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Puentes volados
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por Ignacio Segurado
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El protagonista de PUENTES VOLADOS es un joven y exitoso abogado que trabaja en el gabinete jurídico de una compañía eléctrica. Eso por fuera. Porque por dentro es un individuo desencantado, misántropo y hastiado (“trabajo en una oficina que se parece a otras oficinas” ). Un consumidor compulsivo de tecnología y productos de gourmet. Un personaje de trazos houellebecquianos. Un hijo de puta insatisfecho y con veleidades artísticas que camina por el mundo mezclando repugnancia y altanería. Un outsider cínico y un poco cobarde.
El personaje principal de Ampliación del Campo de Batalla, la novela corta de Michael Houellebecq, excreta: “Si hubiera que resumir el estado mental contemporáneo en una palabra yo elegiría, sin dudarlo, amargura”. Antonio, nuestro epidérmico abogado, reflexiona: “Hoy todo es pasar sobre las cosas”. Entre ambos hay algo más que un nexo casual, una breve descarga de antipatía. Los dos son la punta del iceberg de lo que Roger Wolfe llama en un poema “la era de la ansiedad / el tiempo de los nervios rotos”. Uno y otro sienten que el fracaso, el miedo y la renuncia son los pilares de la nueva sociedad. Es un punto de vista reaccionario, pero eso es algo que al menos el personaje de Puentes volados reconoce.
En la novela, en sus comprimidas 188 páginas, hay espacio para algo más que el odio aséptico. Hay espacio, por ejemplo, para la huída. Puentes volados es, además de un sobrio retrato de la insatisfacción posmoderna (un estereotipo que sumar a la lista), el relato de una huída hacia lo imperecedero (la inocencia hippie-ecologista o el pasado familiar marcado por la guerra y las renuncias) en contraposición a las experiencias artificiales y vicarias en las que no queda espacio para la improvisación. El paraíso del buen salvaje contra la descafeinada podredumbre contemporánea.
Podría decirse que la naturaleza y la memoria son, para Antonio, dos posibilidades jugosas pero inciertas. Dos opciones profundamente melancólicas que trata de alcanzar con más sentimentalismo que convicción, tendiendo puentes y puentes y puentes. De ahí que al terminar su lectura, lo que la novela deja es la sensación desasosegante de que, efectivamente, no hay alternativa.
FUENTE: BEST SELLER ESPAÑOL - comentario cedido.
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