena destacar el formato en el que están editados, con una letra grande para acercar esta obra y hacer su lectura más fácil (al igual que otras de esta misma colección) al público que presenta una cierta deficiencia visual, en un intento de vencer esas barreras a las que muchas veces se deben enfrentar las personas con deficiencias y que desgraciadamente también encuentran en el ámbito de la letra escrita. Sólo puedo decir bravo, Sirpus.
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