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portada Cómo Se Hace Una Tesis
Ficha del Libro:

Título: Cómo Se Hace Una Tesis    comprar
Autor: Umberto Eco
Editorial: Gedisa
I.S.B.N.-10: 8474328969
I.S.B.N.-13: 9788474328967
Nº P´gs: 240


Cómo Se Hace Una Tesis
por Gonzalo Carrascosa López

Ante la necesidad de dar a la investigación científica un carácter pedagógico, surgieron en el ámbito universitario las disciplinas llamadas metodología de la investigación científica. Hasta entonces  existía un vacío curricular que dejaba huérfanos y perdidos en el limbo a todo aquel alumno que, con ambición pedagógica o investigadora, iniciara estudios de doctorado.

Como consecuencia de esta necesidad fue aflorando un sinfín de títulos literarios que se ofrecían como manuales didácticos para todo aquel que se zambullera en la investigación dentro del habitat universitario y más específicamente, en la realización de una tesis doctoral. Estos manuales, algunos más efectivos que otros, han participado en la dirección orquestal, ardua y tortuosa tarea, de la creación de un trabajo de investigación serio y en serio.

En ellos se explica punto por punto cómo debemos construir la Torre de Babel lingüística y conceptual que supone un trabajo de esta índole. Evidentemente cualquier mortal que se haya decantado por la martirial tarea es conocedor de una tímida creación investigadora. El que más o el que menos ha vislumbrado los entresijos de acercarse a un tema con mirada crítica. Digo el que más o el que menos porque muchos no saben ni siquiera porqué están estudiando en la universidad, por lo tanto su mirada crítica es más bien sosegada y desviada.

A pesar de todo las universidades están llenas de doctorandos con ávido y descarnado interés por el conocimiento, sin saber que van a ser arrojados al abismo más lúgubre y loboso que jamás hubieran podido imaginar.

De repente y en época de cosecha afloran estos libros cual carnosos y apetecibles fungus con sus esporas a flor de piel para reproducirse y así llamar la atención desorbitada de los diminutos y consentidos doctorandos codiciosos de sus tejidos invasculares.

Hemos elegido uno de esos acaramelados esporíferos como excusa para diseccionar con vehemencia y con agradecido apasionamiento, a unos de los más vehementes y apasionados personajes de la literatura contemporánea, y construir una crítica basada en la teoría de la narratología filológica desde el point of view de uno de sus textos. Se trata naturalmente de Umberto Eco y su libro CÓMO SE HACE UNA TESIS.

Parafraseando al autor en cuestión y como una de sus exigencias, Umberto insiste, como el eco más profundo, ahuecado y repetitivo, en la importancia de dotar de un título pomposo a todo trabajo de investigación. Creemos asuetamente que para el nuestro, aquí presente e incipiente, como si el Mismísimo lo certificara, es perfectamente válido el  que entroniza nuestra obra.

Poco a poco nos iremos embarcando en una espiral de color donde irán apareciendo pinceladas de personajes lingüístico–argumentativos para ayudarnos a crear una nebulosa que abra el camino hacia una mayor comprensión de nuestro cometido.

Para llegar a explorar los intrincados refugios estilísticos de CÓMO SE HACE UNA TESIS debemos definir previamente su argumento. Nos encontramos ante la experiencia personal de Umberto Eco en la creación de trabajos de investigación en la Italia de finales de los 70. Si prescindimos de los detalles superfluos y definimos solo la intención del autor obtenemos el tema: Indicaciones precisas para la creación de trabajos de investigación, pero la verdadera y más acotada intencionalidad la define el propio autor cuando dice que:

Se trata solamente de una serie de consideraciones sobre cómo se llega a poner ante un tribunal de doctorado un objeto físico prescrito por la ley  y formado por cierta cantidad de  páginas mecanografiadas, que se supone guardará alguna relación con la disciplina en que se doctora y que no sumirá al ponente en un estado de dolorosa estupefacción.

La intención del libro es dar luz a un camino hasta entonces oscurecido por el vacío más enervante, un camino que tiene a la investigación como principio fundamental. Esta investigación es objeto de análisis y es, al mismo tiempo, el fin  que desemboca en la comprensión del desarrollo investigador, por lo tanto incide en el proceso analítico–deductivo subyacente a todo trabajo de estudio científico.

El autor nos introduce en una narración – experiencia con una estructura laberíntica donde el lector es un miembro activo dentro del universo interpretativo del texto. El lector modelo aparece rutilante, llamado por el autor a ser fiel interpretador del sentido de la obra cuando se reclame su presencia. Eco asume el rol de divinidad creadora cuando intenta poseer, mediante hechizos semánticos, al espectador ávido e inquieto. El lector es empujado hacia territorios no siempre recomendables, como cuando se despeña por el trayecto engorroso y difícil de franquear del ejemplo de la búsqueda de bibliografía entre las páginas 111 a 130. Hay un escaso celo por mantener la integridad del receptor, incluso para el lector italiano el interés se pierde por los vericuetos lingüístico – argumentativos de un ejemplo enredado en su misma tela de araña. Lo único positivo es el valor que le da a las enciclopedias como fuente de partida para llegar a localizar fuentes bibliográficas primarias.

