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Los Júbilos Íntimos
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por René Rodríguez Soriano
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No se construye con ideas el poema - ha dicho Mallarmé -, las palabras son la luz infinita de su articulación. Sobre ellas se apuntalan zigzagueantes y elusivas las imágenes que infieren lo inagotable, lo evocado: "espacio donde se mezclan los vacíos" y nace un pájaro fugaz que por su ausencia libera los demonios del poema. No sé dónde lo leyó o lo advirtió José Rafael Lantigua, pero nos convoca a celebrarlo con "Los Júbilos Íntimos" (Amigo del Hogar, 2003).
"Esta noche quisiera verme en una infinita población de espejos…" (Pág. 93)
Libro en el que, planeando y desplazándose, sin prisas, sin fisuras, del más claro al casi gris, pasando por todas las escalas cromáticas, perfilando - como veteado pez que se deshila en la acuarela del poema -, José Rafael Lantigua dibuja, canta, danza y traza melodías en los vastos telares del aire.
"Ahora estoy mirándolo todo Como fue Y no fue y se que un trote ingenuo avanza tras la niebla que al paso deleitoso de la noche congrega las señales en el impar siniestro de la hora…" (Pág. 66)
Ningún hombre es una isla. Un archipiélago le vibra en cada palmo de la piel, y su canto enciende las paredes y las cosas que le circundan y le dan razón de ser y estar. Tampoco es el nombre, que reduce y aniquila. El hombre es todo lo que evoca y provoca con sus gestos y sus actos; la ciudad crece y se aniquila a su alrededor, y el poeta lo advierte y lo sugiere. Igual el barrio, lugar donde extraviamos "un lirio de mayo" o la escafandra para bucear en las profundidades de la memoria repetida, de la que hablara Benedetti.
"…nunca supimos si llegamos a Alejandría O reencontramos la ciudad de nuestra ausencia." (Pág. 63)
La casa, en cambio, "Coloquio mudo de noches transparentes", es el espacio donde el poeta asume el texto como ariete para salir al día despojado de excesivos huecos absolutos. Asumir el mundo, como aspiró Cervantes, con "la sabiduría de lo incierto" en su más lúcida ambigüedad.
"¿Por qué ha de cantar en la sombra mi poesía desnuda?". (Pág. 17)
Con cierto acicalado desparpajo, aludiendo el fuego, interrumpiendo la acción - Sterne - y eludiendo la llama, José Rafael Lantigua nos convoca en fuga hacia "Los Júbilos Íntimos", a uno de esos diálogos que sólo pueden tener lugar en el barrio de uno, a la sombra de un "limoncillo macho que sólo alumbró sombras…".
"Hoy he partido del pueblo Para correr tras el viento Y se que el mar me espera con su garganta seca." (Pág. 72)
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