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portada Mar Adentro
Ficha del Libro:

Título: Mar Adentro    comprar
Autor: José Manuel Caballero Bonald
Editorial: Temas De Hoy
I.S.B.N.-10: 8484601846
I.S.B.N.-13: 9788484601845
Nº P´gs:


Mar Adentro
por Antonio Ruiz Vega

  Curioso libro que tiene todo el aspecto de ser un encargo, pero donde el autor se mueve con soltura y entrevera los datos eruditos con las vivencias personales.

Explica que hasta los 8 años no conoció el mar, pero que todavía tiene fresca su primera impresión. Desde entonces ha tenido bastantes experiencias marineras, entre la que destaca una malhadada singladura de bajura, en la costa gaditana, cuando en un corto lapso tuvo ocasión de presenciar una parada de motor y la pesca involuntaria por las redes del cadáver de un marino ahogado y en avanzada descomposición. Para colmo era un conocido de la tripulación. En aquel día sus connavegantes le explicaron que por la costa llevaban días viéndose luces extrañas y que todos presagiaban alguna desgracia.

En seis capítulos el autor pasa revista a la temática pelásgica, incluidos numerosos datos, como una enumeración de los tipos de buque más usuales (desde "Balandra", a "Pailebot"), y demás teoría, que demuestra que estamos ante un alumno de la Escuela Náutica de Cadiz, donde ingresó en 1945, aunque (según confiesa) no precisamente un alumno muy aventajado, pues no culminó la carrera.

Lógico y especial interés tiene el capítulo IV, donde nos habla de "Mar, Literatura, Memoria", porticada por la cita de Carlos Edmundo de Ory, "Amo el laúd, el lupanar y el mar" y donde, partiendo de la odisea de Odiseo, va avanzando de las estelas que en la mar han dejado los literatos de toda época y país, sin olvidar la genial incursión de Aldecoa por el Gran Sol, la veta marinera de Cunqueiro, o nos recuerda que el grueso del acervo que se custodiaba en Alejandría provenía de la obligatoriedad de las leyes que imponían a cada capitán de nave que arribara a su puerto a depositar en su famosa biblioteca una copia de su cuaderno de bitácora (otros dicen "de cualquier libro que viajara en la nave"). Incide, cómo no, en el tráfago ultramarino que recogen los cronistas de Indias, y, acercándose a nuestros días, recupera para la memoria literaria una obra largo tiempo inencontrable, "El Negrero", recientemente reeditada por Tusquets, de Lino Novás Calvo, que pondera sin tasa.

Pasando por Barral (siempre con su gorra marinera) y por Benet (de mucha menor imagen oceánica) llega a Pérez-Reverte (Arturo), también autoproclamado enamorado del Mar. Conrad (al que se asemeja bastante Bonald en este libro, sobre todo en los escritos periodísticos y hasta yo diría que "periciales" de Conrad), Alberti... y una larga nómina de escritores que se han ocupado del piélago salino aparecen en este interesante capítulo que demuestra la universalidad de las referencias culturales de Bonald.

El último capítulo "Entre La Historia Y La Leyenda", está dedicado a los galeones fantasmas, holandeses errantes, Gordon Pyms, "Marías Galantes" y demás pecios con ectoplasma realquilado que han deambulado y ¿deambulan? por la Mar Océana. Mete aquí también la nómina de tesoros hundidos, que no es pequeña (aunque se deja muchos en el tintero) y da también cuenta y razón de expediciones desesperadas, tritones sirenas y ondinas, el mito del "Kraken" o pulpo desaforado del que ya hablara Plinio, las prodigiosas naves de Tarsis (se olvida del periplo de Eudoxios de Kízikos a la India, del que se sabemos tan poco, pero lo suficiente para despertar el más grande interés), y un largo y apasionante etcétera.. ¿Hay quien dé más?

Ha leído Bonald, y lo pondera el libro del vasco González Zunzundegui, que leímos el año pasado, "Aventura A Toda Vela".

No faltan tampoco los "comentarios" a sus propios "naufragios", aunque más valdría hablar en singular, y de bajura, en Sanlúcar.

El farero, teoría de las soledades junto al mar, es también tema muy literario, y de su predilección, y en algo me recordó mi experiencia de "farero" de tierra adentro, en los pinares sorianos, pendiente más de incendios que de naufragios.

Reconoce su envidia cordial hacia uno de sus amigos, Pedro Ardoy, quien un día fundió sus haberes en un velero y se pasó años brujuleando por el Mediterráneo hasta apontar en el Sena a su paso por París, donde sigue.

En conjunto un libro ameno donde se alternan los datos "de manual" con la experiencia literaria y, frecuentemente, con la personal.

Demuestra, entre otras cosas, que a veces los encargos editoriales dan buenos resultados literarios. El libro deja una estela a yodo y sal marina y las ganas de sentir, al menos, el cosquilleo de la arena entre los pies y los embates de las olas en los tobillos.

Y eso que Bonald, lúcido, reconoce que tras la primera sugestión de aventura que trae todo embarque, la realidad de la vida cotidiana del marino es dura, rutinaria, solitaria ("Todos los marinos tienen a la larga algo de navegantes solitarios"), porque el mundo de los marineros ha sido –y lo es todavía en gran parte– un mundo sin mujeres. Cunqueiro se apeaba también de su erudición magicista para reconocer que a todos los marineros que conoció lo que más les gustaba de los viajes era llegar...
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