Eco nos incita a indagar el por qué de su manera de investigar como metáfora de su condición de científico del pensamiento de hoy, ofreciendo e induciendo al lector a participar en la obra tanto más activamente como lo hará años después con su primera novela, EL NOMBRE DE LA ROSA, ejemplo paradigmático de la implicación del lector en el juego del investigador literario.

Su apelación se desactiva cuando entra a escena un baile de indicaciones prácticas que desorientan y ensordecen tanto como la biblioteca de la Abadía lo hace al que intenta descubrir sus secretos.

Nos encontramos ante un texto descriptivo con un lenguaje directo, fácil y accesible para todo lector, desde el más avezado hasta el más barbilampiño. Su estructura está claramente jerarquizada para dotar de sentido narrativo a las muchas enumeraciones que aparecen en el libro.

La descripción pormenorizada de cómo acometer el proceso de creación se ve apoyada por la construcción de relatos cortos que dan una visión práctica de lo descrito con anterioridad en el libro. Sirva de ejemplo lo dicho en las páginas 48 y 49 cuando habla de los centauros. O el tema de las radios libres, páginas 57 a 66, donde describe punto por punto todos los recovecos, necesarios o no tan necesarios, de una tesis sobre las radios libres como si de una guía practica, o un manual sobre hágalo usted mismo se tratara.

El libro está estructurado por zonas o unidades de sentido personificadas en los capítulos, que buscan guiar al lector en la realización de una tesis sin caer en la cuenta de la ineficiencia que supone tal hecho cuando, por ejemplo, la tecnología desbarata cualquier explicación práctica de un asunto de estas características.

El texto meramente orientativo y pedagógico debemos encuadrarlo en el género manualístico (La biblia de..., guía práctica de...) muy en boga hoy debido a la universalización de la informática. El formato y la encuadernación difieren claramente del usado por los manuales informáticos, donde los límites del texto y el libro en sí, son mayores. Se echa de menos los gráficos descriptivos y con buena calidad de imagen.

Pero sería mucho más comprometido incluir el libro dentro del género didáctico que comprende todas las obras destinadas a enseñar o a explicar un arte o ciencia. Las cualidades del autor de este tipo de texto deben estar fundadas en el conocimiento exhaustivo de la materia sobre la cual se escribe, pero no debería despreocupar la regulación literaria y estilística, simplemente por no entrar en errores de estilo y también por agradar mucho más al lector. En cuanto a las cualidades de la obra, el genero didáctico se caracteriza por la austeridad y la forma rigurosamente científica o técnica, pero existe una aflicción por la belleza incluso en obras científicas por ejemplo cuando se trata de “las descripciones de la naturaleza, cuando, si bien llevadas a un fin científico, son animadas y pintorescas”. (Manuel Milá y Fontanals, 2002: 221)

En el texto de Eco faltan esas apostillas animadas y pintorescas de las que habla Milá y Fontanals en su libro ESTÉTICA Y TEORÍA LITERARIAS.

El lenguaje literario “(...) es como un cristal que nos permite contemplar de forma natural y sin obstáculos lo que está al otro lado de la ventana (...)”. (Salvador Gutiérrez, 2000: 33).
 
Esta metáfora quiere llamar la atención sobre la función poética de la literatura que pone en juego la utilización de ciertos recursos para dar un papel hegemonista y original al lenguaje literario. Estos recursos son los que dan al cristal la cualidad de transformar aquello que se ve a través de él y, por lo tanto, producir fruición estética para el deleite y disfrute del atrevido que se acerque a mirar.

En cómo se hace una tesis no hay dignidad por transformar el lenguaje para producir goce estético, aunque vemos tímidos ejemplos que nos dirían lo contrario: Existe paralelismo en párrafo V.1. cuando repite el principio de varias frases interrogativas; o también en  el párrafo V.4.1. páginas 202 – 203.

En capítulo VII descubrimos una palabra cuya morfología no corresponde con ningún vocablo, se trata de completitud, la cual se sirve de un sustantivo, plenitud, para crear un nombre, no existente, a partir del adjetivo completo. En este mismo párrafo aparece un recurso llamado violencia semántica, y que se definiría como “la quiebra o ruptura de una relación de naturaleza significativa (...)” (Salvador Gutiérrez, 2000: 37). Ese quiebro se materializa en la palabra ayuno. Este término tiene connotaciones alimenticias en las personas y significa falto de alimentos, aquí utiliza está acepción para destacar la inoperancia y la necesidad de conocimientos sobre prácticas de investigación que tienen algunos de los realizadores de tesis.

La adjetivación que vemos en el texto es más bien pobre, propio de textos meramente informativos sin afán estético. Los adjetivos complementan a sustantivos casi siempre para decir algo mas del nombre al que complementan, muchas veces esta complementariedad refleja un deseo de crear un texto con ambición estilística. Es evidente que estamos tratando con una obra prosaica y muy objetiva donde prima la información lo más clara posible para hacer llegar el mensaje didáctico sin tapujos formales.
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