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| Los Chuetas Mallorquines
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| por Francisco Contreras Gil
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Son los descendientes de los judios conversos de Mallorca. Y desde hace siglos han sufrido el racismo de parte de la sociedad. Ellos al igual que los agotes, los vaqueiros, los hurdanos, los maragatos o los gitanos son parte de lo que Pio Baroja denominó pueblos malditos...
Los chuetas mallorquines, escrito por Baltasar Porcel y publicado por la Editorial Península Atalaya, no es sino un ensayo histórico en el que el autor pone de manifiesto la singular injusticia que han sufrido los individuos de origen judío en tierras baleares.
A través de un ágil resumen histórico, que cuenta con reveladores testimonios personales de víctimas y verdugos de diferentes épocas, el lector podrá ir comprobando como en una sociedad cosmopolita como en la que vivimos, todavía quedan remanentes de esta persecución racial y religiosa.
Un fenómeno que nació a partir de las primeras manifestaciones de antisemitismo conocidas en Occidente y que alcanzó su magnitud más aberrante durante las masivas hogueras inquisitoriales del siglo XVII. Una corriente de odio que se ha prolongado hasta nuestros días desde que Jaime I conquistara Palma de Mallorca en 1229.
En la isla, tras la expulsión morisca, quedó un reducto de hebreos que vivía dentro de la almudaina árabe ocupando lo que hoy son las calles de Jaime II y San Bartolomé, dedicándose al comercio con otros judíos y forasteros. Allí ,en la parte vieja de la ciudad, fueron obligados a ceder su barrio a la orden de los Dominicos y comenzó la represión. Los religosos, en plena expansión económica y evangelizadora, confiaron a los hebreos en un geto.
No tenían la categoría de ciudadanos libres y eran vapuleados y befados por el pueblo cristiano. El Call, la barriada donde estaban asentados y en la que se ubicaban la mayoría de oficios menestrales como zapateros, joyeros o relojeros, era cada Semana Santa asaltado y sus habitantes vilipendiados.
Algo que quedaba de manifiesto en el claustro del desaparecido convento de Santo Domingo de Palma, donde colgaban los sambenitos que empleaba la Santa Inquisición para endomingar a lo judíos relajados para pública vergüenza, manteniendo viva de esta forma la memoria de su condición de herejes y malditos.
Baltasar Porcel -uno de los autores de referencia dentro de la literatura catalana, columnista del rotativo La Vanguardia y autor de obras como Mediterráneo. Tumultos de oleaje, El corazón del jabalí, El emperador o El ojo del ciclón- nos muestra con estilo agil y directo una investigación en la que descubrimos como quince clanes han sido sometidos al desprecio a lo largo del tiempo.
Aguiló, Bonnín, Cortés, Forteza, Fuster, Martí, Miró, Picó, Piña, Pomar, Segura, Taringi, Valnetí, Valleriola y Vallas son algunos de los apellidos estigmatizdos y perseguidos desde tiempos remotos que quedan como ejemplo de la segregación que tuvo lugar en tierras mallorquinas tal y como descubriá a lo largo de las páginas que conforma este libro...
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