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portada La Calavera De Plata
Ficha del Libro:

Título: La Calavera De Plata    comprar
Autor: Julio Albi
Editorial: Ollero Y Ramos
I.S.B.N.-10:
I.S.B.N.-13:
Nº P´gs: 278

- Comentario cedido por Los Libros Que He Leído

La Calavera De Plata
por Antonio Ruiz Vega

Novela histórica, de capa y espada, de 'dragones y mazmorras' (aunque, en este caso los 'dragones' lo sean en su acepción de soldado de infantería a caballo, cosa que es el protagonista). Un poco en la estela de Reverte, Eslava Galán, etc., aunque lo cierto es que está bien escrita y es entretenida. La fórmula difícilmente puede fallar. Se mezclan ambientes históricos y pintorescos, exóticos (se pasa por Suramerica, Venecia, Praga, Africa y sus desiertos), se añaden personajes de fuerte personalidad (por aquí abundan) y alguna dosis de erotismo y hasta de escatología, en fin: el resultado, por pura acumulación, si está bien servido (y lo está), ha de funcionar casi por narices.

Es original que el protagonista, que habla en primera persona, se defina como tres personas a la vez, que conviven en su caletre. Tal y como se explica en las primeras páginas hay un Ceballos (con b) que es el más pragmático, que se mueve muchas veces por intereses puramente crematísticos, está el 'de Cevallos', que tiene ínfulas de nobleza e ideales románticos. El último es Cevallos a secas, que reúne a los otros dos y es la personalidad más de andar por casa Los tres tienen a menudo reuniones a puerta cerrada y hasta celebran consejos de guerra 'inter nos', casi nunca están de acuerdo y con frecuencia uno de ellos se hace con el mando ante la censura de los demás, que muchas veces tienen que reparar sus entuertos... Esta moderada esquizofrenia es lo más original de la novela y da bastante juego literario (algo parecido a lo de Osinoid/Dionisio, etc).

Cevallos es teniente de dragones y tiene un asistente vasco de nombre Fermín. Milita en el cuerpo de dragones 'Lusitania' con sede en Madrid y cuyo emblema es una calavera. Aparte de esto participa en oscuros negocios con un arcediano en los que tienen mucho que ver la trata de esclavos. Hay una cuestión que le obsesiona, y es el origen del emblema del Lusitania, la calavera. Sabe que le viene de una lejana campaña en Italia, pero nadie sabe concretarle más. Obsesionado por este tema recorrerá buena parte de Europa.

Pero, por el momento, la acción se desencadena cuando a Cevallos una dama, la viuda Vieitez, le propone un negocio que le proporcionará diez mil escudos. Tiene que ir a Quito y allí, en el convento de Santa Catalina, de una monja llamada Leonor de la Cruz, obtener unos documentos que comprometen a la dama y le impiden acceder a una herencia.

Parte Cevallos junto al enigmático Fermín, meapilas por los cuatro costados, rumbo a Suramerica y en el viaje, como oficial de caballería, es requerido por el capitán para que, en medio de una horrible tormenta, mate a los caballos que se agolpan en la sentina y que –enloquecidos– amenazan con abrir el casco a coces. Cevallos, acojonado, baja a la bodega y, a oscuras (pues las luces se han apagado para evitar un incendio), ha de buscar caballo por caballo y rasgarles la yugular. La escena es fuertecita, y asciende al puente cubierto de sangre hasta los codos.

Tras varias peripecias llegan a Quito y allí, en el convento antedicho, encuentra a Leonor, con quien porfía para que le entregue el paquete de legajos. En las entrevistas a través de la reja del convento Cevallos va quedando prendado de la monja y de su perfume a hierbabuena. Pero de esto se dará cuenta poco a poco, cuando regrese y vea que este amor va creciendo dentro de él hasta obsesionarle. Siente nostalgia de ella, con la que nunca tuvo vivencias dignas de recuerdo y es que, como dice en la página 65 'Aunque parezca un contrasentido, es posible añorar algo que nunca se ha tenido'.

