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Patagonia
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por Ignacio Segurado
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Los aparecidos son la memoria del Holocausto. Pero la memoria no es la historia, y lo que ayuda a salvarse a un individuo no siempre es el bien ni la verdad. Cuidado. Las vidas heroicas esconden también regiones desoladas, patagonias que sólo conocen los sobrevivientes.
Un pasado común en Lodz, en la Polonia ocupada. Una nueva vida tranquila y modesta en América, lejos del horror o de los tribunales, el destino favorito que víctimas y verdugos de la Segunda Guerra Mundial eligieron para dar capricho al olvido. En este libro hay muchas verdades, y una sola mentira. También hay un periodista seco a punto de traicionar a la profesión.
La historia la conoce el mundo en 1997. Una serie de crónicas destapan la biografía de Walter Rauff, un criminal nazi refugiado en Chile. Pocos días después de haber sido publicadas, su autor recibe una carta de un polaco sobreviviente de la guerra, Abe Barrea, que vive en la patagonia chilena y dice que conoció a Rauff cincuenta años atrás, en su país natal. Periodista y sobreviviente se entrevistan y “el azar, el empeño de las casualidades”, van poco a poco revelando las vergüenzas de una guerra y de unas biografías.
Elevada a metáfora austral, Patagonia es una segunda oportunidad para la vida, la “exhalación desesperada de un deseo” para aparecidos y criminales. No importa bajo que nombre vivan o mueran éstos. Como le sucede a la Enma Zunz de Borges, verdadero es su tono, verdadero su pudor, verdadero su odio.
Los aparecidos buscan en Patagonia reencontrase con una vida que les fue negada. Sus verdugos, olvidar que nadie eligió por ellos. |
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