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portada Un Desierto De Seda
Ficha del Libro:

Título: Un Desierto De Seda    comprar
Autor: Juan Campos Reina
Editorial: De Bolsillo
I.S.B.N.-10:
I.S.B.N.-13:
Nº P´gs: 167


Un Desierto De Seda
por Antonio Ruiz Vega

Todo comienza en un flasback que recorre moroso la decadencia de la finca. Pero tras este preámbulo la acción nos sitúa en 1915.

La cita inaugural, No existe el presente. Lo que llamamos presente es la unión del futuro con el pasado (Montaigne) avisa ya de lo va a ser el proyecto de esta ambiciosa trilogía.

Luego sabemos que quien habla, quien comienza describiendo la llegada de Pepe Maruján a la casa solariega es su sobrino Joaquín, cuando él mismo regresa también de un largo viaje y va recordando las peripecias de su tío Pepe Maruján.

La primera parte es quizá excesivamente descriptiva, hay muy poca acción, aunque quien sabe si esto es voluntario. Si lo que se quiere, precisamente, es remarcar que todo ha pasado “antes” y que ahora sólo queda recordarlo y recensarlo. También porque de lo que se trata es de plantear la situación y, sobre todo, describir el marco donde las cosas han pasado y donde, como iremos viendo, todavía pueden seguir pasando.

El ambiente es muy de Visconti o quizá de Bertolucci, a mí me recuerda mucho, por ejemplo, Novecento, con la que guarda muchas semejanzas. El carácter de fresco histórico, de saga familiar, el centrarse en un pequeño lugar rural alrededor del que todo orbita. Incluso los ambientes, con un punto de decadencia indefinible. Sí, creo que hay un notable hermanamiento. Y en cuanto a la prosa, Proust, claro, pero también Vilallonga, sobre todo su enigmático 'Bearn'. Creo que por ahí va la cosa, aunque en cuanto a crepúsculos no sobra la referencia a Thomas Hardy y su 'Tess D´Urbeville'. Algo, en fin, completamente apartado tanto del costumbrismo como de la introspección psicologizante que parece marcar la narrativa española contemporánea del siglo XX. Y eso que no falta la jodida Guerra Civil, que se desencadena en el segundo tomo, como veremos. ¿Ecos de Modiano? Yo los veo, o creo que los veo. E incluso de una obra primeriza, extraña e inclasificable, del propio Miguel Sánchez Ostiz, 'La Quinta Del Americano', con la que guarda numerosas coincidencias. Se podría profundizar en esta línea y quizá fuera interesante, hay un indefinible hermanamiento, cosa que puede parecer extraño si sabemos del tono que Ostiz ha ido dando al resto de su obra. No quisiera apartarme del tema (más todavía) pero es que cuanto más lo piensa, más hermandad veo entre esta trilogía, sobre todo el primer tomo y novelas de Ostiz, como la primera, 'Los Papeles Del Ilusionista' e incluso otras muy posteriores como 'No Existe Tal Lugar'. En fin, dejémoslo.

En la finca sevillana vive ya la hermana de Pepe Maruján, Lola, quien al principio recibe alborozada a su hermano pero que poco a poco irá escandalizándose con su conducta.

A Pepe le acompaña su hombre de confianza, al que todos llaman El Poeta. El Poeta es el hombre de acción, el cochero primero y el cuidador y mecánico de los coches que Pepe tiene, primero un De Dion Bouton al que se une luego un Itala. Es también un hombre fabril, que hace cosas con las manos. No sólo desmontar y montar incansablemente los motores de los vehículos, y tenerlo siempre relucientes y a punto sino que será el compañero de extravagancias, como la de construir y navegar un globo aerostático (El Voltaire I). Esta es una anacronía relativa. Y digo relativa no porque no hubiera globos en 1915 sino porque, evidentemente, no eran ninguna rareza, aunque pudieran chocar en un ambiente rural sevillano, como es el caso. Quizá debiéramos profundizar en esta anacronía que creo que el autor explica perfectamente en la página 58:

Cuando Pepe cruzó por primera vez los Pirineos su espíritu viajaba con treinta años de retraso respecto del último romántico. Si su bandera causaba sensación en la noche de provincias, al llegar a la Europa de las revoluciones tenía ya un aire caduco.

El Poeta, evidentemente un arquetipo del homo faber no sabrá muy bien qué hacer con la fenomenal biblioteca que le deja en usufructo Pepe al morir: trata de leer los mismos libros que su patrón y amigo leía en vida pero no tarda en darse cuenta de que son otros sus ámbitos, sus intereses. Hombre productivo, percatándose de la (relativa) decadencia de la economía familiar, pondrá en marcha la languideciente bodega familiar abriéndola al público y confeccionando, con artes de alquimia, “falsificaciones” de vinos y licores famosos que durante años hará pasar por auténticas…

No es la única “industria” del Poeta, porque el episodio de los crucifijos fosforescentes es de lo más desternillante de la novela y recuerda a algunas andanzas de los personajes de Ballester en la 'Saga Fuga De J. B.'.

Cuando la vida de Pepe termina, tras apagarse lánguidamente como la luz de una vela, El Poeta hará valer sus últimas voluntades y, en unión de su sobrino, incinerará su cadáver. Lola, mujer apegada a la tradición, muy ofendida por esta ceremonia pagana, abandonará durante muchos años la finca retirándose a otra posesión familiar (por eso digo que la decadencia económica era relativa). Ya da muestras de su ultramontanismo cuando, enfermo Pepe, aprovecha para celebrar un auto de fe que recuerda bastante al donoso escrutinio del Quijote y donde Zola es la piece du resistance.

Lola, por su parte, tiene algo de Penélope frustrada, es quien cuida el fuego del hogar y permanece célibe, aguardando la vuelta de su hermano. Un regreso que, sin embargo, la escandalizará.

Los momentos finales, cuando la vida de Pepe se apaga y su sobrino, el narrador, vé como El Poeta, el hombre de acción transporta en sus brazos su cuerpo casi ingrávido están llenos de poesía. Es antes del funeral vikingo:

Tras los alborotos nocturnos de juventud y los viajes por Europa, su vida se había ido resumiendo lentamente en lo esencial, hasta esa última mirada que todo lo comprendía en su desvalimiento.

Pero antes de irse Pepe Maruján ha modelado la vieja casa familiar a su medida. No sólo el jardín, homenaje termidoriano y librepensador, sino esa biblioteca, gabinete borgiano, jardín cerrado para muchos, a la que accedía directamente desde su dormitorio y en la que se enfrascaba horas y horas. Una biblioteca que lega, mientras viva, al Poeta, sin que este sepa muy bien qué hacer con ella y donde, en los años venideros, éste imaginará primero y luego contemplará pasmado, al espíritu, al fantasma de Pepe, que le admone y aconseja…
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