El viaje de vuelta lo hace en un bajel francés y durante él trabará contacto con un militar español. Siempre saca el tema del Lusitania y su emblema, curiosamente se va encontrando con mucha gente que estuvo en la batalla de la Santa Madona, a raíz de la cual el monarca español le otorgó el símbolo de la calavera, pero siempre las conversaciones acaban de modo frustrante, cuando parecía que se iba a llegar a algo. Al llegar a Francia, en Brest, conoce a un galeote que también sabe algo del Lusitania, pero nada concluyente. Le da la pista, no obstante, de un abate que vive en Venecia, Piccolo de nombre, que se pasaba la vida hablando de la batalla de Madona y hasta tenía un mapa con los movimientos. Fermín vuelve de un encargo y le comunica que zarpa un buque que va a Venecia, pero hace escala en Cádiz. Cevallos decide llegarse hasta Venecia y pospone el asunto de los legajos de la Vieitez, y eso que en la confusa historia de amoríos que contienen hay materia para algún chantaje y, en cualquier caso, le queda por cobrar la mayor parte de los diez mil escudos.

Allí, volviendo a viejas costumbres, compra en el mercado de esclavos a una circasiana (que le comprarán, poco después, ofreciéndole 200 escudos si continúa virgen y 130 si ya no es así, tras algunas dudas la dará por 130, tras una noche de pasión) y a un turco que se declara verdugo y asesino y a quien llamará –por coña–- Suleymán. El tal Suleymán llevaba una carta escríta en aljamía (castellano en caracteres árabes) que le dio en Orán un tal Matías Cano, granadero del regimiento de Soria, y que el turco cree que es un salvoconducto, pero donde, en realidad se dice que el portador es 'el más grande hideputa del mundo', y se hace relación de todas las perrerías que hace a los cristianos prisioneros, 'Item mas, que es gran bujarrón'. 'Y que en nombre de la Virgen del Puerto te ruego que si te lo encuentras que le des mala muerte', pese a lo cual Cevallos, coñón, decide comprarlo, pues piensa pueda ser de alguna utilidad el tener un asesino en nómina, como así será.

Apenas toma contacto con la sociedad veneciana el tal Piccolo huye de la ciudad y hete aquí que Cevallos se ve en el brete de quedarse en Venecia, donde augura buenos negocios, regresar a España donde ya será echado de menos por la Vieitez y hasta puede que por el coronel de su unidad, o seguirle los pasos al abate, única manera de saber algo más de la Calavera. Opta por esto último. Justamente cuando abandona Venecia (lo sabrá mucho después) Giaccomo Casanova se estaba escapando de Los Plomos: 'Me complace pensar que, agazapado en el techo, me siguió palpitante con la mirada, creyéndome corchete'.

Piccolo espiaba para el rey de Francia y se mosquea bastante cuando ve que Cevallos le sigue. En el camino trabará contacto con el príncipe Josef Palffy, quien tenía en su desván un estandarte del regimiento de dragones 'Numancia'. Esto, unido a otros detalles chungos y a que, una noche de insomnio descubre en un pozo secreto a un pobre sirviente que el hideputa de Palffy había condenado a morir de hambre y sed (el cuitado, una vez en la cámara de Cevallos se abalanza sobre un plato de fruta y al poco cae muerto: querían envenenarlos), hace que finalmente ordene a Suleymán que pasaporte al príncipe fingiendo una muerte natural. Rescata el pendón de Numancia y lo quema en el fuego, para evitarle la humillación de permanecer en poder del enemigo...

