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| Las Piedras De La Alquimia
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| por Francisco J. Vázquez
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Desde la más remota antigüedad el hombre ha sentido la curiosidad necesarias y el anhelo suficientes como para darse cuenta que su función en este mundo no es la de mero morador, sino que, con limitaciones, también puede ser creador. Ello le ha llevado a experimentar, a mezclar, a intentar transformar los elementos que la naturaleza le ponía al alcance de sus manos, y sin darse cuenta a investigar y dar una respuesta (unas veces acertadas, otras totalmente erróneas) a hechos, fenómenos y circunstancias que de no haber mediado esa inquietud, esa chispa de racionalismo, aún seguirían veladas en el más absoluto de los misterios.
Fue hace milenios cuando este afán "racional" (del que el ser humano hace galas en muy contadas ocasiones) comenzó a despuntar, sobre todo en Egipto primero y en Grecia después, dando lugar a un precursor de la ciencia actual que se denominó alquimia.
En principio, y partiendo de la base de que muchas veces las definiciones son orientativas a la par que prácticas, se conoce el término alquimia como el arte que convierte el plomo en otro y el mercurio en plata. Pero la palabra alquimia significa mucho más que eso. Es una "ciencia" antigua que esconde en sus complicadas ramificaciones una amplia y ancestral filosofía cuyo último objetivo es ser, en cierta medida, sendero del conocimiento espiritual.
Así, una nueva definición de alquimia, más acorde y que sería sin duda más apropiada, sería la de ser el arte de buscar la transformación física, psíquica y mental. Pues bien, con esta nueva acepción es con la que se trabaja en este libro de M. E. Warlick titulado "Las Piedras De La Alquimia".
Cuando uno se imagina un alquimista automáticamente le viene a la mente la imagen de uno de esos "magos" rodeados de alambiques, pócimas al fuego y túnica que tanto la literatura como el cine se han encargado de fijarnos. Sin embargo, y aunque el transfondo histórico en cierta medida tuviese una forma similar, sería justo señalar que a medida que ciencia y alquimia fueron separándose, la alquimia sustituyó paulatinamente sus utensilios, brebajes, pócimas y demás parafernalia por una simbología que pudiese reflejar ese estudio del medio natural, el azar, la sabiduría... Ese sería, en el futuro, su laboratorio.
"Las Piedras De La Alquimia" es un libro que nos va a enseñar esa simbología. Nos va a mostrar, una a una, las veintiocho piedras que componen las runas alquimistas, siguiendo la más estricta tradición. Aprenderemos su significado, su clasificación en grupos, su graduación, sus nombres... También se nos enseña a interpretar qué es lo que el destino, nuestro medio natural, quiere decirnos a través de ellas. Y todo ello lo acompaña EDAF con una reproducción de cada una de los veintiocho símbolos, que dan un valor especial a la obra de Warlick.
Sin duda, una obra a tener en cuenta tanto por su contenido como por el simbolismo y el formato en el que se presenta.
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