|
| ¿Qué Es Teresa? Es.. Los Castaños En Flor
|
| por Pedro M. Valenzuela
|
|
Teresa es… los castaños en flor. Y es que la flor del castaño huele igual que el semen, ¿no?
En el París de los años sesenta, un año antes de la toma de la Sorbona, la prometida de un futuro ingeniero hace zozobrar la vida de todos aquellos en los que se digna a posar su mirada. Es Teresa, una joven estudiante que con su encanto vuelve loco a todo el que la conoce, ya sea joven o viejo, hombre o mujer. Pero, lejos de ser una femme fatale que se aprovecha de la debilidad de los que tiene a su merced, ella es la primera que sufre hasta los huesos, por estar profunda e irremediablemente enamorada de la belleza y el placer. Con cada duda que introduce en las más arraigadas convicciones de sus amantes, crea una pequeña grieta en los principios éticos y morales que acabará convirtiéndose en la sima por la que se despeñarán la integridad y las ideas mejor asentadas, junto con todos los reparos y prejuicios alguna vez tenidos.
El sexo en todas sus variantes, en lugar de ser algo vulgar u obsceno, se convertirá en el medio utilizado para alcanzar el verdadero amor. No nos podemos quedar en lo superficial, en lo asimilado por tradición, ya que estaremos poniendo peso a las alas que nos ayudarán a acercarnos al brillo de la realidad. ¿Cómo podemos estar seguros que algo (cosa, persona o acto) no nos será útil en alguna circunstancia si no es por propia experimentación? Has de saber que para una chica hacer el amor es algo esperado, común, que ha podido imaginar, siquiera acariciando su propio sexo, pero dar por el culo según todas las reglas del arte es una sensación tan extraordinaria, tan inesperada, que supone el verdadero descubrimiento del sexo, la sodomía como fuente de saber.
Teresa es la maestra de ceremonias que nos introducirá en este luminoso laberinto de pasiones y odios, libertinaje y coacción. De su mano iremos, al igual que el resto de personajes, buscando en el sexo la respuesta que nos ayude a aprehender la realidad; por cada principio establecido que haga tambalear, en lugar de originar una tormenta, se crea una espiral que arrastrará todos los tabús y remilgos, dejándonos un poco más libres para poder equivocarnos con nuestro propio estilo. |
|
