|
| Mentiras Oficiales
|
| por Francisco J. Vázquez
|
|
La "Teoría de la Conspiración", en cualquiera de sus variantes, está en auge. Muchos son los libros que sobre este tema están viendo la luz en los últimos meses, poniendo en evidencia aquellos aspectos que desde la óptica de los autores parecen tener detrás la mano oscura de gobiernos y entidades que campan a sus anchas y actúan de manera impune, cambiando los acontecimientos mundiales a su antojo y sin importarles lo más mínimo no ya las consecuencias de sus actos, sino la propia vida humana, a la que no dudan en masacrar en pos de unos intereses egoístas, crueles y, sobre todo, de nula moralidad.
Resulta curioso comprobar el creciente aumento de trabajos y obras relacionados con esta temática, máxime si tenemos en cuenta que se produce no ya porque sea una cuestión de moda, sino porque en las últimas décadas son tantas las supuestas evidencias de estas actividades que están saliendo a la luz, que las conspiraciones han pasado de ser algo teórico y especulativo, a ser algo palpable, obvio y evidente.
Cuesta creer que aún quepa dudas acerca de que los servicios secretos de muchos países (posiblemente de casi todos, salvándose los más insignificantes), en pos unas veces de sus intereses nacionales, otras veces de los intereses económicos de unos pocos, no se muevan entre los bordes que delimitan la delgada línea existente entre la legalidad y la más absoluta ilegalidad. En cualquier caso, a nadie sorprende que ello ocurra, ya que hay dos formas de llegar a conseguir un determinado objetivo: por los cauces oficiales, correctos, que son resultado de la labor burocrática de la buena voluntad de los dirigentes y gobernantes de una nación, y la que es hostil, rastrera y cobarde, que consiste en llegar a la meta buscada independientemente de qué haya que hacer y a quién haya que llevarse por delante.
Si existe un país por antonomasia que ha hecho de la conspiración un arte, ese es sin lugar a dudas EE.UU. Así lo pone de manifiesto en este libro su autor, David Heylen Campos, quien en un trabajo de investigación que sin duda sorprenderá por su contenido y disposición, desvela algunas de las claves de determinados sucesos acontecidos en aquel país que tienen todas las papeletas para ser supuestas conspiraciones que han llegado a la opinión pública ante los errores de los conspiradores, que no han sabido atajar o actuar mejor, descuidando aspectos que han dejado al aire esas supuestas pruebas que desbaratan las tramas.
Así, son especialmente impactantes los capítulos dedicados al asesinato en Dallas del Presidente John Fitzgerald Kennedy, poco antes de las doce y media del mediodía de aquel 22 de Noviembre de 1963. Resulta incomprensible, por ejemplo, como aún hoy día el gobierno norteamericano mantiene en pie la teoría de la "bala mágica", o cómo es posible que persista en su postura de apoyar la hipótesis de un sólo asesino y tres disparos, cuando las evidencias indican que fueron más los que apretaron el gatillo en aquella ejecución (que probablemente es lo que fue). También resulta bochornoso comprobar la cantidad de testigos que no se escucharon, las pruebas que se ocultaron o destruyeron, los errores tanto en la seguridad como en el itinerario trazado y, sobre todo, los numerosos intereses económicos que salieron beneficiados gracias a aquel crimen. Y porqué no decirlo, la extraña muerte del único inculpado de aquel magnicidio, Lee Harvey Olwald, que fue silenciado por un "justiciero" llamado Jack Ruby ante la pasividad de decenas de policías que no hicieron lo más mínimo por impedirlo.
Otro de los capítulos especialmente suculentos a la hora de plasmar las ingentes pruebas que descalifican las actuaciones del gobierno estadounidense, y que lo hacen sospechoso de no decir toda la verdad (o de manipularla según criterio), es el dedicado al fatídico 11-S. Desde una falta de comunicación entre agencias gubernamentales a fallos en las estructuras de los edificios, pasando por unas negligentes medidas de seguridad en los aeropuertos, o incongruencias monumentales ante lo retransmitido y lo "explicado" por las autoridades a posteriori, todo resulta demasiado extraño. Se sospecha incluso del supuesto derribo de aviones por parte de cazas norteamericanos que se enmascararon con pretendidas heroicidades, se conocen tramas bursátiles en las bolsas que hicieron ganar millones de dólares a aquellos que sabían con antelación el devenir de los acontecimientos; incluso extrañan las complicadas maniobras de aquellos terroristas que pilotaban por primera vez (de un índole tal de precisión que muchos pilotos profesionales no serían capaces de haber hecho igual), y que acabaron echando abajo unas torres que, teóricamente, estaban preparadas para resistir sucesos como los que acontecieron. Demasiadas incógnitas, demasiadas dudas.
Otros capítulos interesantes en los que los norteamericanos ejercen como protagonistas indiscutibles son los dedicados al asesinato del Premio Nobel de la Paz, Martin Luther King, el 4 de Marzo de 1968 en la terraza del Hotel Lorraine de Memphis (Tennesse); el atentado de Oklahoma contra el edificio gubernamental Alfred P. Murrah, acontecido el 19 de Abril de 1995 y achacado supuestamente a Timoty McVeigh; o las extrañas teoría de la NASA sobre Marte y una zona concreta de su geografía: la región de Cydonia.
Por último, "Mentiras Oficiales" también toca otros ejemplos fuera del ámbito norteamericano, haciendo gala quizá del hecho de que no sólo ellos tienen la patente: España también sabe del asunto, y David Heylen lo saca a relucir. Temas como los del 11-M, o el bochornoso apoyo de países neutrales a la expoliación nazi (como el nuestro, que participó en él a sabiendas) son buenos ejemplos.
"Mentiras Oficiales", de David Heylen Campos.... una obra que sembrará dudas, abrirá mentes, y nos enseñará que nada es lo que parece, sobre todo lo evidente.
|
|
