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El Legado de Bourne
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por Juan Carlos Eizaguirre
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No he sido yo un seguidor incondicional del ya difunto Robrert Ludlum. Tengo una visión de conjunto de su obra, tanto en lo que a presentar sus trabajos se refiere como al modo creativo de idear historias bien fabuladas y creíbles a veces. Ludlum marcó una época en la historia de los thrillers y quizá sea el primero que ideó esta divulgadora manera de tratar el lado más oscuro de la política internacional, dar vida a casos del perfil de los que la policía no consigue resolver (asesinatos múltiples, droga…); y también, una nueva novela policíaca no convencional: no a la novela negra.
¿Por qué este encabezado sobre Ludlum? Porque la Editorial Umbriel me ha decepcionado: es cierto que Bourne era un personaje de Ludlum, pero no me resulta decente poner el nombre de éste con letras rojas y grandes en portada para, después añadir el nombre del verdadero autor, “que ha respetado y no traicionado su espíritu de creador de Bourne y sus últimas novelas'.
Por mucha “química” que hubiera entre estos dos autores, poner el nombre de Robert Ludlum ocupando gran parte de la portada, cuando está muerto, es engañar.
Por lo demás, la novela entretiene. Y divierte. Entretiene y divierte a los que son amigos de la acción trepidante, que no cesa, en la que no se pueden contar los muertos. Confusa, entre tanto espía traidor, topo y hombre máquina.
Queda infravalorado el argumento, el retrato físico y psicológico de los personajes. Y no digamos nada del entorno: ya sea en una bella ciudad o en un paraje idílico.
Hay muchas películas así. Suelen ser casi todas de serie B. Si son de serie A, es porque las salva el actor o actores, que son de primera fila.
En las novelas de este tipo pasa lo mismo. Si el escritor no tiene mucho fuste, serie B. Ahora bien, si el escritor es bueno, sabrá crear unos personajes con mucha fuerza y un argumento con tensión; y además brillante en su exposición. Sabrá dosificar la acción, con ánimo de no atosigar al lector.
Me he permitido hacer un experimento con esta novela de Eric van Lustbader. En la página 245 (creo recordar), me “salte” 150 páginas y seguí leyendo tan campante. Les aseguro que no perdí el hilo de la historia. Seguí todo igual, con sus tiros, puñetazos, peleas al borde del abismo, explosiones, etcétera.
Vuelvo a repetir, El legado de Bourne es una novela para pasar el rato.
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