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El Déspota Adolescente
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por Antonio Ruiz Vega
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El autor, según confiesa, ha decidido incursionar por primera vez en la narración corta o, por mejor decirlo, lo que ha decidido es publicar una colección de 18 cuentos que, además, están unificados por la temática: la juventud.
Claro es que esto hay que tomarlo en sentido amplio, pues aunque de un modo u otro a todos puede buscársele el leit-motiv de lo generacional, hay que decir que en algún caso la cosa está más bien traída por los pelos…
Dice que el cuento, o la narración corta, que habría que dilucidar primero si es lo mismo, no suele funcionar editorialmente. Por las razones que sean el género rey sigue siendo la novela, para bien o para mal. Y es una pena porque el cuento tiene su propia técnica, su propio ámbito, se mueve en otra escala, ni mejor ni peor.
Lorenzo Silva ha decidido titular el volumen con el nombre del último cuento, y no precisamente el mejor, tampoco la excelente ilustración (un fragmento) de Norman Rockwell tiene nada que ver con el contenido, pero esa es práctica habitual en el mundo editorial.
El valor de este libro, amén del interés intrínseco de la mayoría de las narraciones, que lo tienen, radica en que, lejos de caer en el estereotipo, Silva se planta cada vez un reto diferente. Y suele vencerlos.
La cita inaugural, de Evelyn Waugh, donde se glosa la “indolencia de la juventud” rechina bastante, tanto que dudo que esté bien traducida. "Languor" puede tener otros significados y creo que aquí los tiene, porque el campo semántico de lo indolente es, en castellano, bastante negativo. Yo creo que debería haberse traducido por “voluptuosidad”. Lo indolente es lo contrario de lo diligente y, basta abrir los ojos al mundo, para comprobar que la indolencia no es ni mucho menos privativa de la juventud sino más bien todo lo contrario. Uno de los significados de "languor" es, según mi diccionario (Wordsworth) "tender softness", creo que lo que quería decir Evelyn iba por ahí.
Como hemos apuntado en este libro encontramos algunos “ejercicios de estilo”, por ejemplo el estudio de caracteres ruralizantes un poco a lo Delibes que es "Fábula De Pólito Y Gamboa", o el monólogo interior de un mosén que hace la siesta del carnero mientras un colega suelta un sermón especialmente plúmbeo en "La Cabezada Del Canónigo"…
"Sigurd, El Elegido" es una especie de fábula nórdica autoconclusiva, donde se ha querido recrear un poco el estilo de las sagas y las "Eddas" (o mejor dicho, el de sus traducciones). Otro ejercicio de estilo.
"El Precio De Su Recuerdo", cuento que hubiera firmado probablemente Jorge Luis Borges me fue inquietando a medida que lo leía porque la idea era idéntica a una de las ideas-fuerza de la novela que tengo entre manos. Un anticuario compra un viejo maletín de cuero en cuyo interior encuentra unas viejas fotos. Pronto se dará cuenta de que no ha comprado sólo un objeto, sino que el vendedor le ha traspasado prácticamente su propia vida, para bien o para mal…
"El Sabor Del Aire" comienza en un burdel de Marrakech (que se llama, suponemos que se trata de una broma, Chez Abdelkrim). Una conversación de sala de espera (cuenta Gaya Nuño en su Santero que los profesores tomaban la lección a sus alumnos mientras esperaban que se desocupara la prójima), desemboca en confesiones demasiado personales. El narrador termina siendo partícipe de un desoladora historia de amor desgraciado.
"Dos semanas después me contaron que el hombre se había pegado un tiro sobre la tumba de su mujer. Viajé al lugar, por curiosidad, he hice la prueba. Cerré los ojos y aspiré el aire. Sabía a nada, es decir, a ellos".
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