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Beatriz Sansierra
 por Lucía Gil

beatriz Sansierra nos presenta su primer libro, \"Penumbra\". Una novela juvenil con tintes de suspense e intriga, que seguro no dejará indiferente a nadie.
portada Sansierra
Penumbra es su primera novela, ¿cuándo comenzó a escribirla tenía claro que quería que saliera publicada? ¿había escrito algo con anterioridad?
Comienzo con la segunda pregunta. He de decir que siempre me ha gustado escribir. Supongo que he sido algo parecido a un “corredor de fondo”, sin ánimo de competir. Muchas tardes he disfrutado poniéndome a prueba para saber lo que las palabras daban de sí, o hasta dónde podía llegar, sin plantearme una historia predefinida. Supongo que he practicado el “jazz” literario, combinando elementos sin una sintonía definida, pero el calentamiento llegó a su fin.

Una tarde decidí comenzar “Penumbra” planteándome un trabajo que llegase a buen puerto, que consiguiese ver la luz gracias a la publicación.


¿De dónde le surge la idea del libro?
Este libro es una combinación de elementos que había ensayado bajo otra perspectiva, sin ánimo de conclusión, es decir, sin crear la “armonía” que toda historia necesita. Por eso anteriormente hablaba del jazz. Pero una tarde me decidí a definir un enfoque, abandonando la idea de conocer cómo suenan determinadas situaciones. Abandoné la experimentación y me decidí a elaborar una historia donde todos elementos estuviesen bien atados, aunque previamente no hubiese una conexión visible. Realicé una labor diaria, intentando que cada capítulo tuviese un sentido, y sin saber hasta dónde llegaría cada personaje- supongo en algún momento hube de practicar algo de jazz-.


A la hora de escribir, ¿se marca algún horario? ¿o deja que sea la inspiración quien marque la jornada?
Para escribir hay que ser muy metódico, y tener ganas. Es una labor que absorbe brutalmente, pero has de tomar el tiempo necesario para liberar tu mente. Alejarte de tu escritorio es fundamental para analizar qué se está haciendo. Y mientras paseas, o vas al supermercado, repentinamente piensas porqué has metido “una estupidez”, o porqué no has dado más relevancia a una situación. Es importante distanciarse. Con respecto al horario he de decir que escribo diariamente, entre cinco y seis horas, excepto los sábados.

(Inspiración). Yo diría que este es un trabajo que satisface, pero al fin y al cabo un trabajo donde también se suda. Y te aseguro que la inspiración nunca marca la jornada, sino la jornada es la que marca la inspiración. Si uno no se pone manos a la obra, nunca llega. Diría que la inspiración está íntimamente relacionada con el nivel de involucración en tu tarea. A mayor involucración, mayor inspiración. A veces tardas más, a veces menos, pero al final la historia continúa.

En mi caso, la elaboración de una novela acapara casi todas mis fuerzas. Es una aventura que no sabes si llegará a buen puerto, pero hay que creer. Supongo que es algo parecido a la religión. Debes creer en tu trabajo. Y la inspiración proviene de la creencia en tu trabajo, en tus personajes. Debes meterte en cuerpo y alma en la historia. No hay términos medios.


¿Cómo fue el camino desde que le pone la palabra “fin” al manuscrito, hasta que ve el libro ya en tus manos?
Es un camino largo y laborioso. Supongo que es una sensación parecida a vislumbrar la cumbre de una montaña. Te imaginas por dónde podrás subir, cómo alcanzarla, pero lo importante es el día a día. Hay que perseverar, y no desfallecer al primer intento. Es un camino largo, duro y laborioso. Y cómo un alpinista cualquiera, has de trabajar con tus herramientas. Pero yo diría que la voluntad es fundamental. No hay que venirse abajo, sino ir superando obstáculos, y disfrutar, porque te aseguro que la persona que escribe, disfruta, y mucho.
Poner fin a un manuscrito es una experiencia apasionante dónde sólo hay que dar rienda suelta a cada sentimiento, a la emoción, a la aventura, a ese “lado oscuro” que todos llevamos encima, a nuestras fantasías, desvelos, inquietudes, pesadillas… Es todo eso, y mucho más. Poner fin a un manuscrito es un cóctel donde las palabras surgen como menos te lo esperas, y te hacen sentir, palpitar, sudar, morir, y renacer. Todo eso a la vez, aunque seguro que me dejo más elementos en el camino. Frente a una página en blanco hay que soltarse, olvidarse de censuras, de lo que está bien, o mal, y dar rienda suelta a nuestra imaginación. Creo que el emblema de mayo del 68 podría ser adecuado. Poner fin a un manuscrito es llevar“la imaginación al poder”, tal cuál, sin trampa ni cartón. Y es que tanto el lector como el escritor, viven aventuras que jamás habrían vislumbrado de no ser por la tinta que impregna el papel. Y ambos disfrutan siendo quienes no son, o quienes son, o quienes les gustaría ser.

A pesar que incumbe al cariz de la novela, escribir podría ser algo parecido a lo que Henry Miller dice en una sabia frase que menciono como cita en “Penumbra”. Dice así “La vida real comienza cuando estamos solos, cara a cara con nuestro ser desconocido”. Creo que este es un bonito acercamiento a una de las facetas de escritor.


Hace pocos días que la novela está publicada, ¿te ha llegado algún comentario (amigos o familiares) de alguien que la haya leído?
Las personas que la han leído me han comunicado que es muy entretenida, que lo han pasado muy bien, aunque con muchas sorpresas.


