|
Sueños De Conquista
|
por Cándido Guerrero
|
|
Se ha diluido en nuestra historia, entre la desidia más absoluta y su silencio cómplice, la conquista de una ciudad, Saigón, por fuerzas españolas del ejército de Filipinas, el 17 de febrero de 1859, en un periodo de la Historia de España tan convulso como desgraciado.
Allí desembarcaron, junto con las fuerzas expedicionarias francesas, y allí permanecieron hasta abril de 1863. Francia se quedó y fue el comienzo de la creación de su imperio colonial en Asia, extendiéndose, al cabo de los años, por toda la península de indochina, excepto Tailandia.
El detonante de la crisis fue la ejecución del vicario apostólico y obispo de Platea, José María Díaz Sanjurjo, el 20 de Julio de 1857, provocando la reacción aireada tanto de España como de Francia, nación que se sintió aludida por sus numerosos misioneros que también predicaban en aquella tierras. Algo más de un año tardó en ponerse en pie la expedición de castigo hispano-francesa, pero por fin las tropas europeas desembarcaron en la bahía de Turana, actual Da Nang, para intentar llegar hasta la capital del imperio annamita, Hué, como escarmiento al emperador Tu Duc, ejecutor de misioneros y cristianos annamitas. Si el desembarco y conquista de Turana no presentó grandes dificultades, sin embargo la penetración hasta la muy cercana capital imperial, a través de la selva, se había descubierto como misión imposible. En enero de 1859, los mandos franceses, deseosos de obtener una base naval y comercial en aquella zona, decidieron que lo más conveniente sería conquistar Saigón, situada más al sur. España secundó, de forma sumisa, la decisión tomada por el II Imperio francés. El 17 de febrero de 1859, las tropas hispano–francesas conquistaron la ciudad de Saigón, siendo los primeros asaltantes los soldados tagalos del cuerpo expedicionario español. En abril de 1860. el cuerpo expedicionario se retiró definitivamente de Turana, permaneciendo sólo el destacamento hispano-francés de Saigón, quedando reducido el contingente español a algo más de doscientos hombres. A partir de ahí, las tropas españolas pasaron a ser una unidad auxiliar del ejército francés, lo que, además, se aceptó en España sin ningún forcejeo diplomático. Se sucedieron varios años de luchas y enfrentamientos en Saigón y sus provincias limítrofes, durante los cuales el destacamento español siempre desempeñó un papel fundamental, de punta de lanza de las fuerzas europeas, supliendo la escasez de efectivos y medios con arrojo y profesionalidad. Finalmente, el 5 de junio de 1862, el emperador annamita Tu Duc firmó el Trtado de Paz únicamente con Francia, asistiendo España como invitada al acto protocolario. Al año siguiente, partieron los últimos soldados españoles rumbo a Manila, de vuelta a casa. Este libro cuenta esa historia y la de su protagonista, el subteniente Juan Mendizábal Martínez, actor en la lucha contra los soldados de Tu Duc durante casi cuatro años de permanencia en Annam y testigo de la frustración de su coronel, Carlos Palanca Gutiérrez, quien sufrió profundamente, pero con disciplina, al ver como su patria se desentendía de aquellas tierras y del esfuerzo de sus soldados. Juan también conoció en aquellas tierra el amor aunque, al final, sólo volvió con sus recuerdos... Para el Coronel Palanca, aquello había sido un sueño, un sueño de conquista. Hubo de transcurrir algo más de un siglo para que otros españoles se cruzaran en Vietnam, los repatriados por las autoridades españolas, prisioneros y desertores de la Legión Extranjera de la Guerra de Indochina, con casi quince años de permanencia en aquellas tierras, para que informaran a la CIA, y el destacamento español de sanidad militar que administró, durante un largo periodo, el hospital civil de Go Cong, por donde aún vagaban los espíritus de sus antepasados, el coronel Palanca y erl subteniente Mendizábal.
|
|