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Días De Canela Y Menta
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por Pedro M. Valenzuela
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No es fácil encontrar en el apartado de novedades de la mayoría de librerías y de muchas editoriales un libro con buena presentación, que aúne intriga con una historia de amor entre los protagonistas sin que aparezca en medio María Magdalena, Da Vinci, o el personaje favorito de turno que todavía tenga alguna faceta por explotar y que pueda dar un poco de juego en el margen de la ambigüedad y lo desconocido, aparte de salvar al mundo o desvelar los grandes secretos de la historia, claro. La historia de Días De Canela Y Menta se desarrolla en las calles en las que la autora creció y jugó de pequeña al igual que la protagonista de la novela Clara Rosell, una mujer que en plena crisis existencial al pasar los cuarenta se replantea su trabajo, familia y estilo de vida a tenor de las circunstancias que se desencadenan precipitadamente en pocos días.
Todo comienza cuando Clara se encuentra en el trabajo, que le ha conseguido por enchufe su marido, con un ambicioso reportaje que debe realizar sobre el cadáver de un español descubierto junto a unos extraños objetos en un mísero piso de la ciudad alemana de Düsserdof. Así, se dispone a convertir unas páginas sobre el extraño fin de la historia de una persona que dejó su tierra y su familia para ganar un poco de dinero, en la manera de reafirmarse como profesional y mujer ante ella y ante su jefe, emprendiendo una investigación que sigue los pasos de la tragedia personal de uno de tantos emigrantes que llegaron de los países más pobres de Europa, entre ellos España, acudiendo a la llamada de las fábricas de Alemania necesitadas de mano de obra fuerte y barata que solicitaban al Estado en los grises años sesenta.
Los colores y el acertado diseño de la portada sirven para intuir lo que vamos a encontrar en estas páginas: una novela romántica (que podemos situar junto a Danielle Steel o Nora Roberts) sobre una mujer madura que busca reencontrarse con quién pensó ser y que se embarca en un viaje convertido en un ajuste de cuentas pendientes, removiendo la conciencia y la aparente calma de los personajes obligados a enfrentarse con su pasado, provocando varios frentes en la novela que discurren paralelos alternando los escenarios y recuerdos de la infancia de Clara cuando era una pequeña niña emigrante en un país extraño con las calles frías transformadas en el telón de fondo de una pasión desatada en ella por su imprevisto compañero de viaje, haciendo temblar los cimientos de sus principios, familia y matrimonio.
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