En Praga, donde encuentra a Piccolo, pronto se dará cuenta de que lo que sabe el abate de la Calavera y del Lusitania es apenas nada, pero acepa su propuesta de convertirse en su sicario. Ceballos, auxiliado por Fermín y Suleyman será el brazo armado de Piccolo. Así conocerán el caso de un pobre jesuita, Alonso Cardiel al cual le pasaba una cosa terrible. Escritor, bastaba que concluyera –en el mayor de los secretos– un manuscrito para que al poco lo viera publicado con otro nombre. Debido a esto adquiere fama de plagiario y es marginado dentro de la orden. La persona que publica los mismos libros que él escribe es Paulo da Cunha, y le ha hecho ya la misma jugada un par de veces. Así que propone a Piccolo que lo haga matar, a cambio de un grueso copón de plata que ha mangado para la ocasión. Allá va Suleyman y apiola a da Cunha sin mayores problemas. Pero a los pocos meses acude Cardiel encabronado, ha vuelto a suceder. Careo con el asesino, confirmación del óbito y conclusión al canto, debe ser otro quien le plagia ahora. En cualquier caso Piccolo, hombre pragmático, le denuncia a las autoridades por haber robado el copón y se lo quita de en medio, era ya mucho gafe.

En Praga Cevallos conoce al cabo Vlastimil, que también estuvo en la dichosa batalla de Santa Madona pero que, por una serie de casualidades, no se enteró de mucho y no puede aclararle el enigma de la Calavera. En cambio le habla de su oficio. Se dedica a vaciar pozos negros y cagaderos de alcurnia. Con la mierda hace abono y tiene el huerto mas florido de la ciudad. Pero lo bueno es que también trabaja para Piccolo. A través de sus heces le da noticias precisas del estado de salud de los poderosos. Tontería pedirle un crédito a un banquero que va estreñido, otra cosa es cuando se va de vareta... Una ciudad fronteriza cae en manos de Francia tras un seguimiento metódico de la enfermedad de un canciller a través de sus deposiciones, etc.

Pronto se da cuenta de que Piccolo es una mala persona y además que, como agente francés, tiene un poder casi ilimitado (le enseña un papel en blanco firmado por el rey de Francia, puede rellenarlo con una sentencia de muerte, de prisión, etc.). Por otra parte se entera de que Leonor, la monja de la que está enamorado, está en Europa, pronto se dará cuenta de que en realidad es una prostituta de altos vuelos, desolado, tras vivir una frustrante historia de amor, terminará por hacerla matar.

Huye de Praga no sin denunciar a Piccolo a las autoridades, lo hará, sencillamente, por 'pura mala leche'.

Siguiendo a un irlandés algo Majara pasa a África, donde debían terminar unos mapas para una Sociedad Geográfica. La aventura en el desierto acaba mal, cuando los camelleros los abandonan sin agua. Al borde de la muerte son salvados por los misteriosos pobladores de un oasis desconocido. Allí reina un sátrapa desalmado que domina un mundo silencioso. Todos, animales o personas son condenados al silencio cortándoles las cuerdas vocales en la infancia. Se hacen pasar por embajadores del rey de España pero, cuando su coartada comienza a fallar, escapan y consiguen regresar, tras mil peripecias al mundo civilizado. La suerte de Cevallos va de mal en peor. En Argel vuelve a toparse a Piccolo, quien se la tiene jurada, Suleyman –al que Cevallos traspasó a Piccolo allá en Praga– intenta estrangularle pero finalmente él es quien se lo carga. Llega a un ten con ten con Piccolo y poco después regresa a España. Está en la ruina, no puede continuar con sus trapicheos de antaño y en su regimiento ha bajado en el escalafón. Recupera a Fermín, a quien había manumitido. Sigue recopilando anécdotas sobre lo que sucedió en la famosa batalla de Madona, pero lo único que descubre es que cada uno la vivió de modo muy diferente y que las razones que pudiera tener el rey para otorgar la calavera como emblema del regimiento pudieron ser varias, que no hay conclusión definitiva.

Cevallos muere en una última batalla, en Argel y su manuscrito cae en manos del coronel que ordena quemarlo. El sargento al que se le encomienda hacerlo, opta por sepultarlo entre legajos que nadie consulta de donde, se supone, será exhumado algún día....
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