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Rapsodia Española
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por Lydia Rodríguez
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Hasta que el pueblo las canta, las coplas, coplas no son, y cuando las canta el pueblo, ya nadie sabe su autor.
(Manuel Machado)
Las coplas son historias completas, perfectas y redondas que tienen la ventaja de resolverse en muy pocos versos. Constan de planteamiento, nudo y desenlace y, en cuestión de segundos son capaces de atrapar y seducir con su encanto y magia a todo aquél que se dispone a escucharlas.
Antonio Burgos, antólogo de esta obra y al que la mayoría ya conoce por sus brillantes artículos de opinión, ha editado este libro como una forma de dar una respuesta conjunta a esas innumerables cartas de lectores que diariamente le llegaban solicitando "el paradero desconocido de unos versos", versos sueltos y huérfanos en la memoria de muchos españoles.
Algunos acertaban a contar por encima el argumento, otros apenas podían recordar algunas palabras o versos cojos, pero todos ellos compartían una misma petición: rescatar del jardín del olvido las letras –y los autores– de aquellas canciones que, en una época, conformaron la banda sonora de sus vidas. Un corpus lírico que, tal y como señala Burgos, forma "parte sustancial de la Memoria Histórica de España".
Antonio Burgos ha prologado y ha seleccionado de manera muy acertada los versos que aquí se reúnen –recitados algunos de ellos por el actor Paco Valladares en CD ajunto al libro– con una voluntad que le distingue de la de otros críticos o antólogos al uso. Su voluntad no es crítica o analítica sino eminentemente emotiva y sentimental; él es únicamente el portavoz de esa vox populis, de ese pueblo llano que reclama para sí las coplas que en un tiempo para él fueron creadas.
"Verso, ritmo, rima, valor de una poesía del lenguaje que cuanto más llegaba al corazón de quienes la escuchaban y vibraban con sus armonías y la fuerza descriptiva de sus tragedias de amor o de muerte, más despreciada era por los críticos, por los estudiosos, por los profesionales de la literatura. En las claves de la deshumanización del arte, el público admira y hace suyo cuanto los profesionales de la poesía desprecian". Burgos reclama y defiende, sin vergüenza ni sonrojos, el gusto por los caireles de la rima porque entiende que en el interior de esas coplas se encuentran las señas sentimentales de identidad de varias generaciones de españoles.
La antología se divide en cuatro partes que atienden a características distintas: dos apartados responden a una clasificación, digamos, generacional (El 98 Popular y El 27 Popular) y los otros dos –Los Clásicos Populares y Los Populares Contemporáneos– atienden rasgos más generales y aparecen con el nombre de clasicidad y modernidad. En el apartado de los clásicos populares encontramos nombres como los de Rafael de León, Juan Antonio Cavestany, José Carlos de Luna… etc. En lo que respecta a los populares contemporáneos, la nómina incluye a escritores de la talla de Miguel Hernández, José A. Ochaíta o Manuel Alcántara.
¿Género menor? ¿Género chico? ¡Y qué más da eso! Tal vez este elenco de poemas no llegue a ser materia de estudio por parte de la crítica más refinada, tal vez nunca conquiste el parnaso de las universidades, pero no importa, ya ha conquistado una gloria mucho mayor: quedar grabado con la mejor tinta indeleble en la voz y la memoria de los que siempre amaron estas coplas.
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