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| La Silla Turca
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| por Francisco J. Vázquez
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Por motivos que a veces se escapan de la razón las dictaduras de izquierdas son más "toleradas" que las de derechas. Sobre todo por aquellos que vemos las cosas desde lejos, desde la posición cómoda que impide a los seres humanos hablar con conocimiento de causa. Quizá sea por el romanticismo equivocado que nos evoca la palabra "revolución", o quizá porque los problemas de muchos son menos problemas cuando uno no los vive en primera persona. Sea como fuere, una cosa está clara. Una dictadura es igual de criminal y cruenta independientemente de la ideología que la sustente. La falta de libertad religiosa, la falta de libertad de movimientos, de libertad sexual, de libertad de pensar según y por uno mismo... Carencias legales que siempre van en detrimento de aquel que tiene la desdicha de caer en manos de una justicia corrupta, parcial... una justicia que es de todo menos justa.
"La Silla Turca" es una novela interesante. Aparentemente una narración sencilla que acompaña al lector a través de todo su contenido. Sin embargo, refleja como pocas la realidad de una situación que se prolonga en el tiempo de manera absurda y dolorosa: la dictadura de Fidel Castro en Cuba. El libro nos muestra un recorrido por la vida de Teresa, una mujer que vive la revolución desde el principio, que llega incluso a creerse las consignas que desde siempre ha tenido en su cabeza... cree en el sistema, hasta que sus propias ansias de conocimiento, sus propias vivencias, le ponen frente a la tesitura de una realidad ante la que ha estado ciega. Teresa va descubriendo, conforme crece, conforme madura, que la revolución cubana no ha sido una panacea, sino que ha cohibido y cohíbe a aquellos que no comulgan con los postulados revolucionados.
Para colmo de males la opción sexual de Teresa, que debería ser algo innato en el individuo, privado, íntimo, personal y libre, la persigue en el régimen totalitario de la isla. Ella no tiene cabida en el sistema, y su pareja tampoco. Sus amigos, su vida, sus ilusiones, hacen aguas por momentos. Vivir en Cuba no es como ella había pensado, y desde luego no es el lugar en el que quiere acabar sus días, lejos de su amor y marginada.
"La Silla Turca" es un historia cruda que pone de manifiestos aspectos desconocidos de la vida en la isla. Nos muestra la cara oculta de una realidad muchas veces escondida tras el velo de lo exótico de viajes caribeños, que muestran al turista una realidad vilipendiada, distinta y falsa de lo que es la vida de un sometido por la fuerza de las armas y el poder no democrático. La autora, Carmen Díaz, es una exiliada de Cuba, y nadie mejor que ella no sólo para conocer los entresijos que hay dentro de esa dictadura, sino para saberlos contar al público.
Pocas veces una novela despierta sentimientos tan profundos a medida que uno se va adentrando en sus páginas. Si se tiene la posibilidad de hacerse con esta obra no se debe desperdiciar. El lector se verá inmerso también en ese mundo de injusticia, y le dará, al menos, una visión del problema desde el otro lado, aquel que se nos tiene vetado tras la máscara del idealismo revolucionario que, como ocurre, sustenta a dictadores que no se creen sus propias consignas, pero que las mantienen aferrándose a una estructura basada en la fuerza de las armas.
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