Podríamos calificar este libro como “novela de suspense”, incluso su portada nos puede dar alguna pista sobre esto. ¿qué nos puede contar sobre la trama de penumbra?
En Penumbra hay elementos dispersos que confluyen en una misma dirección. Ese fue uno de los objetivos al contemplar el perfil de los personajes, pero supongo que he intentado jugar con el despiste. “Penumbra” contiene un entramado de historias, de personajes y situaciones que desembocan en un mismo lugar. Ningún elemento está fuera de juego, todos forman parte del entramado. He superpuesto historias. Unas son evidentes pero bajo ellas se encuentran otras, y bajo estas, otras. La verdad nunca es sencilla, y creo que se asemeja a una cebolla; hay que retirar cada capa hasta dar con el corazón. Y como en una cebolla, esta historia parte de una situación diáfana, tangible, que no tarda en profundizar en historias colaterales que confluyen en un mismo mar, dando sentido tanto a la trama como al desenlace.


En la contraportada podemos leer “el libro nos presenta a la joven berta andrade, quien lleva una vida de adolescente como otra cualquiera...”. ¿es este un libro dedicado a los más jóvenes, o cree que también puede llegar a lectores adultos?
Creo que es un libro ubicado en la narrativa juvenil, pero va más allá. Hay amor, odio, resentimiento, o muerte, bajo un cariz que muchos adultos podrán interpretar de una manera distinta del público adolescente. El joven lector aterriza en un territorio aparentemente conocido, pero inexplorado. A medida que comprende la profundidad de cada personaje, aprende, mientras el adulto reconocerá el talante de los perfiles que la novela presenta. Supongo el joven “aprende”, mientras el adulto “reconoce”, aunque le sorprenda. Y ambos lo pasarán bien, no lo dudo.


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Los personajes de un libro son, sin duda, uno de los principales pilares de todo escrito. en este caso, vemos incluso cómo la joven berta crece en cada capítulo, madurando. ¿tenía claro como quería que fueran sus personajes? o como dicen algunos autores, ¿los personajes fueron los que le guiaron mientras escribía?
Coincido plenamente con la segunda opinión. En mi caso, fueron los personajes quienes me guiaron, pero yo crecí con ellos. En toda historia hay una evolución.


Una vez publicado el libro, comienza la promoción del mismo. ¿cómo afronta esta etapa?
Con mucha ilusión. Es una etapa muy importante donde ves el trabajo “realizado”, algo inimaginable mientras construyes la historia. Cuando tomé el libro en mis manos sentí la concreción de un importante esfuerzo aunque conocer el parecer de los demás, saber que les ha gustado, es la mayor victoria. Sólo deseo que complazca a todo tipo de público. Ese será el mejor de los premios. Y gracias a la promoción la editorial podrá llegar a más personas.


¿Tiene ya preparado algo para el futuro? si es así, ¿nos puede adelantar de qué se trata?
Por supuesto. A primeros de año he registrado una nueva novela juvenil. Se llama “La rosa azul”. Supongo que esta obra es más atrevida, ya que he querido practicar un estilo completamente distinto al ofrecido en “Penumbra”. Es una novela intimista, literaria, envuelta en simbología, leyendas y misterio, donde presente, pasado y futuro se funden, dando paso a un inesperado desenlace.


Tocando temas ya más personales, ¿cuáles son sus autores de “cabecera”?
Tengo muchos, aunque he de decir que toda novela, adolezca del estilo que fuere, es de valorar. Algunos autores consiguen salir a la luz, otros no, unos venden más, otros menos, pero es necesario apreciar cada esfuerzo. Sea comercial o no, detrás de cada manuscrito hay una importante labor de la cual podemos aprender. Personalmente, creo que la cultura no debería ser tan selectiva, pero siempre hay tendencias que acaparan los mercados. Dicho esto, podría decirte que me gustan las novelas que alientan mi imaginación. Como “gran maestro”, podría hablarte de Carlos Ruiz Zafón. El perfil de los personajes, su sensibilidad, la trama, y esa “agilidad” al escribir me ofrecen todo lo que espero de un buen libro. De ahí podría pasar a Francoise Sagan. La intensidad de sus sentimientos es envidiable, aunque también podría hablarte de Gervasio Posadas. Es un autor que te hace reír sin contención. Por otra parte, Elvira Lindo tiene un estilo muy emotivo, dejando a parte sus clásicos infantiles. Paulo Coelho nos invita a aprender de casi todo. Podría hablarte de más autores, pero alargaría este discurso. Personalmente creo que todo vale, pero en cada obra me gusta sentir su pulso, e incluso definir una cierta sintonía porque, en la literatura, también funcionan los ritmos, las partituras. Pero como dice el refrán “sobre gustos no hay nada escrito”, “todo” depende de lo que uno quiera encontrar, y “todo” es válido. Hay autores que practican el “rock” literario, otros nos muestran el “blues”, la ópera, e incluso el “jazz”. Creo que cada manuscrito contiene un determinado ritmo que identifica qué vamos a leer. Y esa característica conforma una obra tan válida como legítima, guste o no guste.


Hay autores que cuando escriben necesitan tener a mano varios bolígrafos y folios, otros que no pueden hacerlo si no tienen una taza de café, ¿qué no puede faltar en su mesa?
Mi mesa, sobre la que reside mi viejo portátil, linda con un necesario gran ventanal. Entre párrafo y párrafo necesito contemplar si llueve, hace sol, o las nubes inundan el cielo. Supongo que es una forma de abstraerme, o concentrarme en determinados momentos. He de decir que siempre mantengo un sonido de fondo al que apenas atiendo. Puede ser la televisión o la radio. También tengo la compañía de mis perros. Por supuesto, el café no falta. La taza reside perennemente sobre mi escritorio, me lo beba o no - no había caído en ello-.






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