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| Los Amantes De Estocolmo
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| por Juan Carlos Eizaguirre
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Ampuero lleva algún tiempo tratando de desembarcar (literariamente hablando) en nuestro País. Por la propaganda que he leído de su editorial, Planeta, parece que ahora la cosa va enserio. Le deseo éxito y que llegue a ser tan reconocido como en su país natal: Chile. Aunque sus dejes locales deben traducirse al castellano.
La experiencia profesional de este autor no es larga todavía. No pretendo hacer un chiste diciendo: “es cuestión de tiempo”. Pues sí, es cuestión de tiempo; el tiempo que hace madurar tantas cosas... como a los escritores o al vino, por ejemplo.
LOS AMANTES DE ESTOCOLMO es una novela delirante, en la que se entremezclan el tono policíaco y psicológico. Se trata de una experiencia vital por mor de unos celos ¿quizá injustificados? y la debilidad de la condición humana. Aunque hay algo que conviene advertir: no estamos ante una novela negra; quizá esta obra esté, a mi juicio, más cerca del thriller, con su acción, suspense y violencia, chantaje y odio; y donde los policías suelen pasar a ser los brillantes protagonistas que resuelven los más retorcidos asesinatos.
Tal es el caso, pues, de la obra que nos ocupa ahora, en la que Ampuero se disfraza... de lo que es en realidad: un escritor de novelas policíacas (téngase en cuenta mi comentario del párrafo anterior), llamado Cristóbal Pasos. Cristóbal pues, confecciona una metanovela que nunca llegó a publicar, y de la que conserva celosamente un CD. Pero, cosas de la informática, nuestro hombre tenía un amigo informático, que a su vez era amigo del inspector Duncan... No sigo.
Y es que Cristóbal está convencido de que su mujer le engaña, y que la esposa de su vecino no ha muerto a causa de la ingesta de drogas, sino que ha sido asesinada. Con esta fuerza argumental arranca la novela de Ampuero. Después (no hay que destripar el argumento) el lector podrá apreciar la pericia expositiva del autor, trabando argumentos tales como el triángulo amoroso, la obsesión neurótica homicida, el amor, la fidelidad a la pareja, o recuerdos de su Chile natal y sus implicaciones políticas. Todo salpimentado con la intriga, violencia y sexo. El erotismo embadurna toda la novela
Por ir hasta el final, he de decir que puede haber lectores a los que parezca excesivo el uso de determinada violencia; o la carga erótica. En tales casos uno es muy dueño de cambiar de libro.
Debo decir, para terminar, que la novela esta muy elaborada, muy trabajada, pero sus personajes son arquetípicos más que de carne y hueso: son personas verbales. Con lo cual hay que afirmar que estamos ante una novela original, pero mal llevada, lo que hace que se pueda catalogar como de segundo orden.
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