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Sin Piedad
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por Lorena Jiménez
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El 13 de Noviembre de 1992 un suceso convulsionó a la tranquila localidad valenciana de Alcásser: tres niñas, Míriam, Desireé y Toñi, desaparecen mientras caminan en dirección a una discoteca de la cercana Picassent; la única pista que se tiene es la declaración de una vecina, que ve cómo las niñas, que estaban haciendo autostop, suben a un coche que para y que según la mujer, tenía cuatro ocupantes.
Se inicia así una operación de búsqueda de las niñas, de proporciones nunca vistas antes en el territorio español y en la que se vuelcan no sólo la familia de las niñas, los vecinos de Alcásser y de las localidades cercanas. Prácticamente toda la población colaboró con llamadas que decían haber visto a las niñas en los lugares más dispares de la geografía española. Pero la búsqueda terminó de forma trágica el 2 de Diciembre de 1992 con el hallazgo de los cuerpos de las tres muchachas enterrados en una fosa del paraje conocido como La Romana, abriéndose así una de las páginas más negras y más rodeada de misterio de la historia criminal española.
A partir de este caso, uno de los que más ha estremecido a España por su crueldad y por las propias características de las víctimas, Fernando Martínez Laínez construye esta novela en la que se intenta dar un enfoque completo del crimen de Alcásser. Y es que seguramente todos sabemos algo acerca de lo que pasó en ese trágico año de 1992 en aquel pueblecito valenciano, pero ninguno de nosotros sabe exactamente cómo eran las niñas, cómo eran las familias de los presuntos asesinos, cómo respondió el pueblo de Alcásser ante aquella tragedia, qué repercusión social, judicial y política tuvieron en aquellos momentos los hechos... Eso es lo que se intenta hacer en esta novela, enfocar el caso desde las distintas posiciones de los que de alguna manera estuvieron implicados en aquellos hechos, de manera objetiva y sin pretender ser una especie de reality-show escrito, sino sólo con la intención de dar a conocer y no de provocar morbo malsano.
En definitiva, un tributo a aquellas niñas que de forma trágica e inesperada perdieron su inocencia y su vida aquella noche de Noviembre y que, con su muerte, consiguieron que políticos, jueces y ciudadanos en general se replantearan un sistema judicial que era y sigue siendo benévolo con los asesinos. Descansen en paz Míriam, Desireé y Toñi.
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