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Nunca Me Abandones
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por Juan Carlos Eizaguirre
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Quizá sea Ishiguro uno de los mejores escritores de estos años. En Nunca Me Abandones aborda un tema –o más bien habría que decir un conjunto de temas– de una desgraciada actualidad: la manipulación genética, otras experimentaciones con seres humanos, inseminación artificial, clonación...
Y no caben dudas sobre sus buenas intenciones. Aunque sin hacer una condena explícita de éstos métodos inmorales, sí nos va describiendo un mundo futuro (actual en la novela) donde el afán de bienestar físico, salud, longevidad, lleva a la sociedad a crear un mundo de clones, apartados en cómodos y evocadores colegios victorianos desde su infancia. El propósito es que estas personas sean los futuros donantes o cobayas cuando sean adultos.
El autor vive en Gran Bretaña desde muy corta edad; sin embargo pienso que sus raíces orientales –japonesas– le llevan a introducir el tema con un halo de misterio que permanece hasta el final, cuando esas criaturas quieren salirse del papel para el que han sido creadas.
La prosa es deslumbrante. No me refiero a un brillo pomposo; más bien todo lo contrario: claridad, sencillez, firmeza; construcción de escenas y diálogos perfectos; y una utilización del marco cronológico que no sólo le ayuda a explicarse, sino a exponer la lamentable situación de un modo tumbativo.
Acude innecesariamente al erotismo. En una ocasión incurre en defecto de forma, aunque sólo deja la descripción incoada. Por otro lado hay muchas alusiones a revistas pornográficas. Es chocante, parece como si al escritor japonés el tema del sexo le pareciera una cosa más, sin tener en cuenta que, mal encauzado, es un arma demoledora para todos y, en este caso, para la gente joven. Dicho de un modo coloquial, se pasa de rosca al querer hacer ver que la sexualidad es una cosa buena, natural.
Pienso que hay que leer este trabajo con las debidas cautelas.
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