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El Accionista Mayoritario
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por Juan Carlos Eizaguirre
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La versatilidad como escritor ha conducido a la fama a Márkaris. Quizá donde más haya destacado ha sido en su trabajo como guionista en su primera (larga) etapa profesional. Pero además es un buen narrador, un contador de historias. Por eso ha vuelto a triunfar con sus novelas policíacas del comisario Kostas Jaritos.
Nada tiene que ver con la novela policíaca americana actual. En esto el estilo, llamémosle europeo, ha sabido mantenerse fiel a las esencias del género negro que, paradójicamente, nació (casi) en brazos de escritores americanos como Raymond Chandler o Dashiell Mammett... Es por eso por lo que el lector encontrará parecidos a la obra de Mankell, Montalbán, Camilleri o Akunin. Estas similitudes están tanto en la forma como en el fondo. Por una parte la presentación de un protagonista antihéroe, cargado de defectos pero muy concienzudo en su trabajo; una fabulación milimétricamente presentada e imbuida de costumbrismo, donde los sucesos que hacen que la obra sea policíaca están en la periferia del relato, haciendo de comparsa a la historia de unas vidas, de una sociedad corrientes. Y de otro lado la chispa del ingenio para saber captar la atención del lector -e, incluso, instruirle- con una sencillez estilística que ni siquiera busca el adorno de lo brillante.
Así es El accionista mayoritario: nos introduce en lo más típico de Grecia y, más concretamente, en Atenas, el bullicio y todo el ambiente de sus calles más famosas, sin olvidar el opresivo calor húmedo del verano... En un mundo así, magistralmente descrito, surge el hecho policiaco (la novela negra): unos terroristas asaltan un barco y lo secuestran; lo extraño es que tardan mucho en exponer sus condiciones, lo cual mantiene nervioso a Kostas Jaritos, porque además los secuestradores no saben que entre los pasajeros del barco está Katerina, la hija del comisario.
Una novela, pues, de entretenimiento,con el añadido de la sal y pimienta, que no es otro que el de hacernos viajar a Atenas con la imaginación, de la mano de Márkaris.
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