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No Te Olvides De Matarme
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por Antonio Ruiz Vega
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Interesante novela que tomando como base unos documentos reales, las postales enviadas por el joven Franco a su amada Sofía Subirán crea una trama contemporánea donde mete a algunos personajes insólitos como un inmigrante magrebí o una policía lesbiana.
Las cartas fueron publicadas en 1978 e incluían la única entrevista conocida a Sofía Subirán que no quiso romper su silencio hasta la muerte de Carmen Polo. En su día provocaron cierta polémica, porque reflejaban a un Francisco Franco inesperadamente “humano”. Y eso que pertenecen a una época de la correspondencia privada muy encorsetada, repletas de formalismos y frases hechas (había, y creo que todavía hay, “modelos” de cartas, así como amanuenses que se encargaban de escribirlas, lo que no es el caso porque son autógrafas). Las postales, como decimos, no son muy expresivas, salvo quizá leídas entre líneas. Quizá por eso, por ser postales, que pueden ser leídas por cualquiera. Pero en la novela se aventura que, aparte de las 30 postales, se hubieran cruzado cartas, más íntimas, que son las que (verdadero secreto de Estado) Sofía dice guardar en la caja fuerte de un banco y que "eran de aúpa, de un tono la mar de subido, y en manos de un oportunista te aseguro que le hacen pasar un mal rato a la señora de Meirás". (Pág. 81).
La novela está bien traída y consigue hacer verosímil la trama. La propia Sofía, una dama ya muy anciana, atacada por el Alzheimer, se convierte en un personaje que pudiera haber tenido una influencia histórica y, quién sabe, haber llevado por otros caminos menos truculentos a “Franquito”.
Silvia, la ex–policía de tendencias lésbicas y masoquistas (protagoniza escenas de “bondage” subidas de tono con el comisario que es su marido), sale del cuerpo tras una actuación irregular durante una manifestación, donde la descubren abrazada a una manifestante y luego se despeña, ya separada de su marido, por la pendiente de la droga. Cuando el moro la lleva a casa de Sofía, donde él mismo está hospedado, lo hará agradecido por haberlo tratado con amable corrección durante una de sus visitas a comisaría, cuando Silvia todavía ejercía. Para entonces Silvia es ya plenamente una yonky.
Los delirios de Silvia se comienzan a mezclar con los de Sofía, ya aquejada por el Alzheimer, asaltada por los recuerdos cada vez más confusos, y que llega a pedir a sus dos inquilinos que la maten cuando pierda definitivamente la memoria, cuando enloquezca del todo. A eso alude el título.
La propia Silvia tiene también pesadillas, delirios, visiones. Por ejemplo la de la página 164 y aledañas, cuando hace fogosamente el amor con Jesucristo. Un Cristo que debe mucho a los libros de Fernando de Orbaneja (a quien se cita su "Lo Que Oculta La Iglesia"). Un Cristo bisexual, por cierto. Es un cristo dragónico y por si hubiera alguna duda una de las tres citas iniciales es de FSD (“Mi camino de perfección, de transformación y de elevación no es el de la fe, sino el del conocimiento. No concibo –no se me pasa por la cabeza ni por el corazón– que pueda ser de otra forma”). Este Cristo, antes de bajar del crucifijo a echarle un cancanete a Silvia, suelta parrafadas de este tenor:
"Creo haberte dicho que yo no soy el Jesús de los Evangelios: Recuerda que aquí clavado soy Pablo, reflejo de Diónisos, Osiris, Mitra y mil más. Abajo soy Jesús, el deforme, el viajero, el culo de mal asiento del que nadie ha escrito todavía la verdadera historia". (pág. 163).
Y más adelante:
"La Iglesia ha ido alargando los plazos, pero cada vez le queda menos para anunciar que todo sobre mi persona es un montaje, una farsa. Aunque yo existí, viví, sufrí, amé,comí, dormí y aprendí como cualquier hijo de vecino, y también morí, en paz y en circunstancias muy distintas a las que os han contado".
Y…
Mantuvo relaciones con María Magdalena "y con muchachos también, que era lo natural entonces… Te dije que no me parezco en nada al Jesús que conocías…".
Como en toda novela histórica, o con parte histórica, hay algunas anacronías inevitables. En este caso la de la página 90, cuando Sofía dice que le llamaban “la fascista”, no por ser novia de Franco, sino “por lo derecha que iba”. Teniendo en cuenta de que hablamos de 1913, y el fascismo ni siquiera se había “inventado” (Mussolini, en aquel año, todavía era un alto dirigente del Partido Socialista italiano)…
El ambiente urbano donde se desarrolla la trama (salvo los flashbacks ambientados en El Riff) es Zaragoza, y no faltan descripciones del Tubo y hasta del famoso café cantante El Plata. En la página 150 se habla de una misteriosa organización que hubiera dirigido Goebbels, la Antikomitern, que nunca existió. Hubo, sí, el Pacto Antikomitern que luego devino en el llamado “Eje”, pero esa es otra historia.
Se incide en el carácter anticlerical de Franco durante su período melillense y legionario. “Nada de curas ni de misas” era uno de sus lemas preferidos. La autora del cambio hacia la beatería organizada debió ser Carmen Polo. (Pág. 196). También se da crédito a lo que dicen otros biógrafos, que la hija de los Franco era en realidad fruto de los amores de Ramón, no con doña Carmen, a quien nadie nunca vio embarazada. |
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