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Muerte En La Clínica Privada
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por Juan Carlos Eizaguirre
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P. D. James, así se la conoce en el mundo de la literatura, debe andar entre los 89 y 90 años. Me parece admirable y casi increíble que esta intelectual británica siga teniendo arrestos para seguir produciendo novela negra.
Y con qué calidad, además. Muerte en la clínica privada tiene todos los condimentos de la novela negra clásica británica, muy distinta en ciertos aspectos de la americana. En la presente novela vamos a encontrar una minuciosa descripción de los protagonistas y su entorno físico, personal y social, que le llevará mucho tiempo. Pero no se preocupen, no aburre: esa primera parte se convierte en una deliciosa novela costumbrista que capta el interés del lector.
A modo de ejemplo se podría decir que esta novela es como esos aviones de carga que tardan y tardan en alcanzar su velocidad de crucero, hasta que el fin lo consiguen y pueden ir a más velocidad. Le daré un dato: en esta novela el primer asesinato se produce, más o menos, en la página 128; y la aparición del protagonista principal en la 130. Pero no se me asusten ni se desanimen.
No se trata de decir que lo peor ha pasado, y ahora viene lo bueno. Sí es cierto que la primera parte es más lenta, pero no por ello de peor calidad que la segunda; es más, no se entendería la segunda parte sin la primera. Es así como los autores británicos de novela negra conciben su creación. Porque después vendrá la gestión policial y la serie de nudos y acertijos que hacen aparentemente insoluble el problema.
La pericia del inspector de policía y su equipo hará que él o los asesinos cometan algún error y queden al descubierto. Se concluye con un final feliz, donde se describen qué hacen con sus vidas los personajes más importantes de la trama.
Como verán, muy distante de la novela negra americana. Pero, por favor, no confundan la novela negra de ese país con los abundantes thrillers de acción con personajes clónicos y argumento también, así como un estilo de escribir mediocre: lo que importa es la acción, los muertos, los dilemas irresolubles, el terror...
P. D. James ha escrito una novela elegante; como diría un británico: distinguida. Ha sido como un transportarnos a sus años de madurez, cuando compartía mesa y mantel con T. S. Eliot, Chesterton, o con sus amigas (ambas intelectuales) Dorothy Sayers y Agatha Chritie.
Si quieren descansar leyendo o son lectores habituales, no harán una mala elección optando por Muerte en la clínica privada de P. D. James.
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