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| El Libro De Los Encargos
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| por Antonio Ruiz Vega
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Estas cuidadosas ediciones Areté (Perfección) ya han visto publicarse otras obras del pucelano Martín Garzo, y hace no mucho comentábamos "La Soñadora".
Este libro recoge una serie de trabajos cuyo nexo común es que estuvieron originados en muy concretos "encargos" de diversas entidades y particulares. No son propiamente obras narrativas, sino ensayos, artículos, miscelánea, varia lección.
Su interés es desigual y quizá el autor, o los editores, hayan caído en esa tentación fácil que consiste en creer que porque un escritor es bueno e interesante, y goza de prestigio, todo lo que escriba debe compartir estas cualidades. No suele ser así, por desgracia.
Y todavía peor es pensar que todo lo que pasa a la relativa celebridad que es un escritor ha de ser interesante "per se". La vida y milagros de un novelista puede ser apasionante. O no serlo en absoluto.
Y las opiniones "ex –cátedra" de un narrador sobre cuestiones que no afecten a su oficio/vocación pueden ser justas y acertadas, o completamente irrelevantes.
Einstein puede ser un excelente físico, pero puede ser de un irenismo patético cuando se pone a perorar sobre la Paz Mundial…Es un poco lo mismo que los actores hablando (a favor o en contra, que eso es casi lo de menos) de la Guerra.
Cada cual cuenta la feria según le va, pero, realizada una encuesta de urgencia entre amigos y conocidos que se dedican a emborronar cuartillas, ni uno solo comparte lo que dice Martín Garzo en el prólogo. Que en estos últimos tiempos el escritor ha pasado de ser en nuestro país una figura marginal, marcada por un destino de soledad y desdicha –aún resuena en nuestros oídos la queja de Larra "escribir en España es llorar"–, a transformarse en un modelo de integración social y de rentable cordura.
Debo relacionarme con gente desarraigada, una patulea de outsiders, qué le vamos a hacer. La risa va por barrios. Ni integración social ni –mucho menos– rentable cordura. Más bien lo que abunda es la ruinosa locura. Afortunadamente.
En fin, ya hemos escrito en otro lugar que la secreta ambición de cualquier escritor es la de que le paguen (y cuanto más mejor) por "contar su vida" y por perorar "ex –cátedra" de lo divino y lo humano. Los entresijos biográficos de Martín Garzo en la Valladolid profunda de los cincuenta son bastante estremecedores, sobre todo por el sorprendente suicidio de su hermano Jandri, el terrible trauma que provocó en su madre, etc. Aquellos domingos grises, con las tardes interminables, consumidos aquí con el refinamiento del torneo futbolístico causan todavía sudores fríos, su radioactividad parece haber permeado la barrera del tiempo y avanzar sobre el presente…
El cine, los sueños, los cuentos populares, la gastronomía (en la que Garzo se muestra bastante perito, véase "Todos Los Alimentos Del Mundo" o "Una Receta Para Navidad", con el insólito platillo de la merluza rellena).
También resulta entrañable la frustrada visita que hace, en Cuba, a la casa de Lezama Lima.
El largo artículo "Mi Hermano Jandri", que es de lo más interesante, nos plantea una duda no baladí. ¿Ha sido verdaderamente el autor un campeón de boxeo? El combate contra Torpedo Gómez es trepidante. Y la idea de la violencia sobre el ring como exorcismo del trauma familiar que provoca el suicidio de Jandri en el servicio militar… El ring era como una casa de oro. El único lugar del mundo donde se podía vencer al dolor. |
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